ENFERMEDADES INFECCIOSAS
Primera muerte en Beijing por enterovirus 71
JANO.es y agencias · 15 mayo 2008
La cifra de muertes de niños por fiebre aftosa humana asciende a 42, con un total de 27.500 casos registrados
Esto tan fugaz, tan indefinible, que creemos que marcan los relojes, en modo alguno carece de denominaciones. Nombres comunes –“instante”, “momento”, “segundo”…– o propios –aunque ya no los escribamos con mayúscula inicial: “enero”, “febrero”…–, o los que usamos para designar los meses y estaciones, todos ellos desposeídos igualmente de la mayúscula. También, identificaciones adverbiales: “ahora”, “pronto”, “en seguida”… Por lo tanto, no será por nombres por lo que el Tiempo –sucesor de Cronos– escape a nuestra comprensión y experiencia. ¿A qué viene, pues, quizá perder… tiempo tratando de cómo se llama? Viene a que, ya a estas alturas del año, una vez más, un año más, otro de los nombres del Tiempo se confunde con una noción aritmética. ¿Que por qué? Debido a que al año más lo mismo le ponemos un número que le damos un nombre.
Sigue siendo muy común que al escribir –en una carta, en un talón…– el nombre del año nuevo cometamos la incorrección de ponerle un punto indebido: 2.008 en vez de 2008. Ese punto indica cantidad, ajena a un nombre propio, cuando todo año tiene nombre propio inconfundible. Tanto es así que, en realidad más que escribir “de 2008”, habría que escribir “Dosmilocho”, y lo mismo en cuanto al pasado y el porvenir. Ese mero error de ortografía convierte un nombre en inapropiada cantidad. La cosa viene de lejos, por no decir de antiguo; y me parece que así continuará, dado el caso que en nuestra educación escolar se le hace a la Gramática –al Lenguaje– y el desinterés –desamor…– que se suele sentir por ellos.
Si cuando niños se nos enseñara que el año no tiene número, sino un nombre propio, y que debiéramos escribirlo con mayúscula inicial, quizá no sólo acabaríamos de seguir con la confusión: posiblemente, en toda suerte de documentos no pondríamos números –o sílabas– erróneos cuando el primer día del primer mes ya queda bastante lejos. Pero a lo mejor el indudable error gramatical se deba a una burla que el Tiempo nos hace por querer aprehenderlo en signos gráficos. ¿O a que nos resistamos a su pasar, y nos parece dominarlo más cuanto más lo aherrojamos en números y un punto? No lleva leyenda alguna ese artefacto que, cual grillete, nos ponemos en la muñeca, como sí llevan los relojes del sol. Su lenguaje se basa en sílabas monótonas de tictac casi inaudible: todo un sinónimo del Tiempo, al que puede que no nos atrevamos a bien nombrar sin sentir pavor.