PEDIATRÍA
JANO.es y agencias · 19 septiembre 2008
El trastorno fue uno de los temas abordados en el Congreso de la Sociedad Española de Neurología Pediátrica, que se celebra en Zaragoza
El trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) afecta en España a entre un 8 y un 10% de la población infantil, según los últimos estudios realizados por la Federación Española de Asociaciones de Ayuda al TDAH y los hospitales especializados en el tratamiento de esta patología.
Así se puso de manifiesto con ocasión de la celebración en Zaragoza del Congreso de la Sociedad Española de Neurología Pediátrica.
Las cifras españolas están algo por encima de las aportadas por la OMS, que fija esta enfermedad en entre el 5 y el 8% de la población infantil y que la ha calificado como un problema de salud pública.
El TDAH es un trastorno neurobiológico cuyo origen, según los especialistas, se divide en factores genéticos y psicosociales. Existe una alteración en el sistema nervioso central del niño que se manifiesta mediante un aumento de la actividad, impulsividad y falta de atención. Es una de las causas más frecuentes de fracaso escolar y de problemas sociales en la edad infantil.
Este trastorno aparece en la infancia y puede persistir y manifestarse en la edad adulta en más de un 60% de los casos si no se aplica el tratamiento adecuado en la época infantil.
TDAH y epilepsia
El jefe de servicio de Neuropediatría del Hospital La Fe de Valencia, Dr. Fernando Mulas, ha elaborado un estudio realizado en 175 niños que relaciona este trastorno con la epilepsia y que concluye que quienes sufren esta última presentan un mayor riesgo de padecer síntomas con TDAH.
De hecho, un gran porcentaje de la población infantil que presenta esta enfermedad sufre falta de atención y, según los estudios neurobiológicos, existe una inmadurez de los sistemas de neurotransmisión, que son los que hacen que el cerebro funcione óptimamente.
Además, un gran porcentaje de los niños con TDAH presentan descargas epileptiformes locales, con lo cual, es habitual encontrar en los hospitales niños y adolescentes que presentan una patología mixta de TDAH y epilepsia.
El Dr. Mulas ha realizado estudios, según los cuales el tratamiento de estos pacientes con metilfenidato de aplicación retardada supone una gran ayuda para un tipo específico de epilepsia sin crisis en el último año.
De hecho, estos niños han mejorado su capacidad de atención y su capacidad cognitiva y su actividad psicosocial, que ha facilitado su forma de relacionarse con su entorno: colegio, familia y amigos. En definitiva, su calidad de vida ha mejorado con este tratamiento, lo mismo que su autoestima.
Esta evolución positiva también tiene lugar en determinados casos de autismo, como el síndrome de Asperger, donde sus rasgos clínicos son la falta de empatía, la dificultad para relacionarse con otros niños -la pobreza de imaginación y la falta de comunicación no verbal-. En estos casos, el metilfenidato ha mejorado síntomas de esta enfermedad.
Niños prematuros y de bajo peso al nacer
En otro orden de cosas, los especialistas pusieron de manifiesto la gran incidencia de enfermedades del sistema nervioso central en niños que han nacido de forma prematura y con bajo peso.
"Estos niños presentan más probabilidades de tener trastornos neuronales porque su sistema nervioso central no se ha formado a término", señaló el Dr. Mulas, quien añadió que el riesgo de sufrir TDAH aumenta de 2,6 a 4 veces más en los niños prematuros.
Según este especialista, la prematuridad en el nacimiento causa inmadurez en el sistema nervioso central del feto y supone un factor de riesgo para desarrollar TDAH que generalmente debuta cuando los pequeños empiezan a ser escolarizados.
Un estudio dirigido por él sobre el desarrollo neuropsicológico de prematuros de menos de mil gramos de peso al nacer reveló, a los ochos años de seguimiento, que estos niños eran muchos más vulnerables a la aparición de TDAH.
De 150 recién nacidos pretérmino, fueron estudiados 50 supervivientes y se comparó su evolución neuropsicológica con la de un grupo control de 35 pequeños nacidos a término. Se comprobó que, aunque la capacidad intelectual estaba en el índice de la normalidad, la tasa de repetición de cursos académicos era de 4 a 5 veces mayor.