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OBSTETRICIA

Colesterol materno y nacimientos prematuros

JANO.es · 09 octubre 2007

Un estudio publicado en "Pediatrics" revela que niveles excesivamente bajos de colesterol en las gestantes puede perjudicar la salud del feto

El autor habla del relevo del pediatra en la enfermedad crónica del niño al alcanzar la adolescencia, y hace hincapié en que dicho relevo requiere la actuación a largo plazo del equipo pediátrico para proporcionar una progresiva autonomía al paciente.

El progreso incesante de la medicina ha permitido que los niños afectados de enfermedades crónicas alcancen la adolescencia y la edad adulta. Actualmente, los pediatras consideramos que la adolescencia forma parte de la pediatría. El límite de edad que señala el relevo del pediatra por el médico de familia o por el especialista de adultos en una determinada enfermedad no puede ser preciso, porque depende de consideraciones administrativas variables y porque además, en cada caso, se debe tener en cuenta la situación psicosocial del enfermo y de su familia, escogiendo el momento más oportuno dentro de las posibilidades burocráticas. Como ha señalado la Academia Americana de Pediatría, todos los protagonistas del relevo: el pediatra, el médico de adultos, el paciente y su familia deben hacer el esfuerzo necesario para que el relevo se verifique con garantías de validez científica y de coordinación empática.

Las dificultades para esta transición por parte del pediatra pueden depender de los lazos afectivos que le unen al paciente y a su familia, y que se han tejido a lo largo de muchos años de relación profesional. Si además el pediatra observa en el paciente ciertos signos de problemática del desarrollo --retraso del crecimiento, retraso puberal, disminución cognitiva-- se considera aún competente para resolverlos. Con frecuencia, además, la propia enfermedad del paciente tiene para el pediatra un interés científico que le seduce para continuar su observación y tratamiento.

Las dificultades del relevo vinculadas a la misma enfermedad generalmente no se plantean, porque hay especialistas en la misma enfermedad crónica que tienen experiencia en pacientes adultos y relevan a los pediatras o a los especialistas pediátricos. Así ocurre en la diabetes, en la fibrosis quística, en las nefropatías crónicas, en el asma bronquial, etc.

Las dificultades del relevo pueden surgir del paciente o de su familia, por miedo a perder una relación protectora privilegiada o por miedo a enfrentarse con un médico o un equipo médico desconocido que no tenga en cuenta sus exigencias en calidad de vida o sus circunstancias personales, aunque estén convencidos de su excelencia técnica. Algunos adolescentes sienten también angustia por la futura obligada convivencia con enfermos adultos o ancianos, que quizás presenten signos de mala evolución de su misma enfermedad crónica y que les planteen interrogantes acerca del futuro de su propia evolución. En algunos casos piensan que esta convivencia puede facilitar un determinado contagio, como ocurre en la fibrosis quística respecto a la infección pulmonar por Pseudomonas.

Las dificultades del relevo dependientes de los padres del paciente se fundan en su desconfianza en el potencial de autonomía de los adolescentes en un ambiente de adultos y en su capacidad de cumplimiento de las recomendaciones médicas. Además temen su paso a un segundo plano como interlocutores de los médicos, aunque en realidad continúan siendo indispensables para el cuidado de los jóvenes enfermos.

Es, pues, lógico que el relevo requiera la actuación a largo plazo del equipo pediátrico para proporcionar una progresiva autonomía al paciente, convenciendo a éste y a su familia de que este cambio de atención médica debe producirse en beneficio del paciente y tanto más porque se relaciona con su inserción en la vida profesional, con la formación de una familia y con su participación en la sociedad. Y el equipo médico de adultos debe estar científicamente preparado y humanamente decidido a invertir el tiempo y el esfuerzo necesarios para asumir su papel respecto al nuevo paciente.

El pediatra está obligado a traspasar la información que posee del paciente y será mejor un documento de síntesis que un redundante paquete de folios. A menudo el relevo exige la coordinación de 2 equipos multidisciplinares, por tratarse de una afección multiorgánica, y sólo es realizable cuando el traspaso tiene lugar en un hospital general que atiende simultáneamente a niños y adultos. En contrapartida el médico novel debería mantener informado al pediatra de sus observaciones para establecer una cooperación gratificante a largo plazo para ambos.

El traspaso del "testigo" en las carreras de relevos es siempre un momento delicado. Como indica Alvin, jefe del Servicio de Medicina para adolescentes del Hospital Bicêtre de París, también lo es cuando se produce el relevo del pediatra por el especialista de adultos en los pacientes con enfermedades crónicas. Lejos de ser un mero trámite administrativo, exige la dedicación profesional y empática tanto del pediatra dador como del médico receptor.

 El pediatra está obligado a traspasar la información que posee del paciente y será mejor un documento de síntesis que un redundante paquete de folios. A menudo el relevo exige la coordinación de 2 equipos multidisciplinares.

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