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Violencia doméstica, tema destacado del Congreso Español de Sexología

JANO.es · 18 abril 2008

Se presentaron datos del programa Fénix, una iniciativa que ha evaluado el efecto de una terapia psicológica específica en hombres maltratadores

El consumo moderado de alcohol, esto es, de 1 a 14 cervezas, vasos de vino o bebidas espirituosas (unidades) semanales, combinado con la práctica de ejercicio físico, se asocia con una disminución del riesgo de entre un 30% y un 49% con respecto a la población abstemia y/o sedentaria de desarrollar cardiopatía isquémica (CI) fatal o de fallecer por cualquier causa. Para ello, como concluye el Copenhagen City Heart Study, publicado en The European Heart Journal (doi:10.1093/eurheartj/ehm574), órgano oficial de la Sociedad Europea de Cardiología, el ejercicio físico debe realizarse en los períodos de ocio, dado que durante la actividad laboral parece no presentar ninguna influencia sobre la salud.

Sin embargo, y si bien el estudio constata que el beneficio es independiente del género, no especifica el patrón ideal de consumo de alcohol, al no distinguir entre el espaciado a lo largo de la semana y el concentrado en una única toma. Y, sorprendentemente, tampoco el tipo de bebida.

En palabras de la Dra. Jane Østergaard Pedersen, investigadora del Instituto Nacional de Salud Pública de la University of Southern Denmark de Copenhague (Dinamarca) y directora del estudio, “nuestro hallazgo más importante es que las personas que tienen razones para no beber alcohol, ya sea por creencias religiosas, alcoholismo o embarazo, y a las que, por tanto, no se puede recomendar su consumo, pueden revertir los efectos adversos de la abstinencia sobre la salud por medio de la actividad física”. No en vano, los que no beben pero tienen una actividad física moderada o elevada presentan un menor riesgo de CI fatal que los abstemios sedentarios.

Abstinencia perjudicial

Los beneficios sobre la salud del ejercicio físico o del consumo moderado de alcohol –el consabido vaso de vino diario– han sido ampliamente constatados en la literatura. No así los efectos de su combinación, razón por la que 5.272 varones y 6.642 mujeres, todos mayores de 20 años, fueron entrevistados sobre sus hábitos. Durante los 20 años de seguimiento, 1.242 participantes fallecieron por CI y 5.901 por cualquier causa.

Los resultados, una vez analizados los potenciales factores covariantes –caso, entre otros, de la edad, género, tabaquismo, IMC, niveles lipídicos o educación–, mostraron, como indicaron los autores, “que la actividad física y el consumo moderado de alcohol reducen el riesgo de CI fatal y de mortalidad por cualquier causa”; y, asimismo, que “ambos hábitos son igualmente importantes, pues aunque pueden revertir el perjuicio consecuente a la ausencia del otro, nunca lo pueden hacer completamente”.

En el caso de una actividad física similar, el riesgo de los abstemios con respecto a los consumidores moderados de alcohol fue un 30-31% superior. Sin embargo, los abstemios que llevaron a cabo un ejercicio físico moderado o intenso presentaron un riesgo entre un 31% y un 33% inferior al de los sedentarios. Finalmente, los participantes que bebieron al menos una bebida alcohólica semanal y realizaron ejercicio físico disminuyeron su riesgo en un 44-50% en comparación con los sedentarios abstemios o los que abusaban del alcohol (15 o más unidades semanales).

Por último, debe aludirse, como reconocen los propios autores, a las numerosas limitaciones que presenta el estudio. Así, en primer lugar, no debe obviarse la no inclusión de la dieta en el análisis aún a pesar de que “el consumo de alcohol, y no sólo la práctica de ejercicio, se asocia potencialmente con una dieta más sana que la que llevan los abstemios. Por ello, puede que los beneficios se deban realmente al tipo de dieta”. De la misma manera, tampoco puede esperarse que las respuestas sobre los hábitos obtenidas en los cuestionarios se ajusten completamente a la realidad, así como tampoco la ausencia de un más que probable sesgo muestral dada la, por lo general común en las encuestas de salud, autoexclusión de los grandes bebedores y de los sedentarios con problemas de salud.

…y fruta y nada de tabaco.

El ejercicio físico y el consumo moderado de alcohol resultan beneficiosos para el organismo, más aún si, como concluye el EPIC-Norfolk Prospective Population Study, publicado en las mismas fechas que el Copenhagen City Heart Study, en este caso en la edición digital de PLOS Medicine (doi:10.1371/journal.pmed.0050012), los hábitos se combinan con la ingesta de hasta 5 raciones diarias de fruta y verdura y con la total ausencia de tabaquismo activo.

Los autores de este segundo trabajo, concluido tras el seguimiento durante 10 años de 20.244 mujeres y varones con 45-79 años de edad de Norfolk (Reino Unido), volvieron a confirmar los beneficios del consumo moderado de alcohol –una vez más, entre 1 y 14 unidades semanales– frente a la abstinencia y el exceso. Es más, en palabras del Dr. Kay-Tee Khaw, del Instituto de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) e investigador principal del estudio, “la combinación de estos hábitos saludables conlleva a una reducción del 25% de la mortalidad total por cualquier causa, lo que se traduce en 14 años más de vida”.

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