Lunes, 29 de Abril del 2024

Últimas noticias

GINECOLOGÍA

Descubren células madre en la sangre menstrual

JANO.es y agencias · 15 noviembre 2007

Bautizadas como células regenerativas endometriales, presentan una gran capacidad para diferenciarse en al menos nueve tipos de células distintas

El escenario permanece completamente vivo. También los personajes que acuden como sombras al encuentro del viajero. Es el Caribe más mágico, desde la joya colonial de Cartagena de Indias hasta la secreta región de la Guajira, donde leyenda y realidad confunden sus límites. Son los lugares en que vivió el más grande escritor de lengua castellana de todos los tiempos tras Miguel de Cervantes, los que lo inspiraron. Y los recorrimos casi todos en este año considerado como el año de Gabriel García Márquez. El autor colombiano celebrará en diciembre próximo 25 años de haber recibido el Premio Nobel de Literatura, pero este mismo año también ha celebrado sus 80 años de vida y 40 de haber publicado su novela más famosa: Cien años de soledad, la historia que narra las vivencias de la familia Buendía en un pueblo fantástico llamado Macondo.

“Bienvenidos al mundo mágico de Macondo”, dice un enorme cartel en la carretera de entrada a Aracataca, una somnolienta y calurosa localidad del norte de Colombia, de no más de 56.000 habitantes. Aquí nació hace 80 años Gabriel García Márquez y aquí todos sitúan el universo mítico de Macondo, nutrido de los recuerdos de infancia del premio Nobel y teñidos de una gran fantasía. Aracataca ya no es la aldea polvorienta que describió el autor. Ahora es tan sólo un pueblo costeño de sol abrumador y calor inaguantable, ruidoso y alegre, de amplias calles arenosas y grandes casas de madera con tejados de zinc que, después de cien años de soledad, comienza a tener algunos privilegios por haber parido a todo un premio Nobel. Aracataca tiene esa atmósfera caribeña de gente que se entretiene jugando billar y dominó, se transporta en bicitaxi, escucha vallenatos y cumbias a todo volumen o asiste a la iglesia y a las peleas de gallos todos los domingos.

La casa museo

La semiabandonada estación de tren, por donde hoy sólo pasa un interminable convoy de 120 vagones cargados de carbón, es uno de los lugares de paso obligado para los cada vez más numerosos peregrinos literarios que buscan las huellas de “Gabo”. Pero cualquier habitante del pueblo nos mostrará también con orgullo la Iglesia de San José, donde fue bautizado el niño Gabriel; el Colegio Maria Montessori, donde el escritor aprendió a leer y escribir; la casa del telegrafista, donde trabajó su padre, y ¡cómo no!, la vieja casa donde nació el escritor, reconvertida hoy en un humilde museo.

Adrián Mercado y Rubiela Reyes, los guías de la casa-museo, están siempre ocupados en sus quehaceres. Ella atiende a los turistas repitiendo incansablemente la misma historia: “Gabo nació aquí en marzo de 1927 y fue el primero de los doce hijos que tuvo el boticario y telegrafista del pueblo con la hija del coronel Nicolás Márquez y de Tranquilina Iguarán. Gabriel Eligio García, su padre, fue uno de los numerosos inmigrantes que, con la ‘fiebre del banano’, llegaron al pueblo en el primer decenio del siglo XX. Su madre, Luisa Santiaga Márquez, pertenecía, en cambio a una de las familias eminentes del lugar, la cual no vio con buenos ojos los amores de su hija con uno de los ‘aventureros’ de la ‘hojarasca’, como llamaban despectivamente a los inmigrantes. Gabo fue criado aquí hasta los nueve años por los abuelos maternos.”

Efectivamente, Nicolás Márquez, el abuelo, fue el personaje fundamental de la infancia del escritor. Solía contarle historias y enseñarle el mundo circundante hasta que murió en 1936 y el pequeño Gabito tuvo que irse a Barranquilla. Ya no regresaría a su pueblo natal hasta catorce años después, en compañía de su madre, para vender la casa de su infancia. Desde aquel día, el encuentro con los paisajes y personas de su niñez empezaría a transformarse en Macondo, que en realidad era el nombre de una hacienda de la compañía bananera. Fue quizá frente a las ruinas de aquella casa grande y muy triste donde había vivido los primeros años de su vida —con una hermana que comía tierra, una abuela que adivinaba el porvenir y un abuelo atormentado por la sombra de un hombre al que había tenido que matar en un duelo—, donde sintió, tal vez por vez primera, la necesidad de dejar constancia poética del mundo de su infancia.

La localidad de Aracataca, al norte de Colombia, es el municipio donde nació Gabriel García Márquez y donde se sitúa el universo mítico de Macondo, el pueblo recreado en varias novelas garciamarquianas. Macondo en realidad era el nombre de una hacienda de una compañía bananera en Aracataca. El banano sigue siendo un cultivo importante pero ya no tiene el peso que describe García Márquez en una época en la que la multinacional United Fruit Company explotaba toda la región.

El Caribe colombiano

Pero el camino que lleva a Macondo pasa por otros muchos lugares del Caribe colombiano, donde se sitúan muchos otros escenarios literarios íntimamente ligados a la vida y la obra de García Márquez.

Cartagena de Indias, la ciudad amurallada, bien podría ser la primera etapa de un viaje literario por esa accidentada geografía caribeña buscando las huellas de “Gabo”. No es fácil escapar al hechizo que ejerce la que dicen es la ciudad colonial más bella del mundo. La misma ciudad ardiente donde un día Florentino Ariza vio a Fermina Daza, “encinta de seis meses y con pleno dominio de su nueva condición de mujer de mundo, y tomó la determinación feroz de ganar nombre y fortuna para merecerla”. García Márquez dio vida a estos dos personajes en El amor en los tiempos del cólera (1985), para recrear el difícil noviazgo de sus propios padres en Aracataca. Gabo residiría bastantes años en Cartagena y allí creó también Del amor y otros demonios, una novela ambientada en la Cartagena de Indias del siglo XVIII, que cuenta los amores imposibles entre un cura de treinta años y una marquesita criolla de doce a la que debía exorcizar.

Barranquilla. El Caribe es música, color y ritmos sensuales; es también la luz de un mar cálido y la fusión de tres culturas: la africana, la indígena y la europea. El Caribe es en definitiva una forma de ser, y donde más se nota el carácter caribeño es en la ciudad de Barranquilla. Asentada a orillas del río Magdalena, es la ciudad más festiva, acogedora y alegre de toda la costa, sobre todo si se llega para su famoso Carnaval. Es en Barranquilla donde tras abandonar sus estudios de derecho, García Márquez viviría hacia comienzos de la década del 50 y orientaría su vida al periodismo y a la literatura. Aquí, Gabo gestó su primera novela, La hojarasca (1955) donde aparece por primera vez bosquejado el pueblo mítico de Macondo

Santa Marta. A partir de Barranquilla, en dirección a Santa Marta, el Caribe se vuelve silencioso y mágico. Aracataca queda a algo más de la mitad de camino entre estas dos ciudades. La topografía se vuelve desmesurada y de la planicie fogosa aracatana se pasa a contemplar las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta, las montañas más altas de la tierra junto al mar. Desde allí también se puede viajar a la pantanosa ciénaga Grande de Santa Marta y sus pueblos lacustres, donde los cayucos con sus velas al viento surcan las tranquilas aguas y los pescadores lanzan sus redes al unísono formando abanicos en el aire. El Macondo de Cien años de soledad es deudor de estas ciénagas perdidas entre laberintos de manglares. La Ciénaga, al igual que la Sierra Nevada de Santa Marta, son dos de los lugares que atraviesa la expedición de José Arcadio Buendía en Cien años de soledad al partir desde la ciudad de Riohacha, en la Guajira.

Río Magdalena. La misma carretera de la costa que cruza la ciénaga y la sierra, pasa por el río Magdalena, presto ya a desembocar en el mar, y protagonista de múltiples novelas de Gabo, especialmente en El general en su laberinto (1989) una novela histórica en la que relata el camino hacia la muerte de Simón Bolívar tras un largo y penoso viaje por este gran río colombiano.

Guajira. La carretera de la costa conduce también a la enigmática región de la Guajira, fronteriza con Venezuela y habitada por los indígenas wayúus. De la Guajira provenía su familia materna y Gabo viajó además por muchos de sus pueblos vendiendo enciclopedias y libros de medicina. Los paisajes, la gente y las costumbres de la remota Guajira han quedado reflejados en cuentos como La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada (1972). Y como esta, tantas otras obras de Gabo se inspiraron en estas tierras caribeñas para crear sus historias delirantes, llenas de realismo mágico.

Cartagena de Indias
En esta ciudad amurallada se ambientan dos de las novelas de García Márquez; El amor en los tiempos del cólera y Del amor y otros demonios.

Barranquilla 
Gabriel García Márquez viviría en los años cincuenta en esta ciudad, donde entabló gran amistad con un grupo de intelectuales y donde nacería su primera novela La hojarasca (1955). Su famoso carnaval es patrimonio de la Humanidad.

Santa Marta

Santa Marta es la segunda ciudad más turística del caribe colombiano tras Cartagena. Aquí murió el libertador Simón Bolívar y aquí se encuentra su mausoleo. Gabriel García Márquez se inspiró en este hecho para escribir El general en su laberinto (1989). La Ciénaga Grande de Santa Marta y la sierra nevada de Santa Marta son lugares que aparecen permanentemente reflejados en las novelas del escritor colombiano.

Río Magdalena

El río Magdalena es una fuente de inspiración permanente para el escritor. Lo recorrió diez veces, lo que le permitió ampliar su conocimiento de Colombia y más tarde ambientar parte de sus novelas, especialmente El general en su laberinto, una novela histórica en la que relata el camino hacia la muerte de Simón Bolívar a los 47 años, tras un largo y penoso viaje por este gran río colombiano.

Guajira

Los paisajes, la gente y las costumbres de la remota Guajira han quedado reflejados en cuentos como La increíble y triste historia de la cándida Erendira y de su abuela desalmada (1972), en el cual Gabo hace gala de su talento fabulador e imaginativo y retrata una tierra desértica y mágica, barrida por el viento y habitada por orgullosos indios guajiros que descifran el futuro por medio de los sueños.

Texto y fotos: Javier Sulé

Copyright © 2024 Elsevier Este sitio web usa cookies. Para saber más acerca de nuestra política de cookies, visite esta página

Términos y condiciones   Politica de privacidad   Publicidad

¿Es usted profesional sanitario apto para prescribir o dispensar medicamentos?