ARTERIOSCLEROSIS
Carla Nieto. Madrid · 16 septiembre 2011
Se calcula que en nuestro país unos 8 millones y medio de personas padecen hipercolesterolemia y sólo el 50% de quienes tienen el colesterol elevado lo sabe.
“Las cifras de colesterol en los escolares españoles resultan alarmantes, ya que entre el 20 y el 22 % está por encima de 200 mg/dl. Si no logramos corregir estos datos, se aproxima una epidemia importante. La falta de control del colesterol en la infancia hace muy difícil el manejo de la enfermedad coronaria en el adulto, de ahí la necesidad de hacer una prevención primaria de tipo poblacional: dieta, ejercicio, normalización de peso…”. La advertencia, pronunciada por el doctor Ángel Díaz Rodríguez, coordinador de Lípidos de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria, acompañaron la presentación del Documento de Consenso sobre el Abordaje Común del Paciente Dislipémico, elaborado de forma conjunta por la SEMERGEN y la Sociedad Española de Arterioesclerosis (SEA), y cuyo objetivo es, por un lado, que se convierta en un manual de consulta en la práctica clínica habitual, y, por otro, en una herramienta de formación continuada para el profesional sanitario.
“Este documento responde a la necesidad de información que tiene la sociedad española ante el impacto cada vez mayor de la enfermedad cardiovascular en la población, y con él se pretende homogeneizar los criterios de manejo integral de las dislipemias, independientemente del nivel asistencial en que se encuentre el paciente. Hay que tener en cuenta que entre el 50 y el 69% de los españoles en edad adulta tienen unos niveles de colesterol por encima de 200 mg/dl y el 20% presenta cifras superiores a los 250 mg/dl. Todo ello contribuye en un 15% a la mortalidad coronaria en España”, señaló el doctor Díaz.
Uno de los temas abordados en este documento es el poco grado de control que existe sobre esta enfermedad. “Se calcula que unos 8 millones y medio de españoles padecen hipercolesterolemia y sólo el 50% de las personas que tienen el colesterol elevado lo sabe, por lo que se puede hablar de un grado de control muy bajo y deficitario de esta condición en nuestro país. Esto es debido, por un lado, a la sobreestimación que los médicos hacemos de la forma en la que nuestros pacientes controlan su colesterol y a la inercia terapéutica, que hace que en ocasiones se tarde mucho en aplicar el tratamiento; y, por otro, en el caso de los pacientes, al incumplimiento del tratamiento y a la buena percepción que éstos tienen de su estado de salud (no hay que olvidar que la dislipemia es un una condición silente)”, añadió el doctor Díaz.
Los objetivos que persigue el documento para mejorar el grado de control del colesterol pasan por implantar tanto la prevención primaria como la secundaria. Tal y como señaló el doctor Juan Pedro Botet, presidente de la SEA, “los pacientes en prevención primaria son personas que, aunque agregan factores de riesgo, todavía no han desarrollado una enfermedad cardiovascular, y los que se encuentran en prevención secundaria son los que ya sufren estas complicaciones, y en ellos hay que aplicar unos criterios más estrictos. Por eso, es interesante detectar a los individuos en prevención primaria de alto riesgo para que no lleguen a desarrollar complicaciones”.
Otro de los aspectos novedosos incluidos en el documento es la recomendación de que a los pacientes de alto riesgo se les aplique un tratamiento más moderno del que se seguía hasta ahora. “En este sentido –explicó el Dr. Díaz- se ha definido el concepto de dislipemia heterogénica, que se caracteriza por un colesterol LDL elevado, un colesterol HDL bajo y unos niveles de grasas y triglicéridos muy elevados. El tratamiento integral de este tipo de pacientes pasa, en primer lugar, por la reducción del colesterol LDL a las cifras objetivo para después elevar el HDL y reducir las grasas”.
Así mismo, en el documento se recoge la necesidad de unos objetivos más estrictos en el colesterol de los pacientes diabéticos, cuyas cifras de colesterol LDL deben ser más bajas de 100 mg/dl. “Dado el alto riesgo cardiovascular y el particular comportamiento lipídico de estos pacientes, si no nos esforzamos en la prevención es muy posible que el diabético desarrolle precozmente una enfermedad cardiovascular más agresiva y de peor pronóstico”, concluyó el doctor Botet.