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Sanidad cree que puede aparecer algún caso esporádico más de la vECJ

JANO.es y agencias · 08 abril 2008

No obstante, el ministerio considera que la forma humana de la encefalopatía espongiforme bovina no representará un problema de salud pública

El síndrome coronario agudo es una de las principales causas de muerte en el mundo y ocasiona una enorme carga de morbilidad. De hecho, se trata de la segunda causa de años de vida perdidos con buena salud en varones y de la tercera en mujeres. Ahora, un estudio publicado en Medicina Clínica [2007;128(3):81-5.], cabecera de nuestro mismo grupo editorial, revela diferencias entre varones y mujeres en el uso del tratamiento de revascularización precoz tras sufrir un infarto agudo de miocardio (IAM), diferencias que derivan fundamentalmente del retraso en el acceso a la atención que presentan las mujeres mayores, por lo que es necesario analizar las razones de esta demora.

El estudio IBERICA-País Vasco incluyó a 2.836 pacientes con IAM que accedieron a cuidados hospitalarios. Se estimó el riesgo relativo de revascularización precoz en los varones respecto a las mujeres teniendo en cuenta la edad, la presentación clínica, los antecedentes y la demora extrahospitalaria. El 29% de los pacientes fueron mujeres y su mediana de edad de 77 años, 10 años mayor que en los varones.

Aunque no se encontraron diferencias significativas en la distribución por sexo de los infartos Q, había al ingreso una proporción significativamente superior de mujeres con HTA, diabetes mellitus y Killip III-IV (edema agudo de pulmón y shock cardiogénico). Además, las mujeres tardaban más tiempo en recibir los primeros cuidados médicos —mediana de demora extrahospitalaria, 120 minutos; RI, 60-300, frente a varones: mediana, 95 minutos; RI, 48-211—. Por el contrario, los porcentajes de ingresos en UCI, cateterismo, síntomas típicos, ECG seguro, enzimas anormales e hipercolesterolemia eran más elevados entre los varones.

Cuadros más graves

El tratamiento de revascularización precoz se administró al 38% de los varones y al 24% de las mujeres —y ello pese a que normalmente las mujeres con IAM presentan cuadros más graves—, aunque una parte importante de esta diferencia se explicaba por la diferente edad de presentación. No obstante, la interacción significativa entre sexo y edad expresaba que el efecto del sexo no era homogéneo en todas las edades. A medida que aumentaba la edad decrecía la probabilidad de recibir este tratamiento en los dos sexos, disminución más acusada en las mujeres.

Mientras que a los 45 años no se observaban diferencias significativas, a los 75 años el “riesgo” de revascularizar en varones era un 22% superior que en mujeres. Descrito de manera acumulada, podría decirse que aunque los varones y las mujeres mayores de 64 años tuvieran las mismas características clínicas, la proporción de varones con reperfusión precoz sería un 24% superior que la de mujeres.

Binomio sexo y edad

El efecto del binomio sexo y edad en la aplicación de técnicas de revascularización precoz es coherente con estudios anteriores que descubrieron una menor probabilidad de beneficiarse de prueba de esfuerzo, trombolisis, cateterismo o revascularización intervencionista en las mujeres de mayor edad. Como las mujeres tienden a padecer la cardiopatía isquémica a una edad mayor que los varones, podrían estar expuestas a un doble tipo de inequidad, la causada por la edad y por el sexo. En este sentido, cabe hacer una reflexión sobre el menor uso de intervenciones que se han demostrado efectivas en pacientes de edad avanzada. También se ha descrito la interacción del sexo con otras variables como los factores socioeconómicos y la etnia.

Proceso de cuidados

Para los autores, “las diferencias en la presentación clínica, en la sensibilización sobre la probabilidad de tener un IAM y en la percepción del personal médico podrían determinar un proceso de cuidados diferente en las mujeres. Comenzaría con un mayor retraso en el diagnóstico, seguido de menor intensidad en el tratamiento y mayor mortalidad. En la mayoría de los estudios sobre letalidad tras un infarto de miocardio, las diferencias por sexo desaparecen o se ven atenuadas cuando se ajusta por la demora en el diagnóstico y la realización de tratamiento revascularizador”.

Por todo ello, los investigadores consideran “imprescindible disminuir la demora extrahospitalaria e intrahospitalaria para avanzar en el cuidado apropiado de las personas con IAM. Sería recomendable sensibilizar tanto a la población general como a los profesionales sobre las diferencias en su presentación por sexo. Las propias mujeres deben conocer que la cardiopatía isquémica no es una enfermedad de varones y que con mayor probabilidad que ellos pueden tener síntomas atípicos. Además, deben comprender la importancia de solicitar con prontitud atención sanitaria. También el personal sanitario, consciente de la importancia de los síntomas atípicos en mujeres, debería realizar más rápidamente el diagnóstico y tratamiento”.

Los signos electrocardiográficos típicos parecen ser menos habituales en la mujer, y se caracterizan por desviaciones del segmento ST menos marcadas. Incluso se han descrito diferencias entre sexos en los aspectos afectivos y discriminatorios de la percepción del dolor que podrían explicar parte de las diferencias en el curso fisiopatológico de la enfermedad coronaria. Además, las mujeres presentaban valores más bajos de betaendorfinas en plasma y más estrés mental.

Diferencias en la presentación clínica

La presentación clínica de un infarto agudo de miocardio (IAM), recuerdan los autores del estudio, es diferente en las mujeres. Las principales diferencias radican en la presentación a una edad más tardía y en la presencia de más comorbilidad, como diabetes mellitus, hipertensión arterial e insuficiencia cardíaca congestiva. Igualmente, se ha observado que los síntomas y signos denominados típicos, basados en las características de presentación en varones y que normalmente se asocian rápidamente con la probabilidad de tener un IAM, son menos frecuentes en el sexo femenino. Este grupo tiene menos tendencia a presentar dolor torácico y más dolor de espalda, cabeza y mandíbula, acompañado de náuseas, vómitos, molestias abdominales, fatiga y disnea. Estas características sintomáticas del IAM diferentes entre mujeres y varones explicaría el hecho de que ellas no identifiquen los síntomas con la misma claridad que ellos.

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