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JANO.es y agencias · 19 octubre 2007

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El diagnóstico genético preimplantatorio (DGP) es uno de los ejemplos más significativos del profundo cambio del paradigma médico al que estamos asistiendo gracias a los constantes avances científicos. "La medicina genética desafía los cimientos clásicos de la medicina tradicional. No se trata de curar al enfermo, sino de seleccionar embriones para prevenir enfermedades", indica el Prof. Fernando Abellán, profesor de Derecho Sanitario de la Universidad Europea de Madrid.

Pocas áreas de las ciencias biomédicas han experimentado en los últimos años unos progresos tan notables como las técnicas de reproducción asistida, pero además es la que tiene mayores implicaciones morales, éticas y sociales. "No ha habido en la historia de la medicina un debate tan crítico y controvertido en la sociedad como la reproducción asistida", reconoce el Prof. Alberto Romeu, jefe del Servicio de Ginecología del Hospital Universitario La Fe (Valencia).

Panoplia de técnicas

Entre la fertilización in vitro y el DGP hay una panoplia de técnicas, más o menos complejas, cuyo objetivo ha superado los fines meramente reproductivos. La última en llegar, y la más controvertida, es la DGP, que se basa en el análisis de embriones en busca de una determinada anomalía cromosómica o genética.

Existen diferentes tipos de DGP. El más común es el de las cromosopatías, indicado para el estudio de las aneuploidías y de las traslocaciones. El análisis de las aneuploidías se realiza en embriones de padres sanos en los que, por distintos motivos (edad de la madre, fracasos preimplantacionales previos, etc.), se sospecha que los embriones pudieran tener una dotación cromosómica anómala. El de las traslocaciones corresponde al que se realiza cuando uno de los miembros de la pareja presenta una alteración cromosómica y su fin es evitar que el embrión la herede.

El segundo tipo de DGP es el de las enfermedades monogénicas, un campo de gran proyección, aunque también discutido. Con estas técnicas no sólo se logra el nacimiento de hijos sanos, sino que se rompe la transmisión a las generaciones futuras. Ahora bien, para el Dr. Romeu, "una cosa es eliminar enfermedades monogenéticas de aparición precoz y otra destruir embriones que puedan desarrollar otras patologías en una tercera o cuarta década de la vida. Es decir, una cosa es la prevención y otra muy distinta la eugenesia".

Línea divisoria

El problema radica en que la línea divisoria entre lo terapéutico y lo perfectivo se va moviendo paulatinamente como consecuencia de las demandas de unos pacientes que, "en ocasiones, convierten en terapéutico y necesario lo que antes no lo era. En cualquier caso --añade el Prof. Abellán--, en este tema hay un consenso bastante generalizado en tanto que la selección genética de embriones ha de dirigirse a acciones terapéuticas y no a satisfacer deseos de perfección o caprichos de los padres".

El verdadero debate lo plantean las otras dos variedades de DGP, el diseñado para generar recién nacidos sanos e histocompatibles con un hijo de la misma pareja afecto de una patología cuyo único tratamiento posible es la recepción de un trasplante procedente de su hermano. En este sentido, la Ley de Reproducción Asistida (2006) permite el DGP extensivo, o con finalidad terapéutica para un tercero, supeditada a la autorización expresa, caso a caso, de la autoridad sanitaria correspondiente y previo informe favorable de la Comisión Nacional de Reproducción Asistida y siempre y cuando no exista un remedio alternativo a la grave enfermedad.

Otra forma de DGP es la de la selección de sexo del hijo por motivos sociales, bien para equilibrar el "balance familiar" o por la elección directa del sexo del primer hijo, una práctica rechazada por la mayoría de los países de nuestro entorno.

¿En qué consiste?

El DGP consiste en una técnica de diagnóstico de alteraciones genéticas y cromosómicas en los embriones antes de su implantación y, por tanto, va ligado a la reproducción asistida. El estudio se lleva a cabo en embriones obtenidos mediante procedimientos de fecundación in vitro mediante microinyección intracitoplasmática. Durante el tercer día de desarrollo embrionario se realiza una biopsia para extraer una o dos células de cada embrión. A partir de este material biológico, y durante los días tercero y cuarto se realiza el análisis genético, mientras los embriones continúan su desarrollo en los incubadores. En el cuarto y quinto día de desarrollo embrionario se obtiene el resultado del diagnóstico, lo que permite identificar y transferir a la madre los embriones sanos.

En diciembre pasado, la Comisión Nacional de Reproducción Humana Asistida informó favorablemente la aplicación por primera vez en nuestro país de las técnicas de DGP para concebir un hijo sano que pueda actuar como donante compatible de células de sangre de cordón umbilical para tratar de salvar la vida de un hermano gravemente enfermo. En concreto, la Comisión informó favorablemente 3 casos de selección embrionaria con este fin, remitidos todos ellos por el Instituto Valenciano de Infertilidad. De los casos autorizados, dos se aplicarán para procurar la curación de pacientes diagnosticados de Beta Talasemia Mayor y el tercero, para un caso de Anemia de Fanconi. En los tres casos, se trata de niñas con edades comprendidas entre uno y 5 años.

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