POLÍTICA SANITARIA

España y Francia refuerzan su cooperación en materia de gripe aviar

JANO.es y agencias · 02 abril 2008

Desde que comenzó el brote en 2003, en todo el mundo se han notificado 373 casos humanos de gripe aviar, y este año ya se han contabilizado 24 casos

Era un médico, un profesor y un hombre serio, pero con un claro predominio de las connotaciones positivas de la palabra. Serio en su profesionalidad, serio en su trato, serio en sus convicciones. Conocí al Dr. Alfredo Gallart hace algo más de 30 años, cuando fui su alumno en el curso 1975-76 en la Unidad Docente del Hospital Vall d’Hebron de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Barcelona. Nos impartió muchas clases, coordinó las prácticas y llevaba el peso de la confección y evaluación de los exámenes.

Pero nuestra estrecha relación profesional y de amistad se fraguó a partir de 1979, cuando inicié la residencia de Pediatría en el Hospital Infantil Vall d’Hebron, en el que el Dr. Gallart era jefe de Servicio. Y después me ayudó y dirigió durante mi paso por el Hospital Materno-Infantil del Vall d’Hebron como adjunto contratado eventual, y cuando -junto a varios pediatras procedentes de ese hospital- obtuve la plaza de facultativo especialista en el otro hospital del Institut Català de la Salut y de la Universitat Autònoma de Barcelona, el Germans Trias i Pujol.

No me cabe duda de que para Alfredo Gallart el Hospital Germans Trias de Badalona era su “otro” hospital, aunque no trabajara nunca directamente en él. Nos concedió generosamente una plaza de Profesor Asociado Médico en los inicios de nuestra actividad docente universitaria para que pudiéramos desarrollarla, cuando muchos otros planteaban todo tipo de impedimentos a la misma. Nos invitó sistemáticamente a participar en los actos científicos y docentes que organizaba; pero no lo hizo sólo con nosotros -aunque sí tuvo un trato preferencial justo tras su propio hospital- sino que lo ofrecía a numerosos de sus discípulos y ex-residentes, trabajasen donde trabajasen, siempre teniéndoles en cuenta y encontrándoles un sitio adecuado en sus actividades. Y tuvimos la suerte de podérselo agradecer y de celebrarlo en vida, pues el Dr. Gallart fue el invitado que impartió la sesión inaugural de este curso en nuestro Servicio hace apenas cuatro meses.

Alfredo Gallart era una persona de escuela, pero no para manipular o favorecer a los suyos por encima de los demás; no si no se lo merecían. Lo que hacía era tender una mano siempre que la necesitábamos y dar excelentes consejos atesorados a lo largo de su amplia experiencia para que sacáramos lo mejor de nosotros mismos; y como buen alumno de jesuitas, era enormemente crítico, empezando por sí mismo, lo que es una cualidad escasísima y preciadísima a la hora de aportar recomendaciones.

El Profesor Gallart, catedrático de Pediatría de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Barcelona desde hace más de 20 años, recién jubilado y a punto de ser nombrado Profesor Emérito de Pediatría, fue siempre honrado y fiel a sus convicciones y creencias, aun a costa de no obtener las gratificaciones que merecía; pero eso se limitó a las mundanas, porque las verdaderamente valiosas sí las recibió. Fue incondicional de sus amigos y colaboradores, pero sin trampas. A pesar de los muchos años en que ocupó puestos y cargos de la máxima responsabilidad tanto hospitalarios (jefe de Servicio, coordinador de Pediatría) como universitarios (catedrático, jefe del Departamento de Pediatría, Obstetricia y Ginecología y Medicina Preventiva) nunca favoreció ilegítimamente a nadie, ni utilizó sus influencias para impedir el progreso de nadie. Nos estimuló a que ganásemos méritos y mejorásemos el curriculum mediante el estudio, la formación continuada, la realización de tesis doctorales, la investigación y la publicación de los resultados en revistas científicas.

Alfredo Gallart tiene, además, una familia excepcional, que tantos sacrificios hizo para favorecer su vida profesional y por quienes tanto se sacrificó a su vez él. ¡Y cómo estaba disfrutando al ir introduciendo a sus queridísimos numerosos nietos en los entresijos de la vida, con especial dedicación a su amada Calella de Palafrugell, y en los avatares del mar de la Costa Brava mediterránea!

El Dr. Gallart, Alfredo, nos ha dejado antes de tiempo, de forma inesperada y, por tanto, desesperante. Pero su legado ha quedado en sus hijas, sus nietos, sus amigos, sus clientes, sus discípulos, sus alumnos,… una enormidad. Su humildad y su sentido autocrítico no le permitieron ser suficientemente consciente de su gran valía y su verdadero carisma, alejado de estridencias, comportamientos fatuos e intereses espurios. Fue un profesional y un hombre ante todo bueno, en toda la magnitud de la expresión.

Por mi condición de alumno, residente, médico adjunto, profesor y siempre discípulo de Alfredo Gallart, así como compañero de tribunales, comisiones evaluadoras, trabajo editorial en la edición española de Pediatrics, de cafés, cenas y comidas, y, sobre todo, de largas conversaciones y de profunda amistad, represento a muchas otras personas que han compartido una o más de esas facetas con él. Y tengo, tenemos, mucho que agradecerle, mucho que imitar y mucho que esforzarnos para seguir en la recta y humana línea de comportamiento y trabajo que nos enseñó.

Dr. Gallart, le echaremos mucho de menos, pero le haremos caso y su memoria nos acompañará y perdurará entre nosotros.