NEUMOLOGÍA

Asma grave y asma leve podrían ser dos entidades distintas

JANO.es · 04 febrero 2008

Es lo que plantean investigadores del Severe Asthma Research Program (SARP), que examinó a 287 pacientes que presentaban asma grave y a 382 con asma leve o moderada

El envejecimiento progresivo de la población constituye, sin duda, uno de los principales elementos de presión sobre el sistema de provisión de servicios sanitarios y sociales.

En los últimos años, el número de personas mayores ha ido creciendo y ha pasado de 3,3 millones de personas en 1970 —el 9,7% de la población total— a más de 6,6 millones en el año 2000 —16,6%—, debido principalmente al incremento de la esperanza de vida, la estabilización de las tasas específicas de mortalidad por edad, una fecundidad muy baja y poca migración.

Asimismo, el papel de la mujer de mediana edad del núcleo familiar cómo cuidadora de las personas mayores ha cambiado, debido principalmente a su incorporación progresiva al mundo laboral, lo que hace que ahora disponga de menos tiempo para el citado cuidado.

Por otro lado, se han producido profundos cambios sociológicos en los modelos de familia, relacionados con un mayor número de divorcios y con la aparición de nuevas formas de convivencia. Predominan los hogares constituidos por una sola persona, parejas con hijos o sin ellos y hogares monoparentales.

Estos tres hechos han hecho que la atención a las necesidades de las personas en situación de dependencia constituya hoy, en todos los países desarrollados, uno de los grandes retos de la política social y sanitaria. Prueba de ello es la supuesta e inminente entrada, a partir del 1 de enero del 2007, de la ley estatal de promoción de autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia.

Dicha ley garantiza unos derechos básicos que se fundamentan en los principios de universalidad, equidad e igualdad, y en la participación, integración y normalización de la atención a las personas en situación de dependencia, desarrollando un sistema de atención integral. Una ley que regula las condiciones básicas de promoción de la autonomía personal.

A través de estas páginas, los lectores podrán valorar distintas aproximaciones al actual anteproyecto de ley. A. Gil nos contextualiza el marco legislativo de la dependencia, entendida como “el estado en que las personas, debido a la falta o a la pérdida de autonomía física, psicológica o mental, necesitan de algún tipo de ayuda o asistencia para desarrollar sus actividades diarias. La dependencia también podría verse originada o verse agravada por la ausencia de integración social, relaciones solidarias, entornos accesibles y recursos adecuados para la vida de las personas mayores”.

J. Casanovas pone de manifiesto en su artículo que el anteproyecto de ley todavía ha de responder a una serie de preguntas relacionadas con la creación del consejo territorial del sistema de dependencia y sus tareas —acordar un plan integrado, estructura del copago, cuantía de las prestaciones económicas, instrumento y baremo de valoración, elaborar un plan de prevención...—. Considera un elemento clave las predicciones cuantificadas de crecimiento demográfico y las de prevalencia de la situación de dependencia, prevé complejo el escenario del copago si tenemos en cuenta el nivel de renta y patrimonio de nuestros mayores y apuesta por el trabajo integrado entre servicios sociales y sanitarios.

Siguiendo en la línea mencionada por J. Casanovas, J.C. Contel reflexiona sobre los beneficios de esta nueva ley en relación a un modelo consolidado de coordinación e integración de servicios sanitarios y sociales, sobre todo en el ámbito de la atención domiciliaria, donde actualmente se facilita una atención fragmentada y a veces excluyente por parte de las diferentes organizaciones implicadas. Nos sugiere una línea de trabajo a partir de una “puerta única de entrada”, la innovación en la manera de prestar servicios, en la incorporación de sistemas de información interconectados e incorporando elementos de transversalidad en los proyectos comunitarios.

En definitiva, no podemos desaprovechar esta oportunidad: crear un buen sistema de atención a las personas dependientes a partir de la cooperación entre instituciones, entre profesionales y entre agentes sociales.