Domingo, 05 de Mayo del 2024

Últimas noticias

GENÉTICA

Tres nuevos genes asociados a la obesidad

JANO.es y agencias · 17 marzo 2008

Han sido identificados mediante un método distinto al tradicional, denominado "red molecular", por investigadores de Seattle

El paciente, de 40 años, acude a su médico de familia por unas lesiones cutáneas y, preguntado al respecto, refiere haber mantenido contactos sexuales ocasionales con prostitutas en los últimos tres años. El médico solicita una serie de pruebas diagnósticas para la detección de enfermedades venéreas, incluido el VIH/sida. Dos días después de la primera visita, el paciente retorna enfadado a hablar con su médico, porque su esposa, que trabaja como auxiliar en el mismo centro de salud, aprovechando su puesto, ha tenido acceso a los volantes del laboratorio y le ha formulado reproches y preguntas comprometidas. Además de expresar su indignación, el paciente exige que se le garantice la confidencialidad de los resultados futuros. Y solicita además al médico que ofrezca a su mujer una explicación ficticia que salve su reputación y no comprometa su matrimonio.

Guías de ética

No, no es el guión de un cortometraje ni de un culebrón, sino más bien una situación relativamente frecuente a la que se enfrentan cada día los profesionales sanitarios. Así lo describe un capítulo de las Guías de ética en la práctica médica. Intimidad, confidencialidad y secreto, elaboradas por el Consejo General de Colegios Médicos y la Fundación Ciencias de la Salud, “un texto que está pensado para servir de ayuda al clínico que se enfrenta a situaciones complejas y cotidianas, para las que no existe una receta universal. Por ello se utilizan casos prácticos que se resuelven evitando soluciones fáciles extremas”, señala el Dr. Juan Gérvas, médico de Canencia de la Sierra (Madrid) y uno de los autores de la citada guía.

Por ejemplo, en el caso descrito el manual propone una serie de actuaciones para hacer frente a la situación que oscilan desde las extremas, pasando por las intermedias, hasta las óptimas. Además, hace una exposición de los valores implicados en el caso: proteger la intimidad y reputación de los pacientes por todos los medios, adoptando todas las iniciativas imaginables y realizando todos los esfuerzos y, en el otro extremo, velar por la protección del médico frente al desgaste profesional, intentando no sobrecargarle con actuaciones extraordinarias.

Ofrecer soluciones

Tratando de compaginar ambas situaciones, la guía ofrece una acción óptima, que en este caso concreto sería: pedir excusas al paciente; hablar con su esposa para decirle que las pruebas forman parte de un estudio muy completo que ha solicitado el paciente; ponerse al habla con el laboratorio de análisis microbiológico para solicitar el envío, en sobre cerrado y a nombre del médico, de los resultados, y poner en conocimiento de la dirección el centro el problema para que se tomen las medidas oportunas.

Está claro que la accesibilidad a los historiales clínicos plantea muchas dudas a los pacientes. Según el Dr. Eliseo Collazo, médico especialista en cirugía general y aparato digestivo del Hospital Universitario Reina Sofía (Córdoba), “sólo deben tener acceso completo a la historia clínica quienes tratan al paciente o quienes codifican los datos de las historias”.

El Dr. Collazo insiste en que los pacientes deben saber quién tiene acceso a su historia clínica: “Por ejemplo, no deberían tenerlo los familiares sin el consentimiento del enfermo, los médicos no implicados y el personal sanitario o parasanitario que no realice labores de investigación científica”. De forma similar piensa el Dr. Gérvas: “Es importante insistir en un principio básico: compartir el mínimo de información que dé el máximo beneficio y que pueda provocar el menor daño posible”.

Dificultades a superar

Sin embargo, este objetivo encuentra una serie de dificultades, además de las que plantea el acceso a los datos de las historias clínicas, como su custodia, la información que se debe proporcionar a los usuarios, la necesidad de contar con auditorías independientes o los posibles conflictos que pueden surgir entre las distintas administraciones por temas de confidencialidad. Así lo reconoce, en cierta forma, Jesús Rubí, adjunto al director de la Agencia Española de Protección de Datos: “Con frecuencia, la documentación clínica en papel está sometida a unas medidas de seguridad insuficientes”.

Así, a pesar de que la ley establece que nadie, excepto el profesional sanitario, podrá tener acceso a los datos médicos, la realidad demuestra en muchas ocasiones todo lo contrario. Además, la informatización, que supone una mejora en los sistemas de confidencialidad de los historiales clínicos, también puede tener efectos indeseados. Rubí es consciente de que, aunque desde el punto de vista de la protección se puede obtener una mayor seguridad, se deben realizar proyectos con unas inversiones y una adecuada dotación de medios, “de lo contrario podría darse una mayor inseguridad”.

Por su parte, el Dr. Collazo sostiene que corresponde a las distintas administraciones regular los posibles conflictos que surjan entre los programas informáticos locales y los de los servicios de salud autonómicos. En su opinión, convendría instaurar unidades funcionales de documentación clínica dedicadas a supervisar las medidas de seguridad. Como colofón, este especialista del Hospital Universitario Reina Sofía propone una serie de principios deontológicos: sobriedad o pertinencia, transparencia, responsabilidad y protección universal. “La transparencia mejora la eficiencia y fomenta la confidencialidad”, concluye este experto.

Casar principios con tecnologías

Los expertos reconocen que resulta muy complejo casar principios como el derecho a la intimidad, “que protege la intromisión no deseada de otras personas al ámbito de los valores personales”; confidencialidad, “derecho de las personas de que aquellos que hayan entrado en conocimiento de datos íntimos suyos ni pueden revelarlos ni autorizarlos sin permiso expreso”; secreto médico, “deber profesional de mantener oculta la intimidad del paciente y de no revelar datos confidenciales de éste para fines ajenos a la propia asistencia sanitaria, mientras el paciente no lo autorice o no existan evidencias suficientemente importantes de bien público, evitación de daño a terceros o imperativo legal”, con la aparición de nuevas tecnologías que permiten no sólo un fácil acceso a todo tipo de información, sino también a la intimidad de las demás personas.

Noticias relacionadas

09 Nov 2007 - Actualidad

Nueva luz sobre la genética de la obesidad

Investigadores británicos han descubierto que un gen muy común llamado FTO, asociado al exceso de peso, también participa en los procesos de reparación del ADN

Copyright © 2024 Elsevier Este sitio web usa cookies. Para saber más acerca de nuestra política de cookies, visite esta página

Términos y condiciones   Politica de privacidad   Publicidad

¿Es usted profesional sanitario apto para prescribir o dispensar medicamentos?