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El centenario del nacimiento de Beckett es la excusa perfecta para indagar en la obra de un Nobel considerado como uno de los artistas más importantes del siglo xx. A pesar de que cultivó poesía, novela y ensayo, es universalmente conocido por su teatro del absurdo y por ser el autor de una de las obras más representadas en todo el mundo desde su estreno, Esperando a Godot.

Beckett llegó a París en 1928, cuando contaba 22 años. Veintiséis años antes, James Joyce había realizado el mismo recorrido procedente de Dublín. Durante dos años trabajó como lector en la École Normal Supérieure, estudió a Descartes y Proust y disfrutó del ambiente abierto y cosmopolita de la ciudad. París era entonces una meta para multitud de artistas, un foco cultural que irradiaba sus vanguardias y su glamour a los cuatro vientos. Con sus tertulias en los locales de culto, sus paseos interminables a través de los bulevares, la ciudad era una fuente de inspiración inagotable para el joven Beckett. Sin embargo, regresó a Dublín momentáneamente para dar clases en el Trinity College, institución de la que había salido como alumno aventajado. Más tarde residió en Londres y viajó frecuentemente a Munich, Berlín y Dresde, hasta que en 1937 se estableció en Francia. Aunque pudiera parecerlo, Beckett nunca se sintió un escritor exiliado; simplemente, como él decía, “me largué de allí”. Beckett era dublinés de nacimiento y parisino de adopción. Su vinculación a Irlanda puede rastrearse fácilmente en su obra, plagada de referencias a su país de origen.

Para subsistir, durante sus primeros años en Francia, Beckett se dedicó a traducir la poesía surrealista de André Breton y Paul Éluard. Pronto entra en contacto con Joyce y forma parte del círculo de intelectuales que rodeaban al genio dublinés. Tal vez sea éste el origen de la extendida pero falsa leyenda de que Beckett actuó como secretario de Joyce. Beckett hizo simplemente para Joyce puntuales servicios. El estallido de la guerra, en 1939, le sorprende en Dublín visitando a su madre. Vuelve precipitadamente a Francia porque “prefería Francia en guerra que Irlanda en paz”, según confiesa en su correspondencia. En 1942, se unió a la Resistencia y se refugió en el sur de Francia.

La primera aproximación de Beckett a la creación literaria le condujo a la poesía y a los relatos breves. La composición de su famoso poema Whoroscope se remonta a 1930. Su primera novela, Murphy, aparece en 1938, pero el éxito narrativo no le llegó hasta la publicación de su trilogía Molloy, Malone muere y El innombrable, publicadas entre 1951 y 1953. Aunque la consagración del genio no se produce hasta la década de los sesenta, culminando con el Nobel en 1969, el éxito, el reconocimiento y, al mismo tiempo, la controversia se deben en buena parte al estreno de Esperando a Godot en 1953. Desde entonces, se dice que no ha habido año en que la obra no se haya representado en algún escenario del mundo.

Lecturas

Poesía
• Obra poética completa

Relatos breves
• Relatos

Novela
• Molloy
• Malone muere
• El innombrable

Teatro
• Esperando a Godot
• Fin de partida
• Los días felices Ensayo
• Proust

Quién o qué es Godot

Seguramente Beckett no escribió ni una sola línea “oscura” en su vida y, sin embargo, su obra se revela en ocasiones como inexplicable. Algo de esto sucede en Esperando a Godot. El drama está construido con un estilo y lenguaje sencillos, pero su interpretación ha llenado páginas y páginas de estudios críticos.

Esperando a Godot no es más que la historia de una espera. Sus dos protagonistas, Didi y Gogo, son vagabundos que pasan el tiempo esperando la llegada de Godot, que no vendrá hoy pero sí mañana, según se dice al final de cada uno de los actos. Una espera absurda porque no saben a quién o qué esperan. Se ha escudriñado con los elementos escénicos y los diálogos, creyendo ver en ellos una simbología premeditada. Pero tal vez su mayor grandeza es precisamente que cada espectador saca sus propias conclusiones.

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