OTORRINOLARINGOLOGÍA
Cirugía nasal para la apnea del sueño
JANO.es · 25 abril 2008
Un estudio taiwanés muestra que mejora la calidad de vida de los afectados y reduce los síntomas de los bloqueos nasales
La puesta en práctica de intervenciones básicas, entre ellas la lactancia materna, la inmunización, la administración de vitamina A y la utilización de mosquiteros,son esenciales para ampliar la escala de los progresos.
En 2006, por primera vez en la historia reciente, la cifra total de muertes anuales entre los niños y niñas menores de cinco años fue inferior a los 10 millones, al situarse en los 9,7 millones. Esto representa una reducción de un 60% de la tasa de mortalidad en la infancia desde 1960. Sin embargo, no podemos permitirnos un exceso de confianza. La pérdida de 9,7 millones de vidas jóvenes todos los años es inaceptable, especialmente cuando muchas de estas muertes se pueden evitar. A pesar de los progresos, el mundo no está todavía en camino de reducir en dos terceras partes la tasa de mortalidad de menores de cinco años en 2015, que es uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Los datos recopilados por el Grupo Interinstitucional para la Estimación de la Mortalidad revelan que se han alcanzado progresos en diversos países de todas las regiones del mundo. Desde 1990, la tasa de mortalidad de menores de cinco años de China ha descendido de 45 muertes por cada 1.000 nacidos vivos a 24 por cada 1.000, una reducción de un 47%.
La tasa de mortalidad de menores de cinco años de India se ha reducido en un 34%. Desde 1990, seis países han conseguido reducir las tasas en un 50%: Bangladesh, Bhután, Bolivia, Eritrea, el Nepal y la República Popular Democrática Lao. Sin embargo, sus tasas de mortalidad de menores de cinco años siguen siendo elevadas. Y Etiopía ha logrado reducir esa tasa en casi un 40% desde 1990.
De los 62 países que no han logrado ningún progreso, o progresos insuficientes, hacia el Objetivo de Desarrollo del Milenio sobre supervivencia infantil, cerca de un 75% se encuentran en África. En algunos países de África meridional, la prevalencia del VIH y el SIDA ha hecho retroceder las reducciones en la mortalidad de menores de cinco años que se habían registrado anteriormente. Alcanzar el objetivo en estos países exigirá un esfuerzo concertado.
La puesta en práctica de intervenciones básicas de salud generalizadas, entre ellas la lactancia materna temprana y exclusiva, la inmunización, la administración de vitamina A y la utilización de mosquiteros tratados con insecticida para evitar el paludismo, son esenciales para ampliar la escala de los progresos, tanto en África subsahariana como en otras partes.
Hay que hacer más para aumentar el acceso al tratamiento y a los medios de prevención, para abordar las repercusiones devastadoras de la neumonía, la diarrea, el paludismo, la desnutrición grave aguda y el VIH.
Sabemos que es posible salvar vidas cuando los niños y niñas tienen acceso a servicios comunitarios de salud, respaldados por un sistema eficaz de remisión de casos.
El objetivo debe ser prestar intervenciones decisivas a escala comunitaria, como parte de una serie de actividades integradas para apoyar la creación de sólidos sistemas nacionales de salud. Y es preciso prestar una especial atención a las necesidades de las mujeres, de las madres y de los niños y niñas recién nacidos.
El Banco Mundial, la Organización Mundial de la Salud y el UNICEF, a invitación de la Unión Africana, han preparado conjuntamente un marco –que se analiza minuciosamente en el informe Estado Mundial de la Infancia de este año– para ayudar a los países africanos a lograr el ODM relacionado con la supervivencia infantil.
Una fuente de esperanza es el nuevo impulso que ha cobrado la salud en el mundo. El interés público y privado es muy grande y, con el fin de capitalizar este impulso, se han establecido y reforzado una serie de alianzas innovadoras.
Las alianzas encierran la promesa de acelerar los progresos hacia el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. El UNICEF trabaja estrechamente con los aliados del sistema de las Naciones Unidas y con los gobiernos, con las organizaciones regionales y no gubernamentales, las fundaciones y el sector privado, para coordinar las actividades y combinarlos conocimientos técnicos y la información.
Nuestro desafío ahora es actuar con un sentimiento colectivo de urgencia para ampliar la escala de todo aquello que ya ha demostrado dar buenos resultados.
"No podemos permitirnos un exceso de confianza. La pérdida de 9,7 millones de vidas jóvenes todos los años es inaceptable, especialmente cuando muchas de estas muertes se pueden evitar. A pesar de los progresos, el mundo no está todavía en camino de reducir en dos terceras partes la tasa de mortalidad de menores de cinco años en 2015, que es uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio."