NEUROLOGÍA
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JANO.es · 20 noviembre 2007
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Se cree que el uso de postales navideñas tiene su origen en el culto que los romanos rendían a la amistad y por el que obsequiaban a amigos y familiares con ramas de olivo, monedas o dulces variados.
Con los años esta costumbre se cristianizó convirtiendo el intercambio de regalos y tarjetas de felicitación en una muestra de amistad.
Pero la primera idea de comercializar la postal navideña surge en 1843 cuando Sir Henry Cole, editor británico de libros infantiles, encargó a John Horsley unos dibujos de escenas navideñas para reproducirlos en imprenta acompañados de mensajes breves, leyendas que perduran hasta nuestros días como “Alegre Navidad y Feliz Año Nuevo”.
Coloreadas a mano y firmadas por el autor, su precio era de un chelín la unidad, al que había que sumar los costes de envío. El precio frenó su popularidad hasta que el empresario Louis Prang llevó la idea a Boston, donde definitivamente se popularizó. Desde entonces los medios de comunicación y la imprenta han evolucionado tanto que podemos elegir entre enviar la postal tradicional por correo convencional o decidirnos por una felicitación digital animada y divertida.