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GENÉTICA

Descubierta una nueva causa de retraso mental

JANO.es · 25 enero 2008

Científicos belgas y australianos revelan que os proteínas son producidas en exceso en pacientes afectados por retraso mental ligado al cromosoma X

El 8,4% de los pacientes ingresados en los hospitales españoles presenta algún efecto adverso relacionado directamente con la asistencia hospitalaria, un porcentaje que sitúa a nuestro país en una posición similar a la de las naciones de nuestro entorno económico. La evidencia deriva de los resultados del Estudio Nacional sobre los Efectos Adversos ligados a la Hospitalización (ENEAS) 2005, trabajo desarrollado por el Departamento de Salud Pública de la Universidad Miguel Hernández de Elche en colaboración con el Ministerio de Sanidad y Consumo y que, englobado en la “Estrategia para la mejora de la seguridad del paciente” gubernamental, se corresponde con el quinto más potente del mundo en su clase, así como el segundo europeo, por el número de los sujetos estudiados.

El ENEAS, llevado a cabo sobre una muestra de 24 hospitales públicos del Sistema Nacional de Salud, se desarrolló con el objetivo fundamental de estimar la incidencia de efectos adversos en hasta 5.755 pacientes —53,3 años de media de edad y un 54,4% de mujeres— ingresados durante una semana en hospitales españoles. Para ello, los autores consideraron como efecto adverso todo accidente imprevisto e inesperado, recogido en la historia clínica del paciente, que hubiera causado lesión o incapacidad o prolongación de la estacia en el hospital o muerte, y que se derivara de la asistencia sanitaria y no de la enfermedad de base del paciente.

Accidente inesperado

Atendiendo al criterio de los autores, los 128 profesionales de los centros sanitarios y universidades que participaron en el estudio indentificaron como efectos adversos confirmados las infecciones de heridas quirúrgicas, la posible suspensión de la intervención quirúrgica programada, el mal abordaje del dolor, la prescripción de fármacos contraindicados, la intolerancia a un fármaco o la no administración del tratamiento; las úlceras por presión; los arrancamientos del sondaje por parte del propio paciente, los cambios de vías por donde se administra el suero en caso de dolor o extravasación del líquido fuera de la vena. Efectos, en definitiva, identificados a partir de la historia clínica, aspecto que en opinión de los autores “puede haber limitado el ENEAS, pues la posible mala calidad de los historiales podría habernos llevado a infraestimar la incidencia de efectos adversos. De hecho, los propios evaluadores consideraron que la información referente al efecto adverso recogida en la historia clínica resultaba inadecuada hasta en un 19% de los casos”.

De acuerdo con los resultados del estudio, la incidencia de efectos adversos, establecida en un 8,4% para la asistencia hospitalaria, se eleva hasta un 9,3% cuando se incluyen todos los efectos relacionados con la asistencia sanitaria. En este contexto, el uso del medicamento, con hasta un 37,4% de la totalidad de casos, se corresponde con la principal causa de presentación de efectos adversos. Tras ésta se sitúan la infección nosocomial (25,3%) y los problemas técnicos durante un procedimiento quirúrgico (25%), muy especialmente si requieren anestesia.

El 17,7% de los pacientes acumuló más de un efecto adverso, y aquellos que presentaban factores de riesgo intrínsecos tenían 1,6 veces más probabilidades de presentar efectos adversos.

La edad, factor de riesgo fundamental

El ENEAS ha venido a confirmar la gran trascendencia de la edad en la presentación de efectos adversos. Así, y de acuerdo con los resultados, la media de edad de los pacientes con efectos adversos es hasta 12 años superior a la de los que no presentan dichos efectos (64,3 años frente a 52,5). De la misma manera, el riesgo de desarrollar un efecto adverso en los mayores de 65 años duplica el de los menores de esa edad (12,4% frente al 5,4%), resultado que coincide con las evidencias, numerosas, publicadas previamente.

En este contexto debe tenerse en cuenta que el ENEAS, de manera similar a como ha sucedido con el resto de estudios de su clase, no muestra la posible existencia de diferencias de género —9,1% de los varones frente al 7,8% de las mujeres—. La razón, una vez más, la no realización de un análisis genérico de los efectos adversos, aspecto que en opinión de los autores debería subsanarse en estudios ulteriores.

Prevención

Por su parte, hasta un 20,6% de los efectos se presentó durante el período de prehospitalización, razón por la que los autores aconsejan “el diseño de nuevos estudios que premitan tener un diagnóstico de situación en otros ámbitos asistenciales, caso de la atención primaria y de las urgencias, tanto hospitalarias como extrahospitalarias”. A este respecto, y de una manera semejante a como han venido constatando similares estudios, debe destacarse que prácticamente la mitad de los efectos adversos, esto es, un 42,8% de ellos, se pueden evitar.

En consecuencia, según indica el Prof. Jesús Aranaz, del Departamento de Salud Pública de la Universidad Miguel Hernández y director del ENEAS, “debe esperarse que los profesionales no hagan aquello que resulte inadecuado o innecesario y además comporte riesgo, para así hacer más improbable lo difícilmente evitable. En cuanto a lo fácilmente evitable, será facilitado por el conocimiento y la sensibilización entre profesionales”. Las recomendaciones también incluyen la evaluación de la eficacia y efectividad de las medidas de prevención de los efectos adversos prioritarios por su frecuencia o impacto.

De la totalidad de 665 efectos adversos observados, hasta un 45% fue calificado como leve, un 39% como moderado y el 16% como grave. El 31,4% de estos efectos tuvo como consecuencia un incremento de la estancia, mientras que el 24,4% condicionó el reingreso hospitalario —en hasta un 74,9% de los casos por, una vez más, infecciones nosocomiales y complicaciones relacionadas con procedimientos quirúrgicos y con el uso de medicamentos—. En los pacientes en los que se prolongó la hospitalización, la mediana de días de estancia añadidos fue de 4, período que en el caso de los reingresos se incrementó hasta alcanzar la semana. La densidad de incidencia se estableció en 1,4 efectos adversos por cada 100 días de estancia-paciente —7,3 por cada 1.000 días en el caso de los efectos moderados o graves.

Mortalidad comparada

La incidencia de exitus o fallecimientos asociada con efectos adversos observada en los hospitales españoles es inferior a la que muestran otros trabajos internacionales. Así, y mientras que en España se establece en el 4,4%, diversos estudios han situado la mortalidad en el 4,9% en Australia, el 6,1% en Dinamarca, el 8% en el Reino Unido y el 6,6% en Estados Unidos —porcentaje que se eleva hasta un 13,6%, el mayor detectado hasta el momento, según el estudio HMPS—. Sin embargo, las diferencias establecidas entre el ENEAS y los distintos estudios nacionales no alcanzan significación estadística, con excepción del HMPS.

Seguridad de los pacientes

La seguridad de los pacientes es considerada en la actualidad un aspecto clave de las políticas de calidad de los sistemas de salud. Así lo han constatado las actuaciones emprendidas por las principales organizaciones internacionales, caso de la “Alianza Mundial para la Seguridad del Paciente”, instituida por la Organización Mundial de la Salud en 2004. La seguridad de los pacientes también constituye una prioridad para, por un lado, las sociedades científicas y, por otro, el Ministerio de Sanidad, quien la ha calificado como una línea estratégica dentro de las actuaciones del Plan de Calidad para el Sistema Nacional de Salud. De ahí la elaboración de una “Estrategia para la mejora de la seguridad del paciente”, cuyo primer paso ha sido el desarrollo de un estudio, el ENEAS, que posibilitará un análisis de la situación actual.

Menos camas, mayor riesgo

El riesgo de presentar un efecto adverso es 1,4 veces superior en los hospitales pequeños —menos de 200 camas— que en los grandes —500 o más camas—. En opinión de los autores, la explicación “podría hallarse no sólo en las diferencias halladas en cuanto al período medio de estancia, sino también en un posible sesgo de información, esto es, en las diferencias en la cumplimentación de la historia clínica”. Así, debe tenerse en cuenta que los investigadores valoraron como inadecuada el 29,17% de la información recogida en los historiales de los hospitales pequeños, porcentaje que se estableció en únicamente un 19,8% en los grandes centros. Investigadores que, a su vez, consideran que “tal vez el tamaño de hospital no sea una característica apropiada para clasificar los hospitales”.

Por último, los hospitales medianos —de 200 a 499 camas— presentaron el menor riesgo de efectos adversos —0,81 veces el mostrado por los grandes.

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