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MEDICINA DE FAMILIA

El médico de AP es clave para la detección de la violencia de género

JANO.es y agencias · 18 noviembre 2008

Según un estudio que se presenta en el XXVIII Congreso Nacional de semFYC, la formación en este tema duplicaría el número de casos en que se detecta precozmente la agresión

La formación específica del médico de Atención Primaria en violencia de género duplicaría el número de casos en los que la agresión se detecta de forma precoz y se logra salvar vidas, según un estudio realizado durante tres años en 65 centros de salud de ocho comunidades autónomas a 400 profesionales sanitarios, entre médicos y enfermeras, cuyos resultados fueron presentados por la Dra. Carmen Fernández, experta en violencia de género de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) durante la presentación del XXVIII Congreso de esta sociedad científica.
 
En el marco de la presentación de este evento, que se desarrollará a partir de mañana y hasta el domingo en Madrid, la Dra. Fernández explicó que, según el trabajo realizado por semFYC, los médicos de cabecera formados en este tema detectaron de forma precoz 2,9 casos por cada 1.000 mujeres frente a los 1,6 casos identificados por los no formados.
 
La encuesta, desarrollada en la Comunidad de Madrid, Andalucía, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Extremadura, Cataluña, Aragón y Baleares -la más amplia en número de profesionales que se ha llevado a cabo en Europa para conocer la atención a estas pacientes-, descubrió que el 41% de estas pacientes sufría maltrato psicológico, el 37% físico y psicológico y el 8% también sexual.
 
El 96% de las mujeres víctimas de violencia de género pasó por su centro de salud el año previo a la agresión y casi la mitad (41%) más de 12 veces en un año, lo que supone que visitaron al médico más del doble de veces que el resto de la población, según el estudio.
 
Al acudir al médico, la mayoría (81%) presentaba alguna patología asociada, como ansiedad (60%) o depresión (41%), y casi la mitad consumía gran cantidad de psicofármacos, porcentaje muy superior al detectado en el resto de la población.
 
Según la Dra. Fernández, acudir con frecuencia a la consulta del médico por somatizaciones y malestar psicológico es "uno de los signos de alerta que el médico debe tener en cuenta".
 
A pesar de las señales de alarma y de que el médico sospechó un posible caso de maltrato en el 39% de estas consultas, en más de la mitad de los casos (52%) las mujeres llevaban más de 6 años soportando el maltrato cuando su situación salió a la luz.
 
Asimismo, la investigación retrata a la maltratada como una mujer de unos 50 años de edad, en la mayoría de los casos casada (64%), divorciada (15%), con pareja de hecho (8,5%) o en un menor porcentaje, soltera (8%); con un trabajo remunerado (52%) y que, casi en la mitad de los casos (41%), estuvo de baja laboral "al menos una vez" un año antes de la detección de la situación de maltrato.
 
"Son porcentajes muy elevados si se compara con mujeres no maltratadas, pero además hemos visto que estas consecuencias aumentan a medida que aumenta el tiempo de exposición a la violencia. Los problemas de salud añadidos al maltrato condicionan una pero calidad de vida para la paciente y por eso es tan importante lograr el diagnóstico lo antes posible", apuntó la Dra. Fernández.
 
Para la autora de este trabajo, las conclusiones ponen de manifiesto que la formación al médico de AP y a las enfermeras es eficaz en la lucha contra la violencia de género, ya que estos profesionales mantienen un contacto directo y diario con estas mujeres y tienen más opciones que otros de detectar el problema.
 
"Los motivos por los que debemos pensar que puede existir una situación de maltrato muchas veces son cosas poco concretas, son síntomas mal definidos, problemas psicosomáticos, síntomas de malestar poco claros, que llevan a la mujer reiteradamente a la consulto. A veces insomnio, dolores de cabeza, malestar digestivo, dolores musculares en los que no encontramos un sustrato orgánico que les justifique muchas veces", explicó la citada especialista.
 
Para la Dra. Fernández, estos síntomas "son muchas veces llamadas de atención para pedir ayuda de una forma no expresa". "La mujer no se atreve a decir lo que de verdad le pasa, lo que hay detrás, y viene por múltiples causas a la consulta. Nuestra obligación es saber identificar estas señales de alerta que nos pueden poner en la pista de una situación del maltrato y preguntar antes de recetar ningún fármaco", añadió.
 
Según la Dra. Fernández, lo primero es preguntar, lo segundo no culpabilizar a la paciente de su situación, ofrecerle atención para sus principales problemas de salud y después, derivar su caso al especialista pertinente y a las asociaciones de ayuda a las víctimas. "Además de todo esto, hay que seguir el caso".
 
Sin embargo, el problema radica en la falta de formación reglada para los profesionales en este campo, una demanda de la que, a su juicio, deben hacerse cargo las administraciones. "Necesitamos formación factible, compatible con los horarios del médico, no tiene por qué ser una formación extensa", puntualizó.
 
Sobre este asunto se pronunció también el juez Grande-Marlaska, vinculado profesionalmente hasta los años noventa a los casos de violencia de género y responsable de la conferencia inaugural con la que mañana arranca el Congreso de semFYC, bajo el lema "Siempre con las personas".
 
Para el magistrado, no es necesario cambiar la actual legislación sobre violencia de género en España, ya que, a su entender, está protegiendo de forma adecuada a la mujer. A su juicio, lo importante ahora es trabajar "para que la ley se pueda materializar" y para que "se tome en serio" la educación de los jóvenes en la igualdad y contra la violencia de género, a la que ve como "un cáncer social".
 
En esta línea, el juez propuso la posibilidad de crear servicios específicos de violencia de género dentro de la Atención Primaria, ya que estas consultas pueden ser "el sitio más adecuado" para que una mujer interrogada por un profesional formado pueda contar si está sufriendo una situación de violencia machista que, según Grande-Marlaska, en el 40% de los casos también sufren los hijos.
 
"A día de hoy, estamos con 60 víctimas mortales de la violencia machista, pero ese es sólo la punta del iceberg. La realidad son el resto de mujeres, de hijos, que sufren esa violencia y el problema del abordaje. Por eso los profesionales médicos no deben tener miedo a abordar el tema, a equivocarse, sino la responsabilidad de formarse y sensibilizarse ante este problema social", concluyó.
 

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