GINECOLOGÍA

Nuevo método para el diagnóstico precoz del cáncer de cuello de útero

JANO.es · 12 mayo 2008

Centrado en los genotipos más importantes de alto riesgo del VPH, detecta el virus y determina el grado de actividad

Estuve en Lisboa. Hice lo que hace todo el mundo en Lisboa: recorrer los barrios, entrar en los bares de ecos literarios, caminar, comer bacalao y escuchar fados. ¿Qué va a hacer uno a Lisboa, si no? Me llamó la atención la figura de Fernando Pessoa; no sólo por la estatua de A Brasileira, allá, eternamente sentado en una silla de la terraza y donde todos se hacen fotos con él; me llamó la atención porque era el personaje más vivo de Portugal, por encima de viandantes, políticos, camareros y otra fauna lisboeta. Vendían fotografías de Pessoa, camisetas con su imagen, pins para las solapas e imanes para la nevera. Como buen turista me compré un imán con la efigie triste de Pessoa para la nevera de mi casa. Compré varios para amigos míos escritores (que leyeron a Pessoa, naturalmente). Una figura nacional, Pessoa, como Cristiano Ronaldo. Y yo pensé si en España podría hacerse eso. Y con qué poeta. ¿Juan Ramón, Cernuda, Antonio Machado, Lorca? Si alguien tratara de establecer ese poeta nacional (por decirlo de alguna forma) al día siguiente nos echaríamos a la calle para manifestarnos. Los andaluces querrían un poeta andaluz, los catalanes uno catalán, los gallegos uno gallego, los vascos uno vasco. ¿Hay poetas vascos? ¿Catalanes, gallegos, andaluces, extremeños? ¿Hay poetas? En España no hay poetas en pins ni en camisetas. Acaso no hagan falta. Aparecen ciertas imágenes en centenarios, ediciones caras, pero un poeta nacional no sólo no existe: es imposible. De existir uno, nos llevaría a la guerra. Y sin haberlo leído. Quizá los poetas deban existir sólo en los libros, en la memoria, en el eco de sus versos, en algunas placas conmemorativas. Aunque nadie merece una placa conmemorativa, que es una indecencia muy francesa. Pero estoy feliz con mi imán de Pessoa en la nevera, allí, solo, como si esperase que yo fuera a abrirla y le sirviera un vino que nos beberemos sin tasa, hasta hartarnos ambos de alcohol y poesía. Los poetas suelen ser buenos bebedores; los que no lo son suelen ser malos poetas. Es cierto que hay abstemios que hacen buena poesía pero no son poetas, no son poetas nacionales. Un poeta nacional debe dar trompicones por las calles del mundo, como Pessoa. En España es mejor no buscar un poeta nacional porque en vez de versos nos sale la bilis como argumento a favor y en contra. Así nos va. Yo me hago portugués y adoro a Pessoa, aunque sea en la nevera de mi casa. Como se nada existisse.