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JANO.es y agencias · 12 noviembre 2007

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A los pies de la barrera montañosa del Montsant, en la provincia de Tarragona, los monjes de la cartuja de Scala Dei (1194) dieron vida a un vino de altísima graduación.

Aquí hubo un tiempo en que beber un caldo de 17 o 18 grados, que a veces superaba los 20 grados, era la cosa más natural del mundo. Este vino de la comarca del Priorat de tanto cuerpo giró alrededor de un convento que hoy se conserva en estado ruinoso, a un paso de la pedanía de Scala Dei. Sobre un suelo de pizarras con nombre espirituoso: llicorella, se hicieron fuertes las variedades de uva de garnatxa negra y Cariñena, bendecidas por el viento seco y el sol de justicia.

La aparición de la filoxera a finales del siglo XIX vació de gentes y viñas las tierras del Priorat; en su lugar crecieron almendros, avellanas y olivos. Luego se replantó la viña, aunque el escritor catalán Josep Pla (1897-1981), allá por los comienzos de la década de los 60, observó sobre el terreno: “El vino que producen es un caldo grande y muy útil para las borracheras, pero la geología del paraje parece ya una borrachera...”. Hum, ahora es otra historia. El vino del Priorat anda por las nubes.

Sin ir más lejos, el pueblo de Porrera, que se extiende por el valle del río Cortiella, se apuntó a los nuevos tiempos vinícolas y cotiza alto en el mercado internacional. Atrás quedó la época en que la cartuja de Scala Dei imponía su ley de los diezmos abusivos. Ya en 1835, los porreranos con memoria histórica participaron activamente en el incendio y saqueo del convento de aquella orden explotadora. A principios del siglo XX esta población era conocida como la más revoltosa de Cataluña.

Porrera vive a la hora del vino de autor: Vall-Llach, Joan Simò, Cal Plà, Sangenís i Vaqué, Ardévol, L’Encastell, Cims de Porrera, entre otros. A todas luces, los relojes de sol del siglo XIX se pueden ver por todo el pueblo. Vaya iluminación la del reloj vertical declinante, simplemente llamado reloj de tarde. A la luz del segundo domingo de noviembre, por la vendimia, se celebra la fiesta mayor: su típica coca sabe a gloria. En la casa rural de Cal Porrerà (Escoles, 4) brillan las imágenes de la cosecha excepcional de vino del año 2000: una muestra fotográfica, abierta hasta diciembre, recuerda aquel tiempo inolvidable.

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