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HIPERTENSIÓN

Día Nacional de la Hipertensión

JANO.es y agencias · 10 octubre 2007

Bajo el lema "No corras riesgos, controla tu tensión", la jornada alerta de que poco más del 32% de los hipertensos españoles está correctamente controlado

El autor analiza los tres determinantes principales de la calidad asistencial: la experiencia del médico en el manejo del problema de la salud, el tipo de organización en la que trabaja y el tiempo que dedica a formarse en este aspecto de salud.

Hace tiempo que sabemos que existen tres determinantes principales de la calidad asistencial: la experiencia del médico en el manejo del problema de salud, el tipo de organización en la que trabaja el médico y el tiempo que dedica a formarse en este aspecto de salud.

De los tres elementos, el de más peso, sin duda, es el segundo. Una organización bien gestionada en todos sus aspectos —interno y externo—, con suficientes recursos y que aplique juiciosamente la metodología de la garantía de calidad sería la utopía en la que una mayoría quisiéramos trabajar. 

El filósofo R. Paniker suele comentar que, en general, nos podemos considerar afortunados porque en la humanidad predomina mayoritariamente el bien sobre el mal. Nos atreveríamos a añadir que también tenemos suerte porque en el sistema sanitario mayoritariamente predominan la generosidad personal y la buena voluntad que, a veces, suplen algunas flagrantes deficiencias organizativas o asistenciales.

En los últimos años, la mejora de calidad del proceso asistencial se ha ido incorporando tímidamente en organizaciones sanitarias del país. Este es un reto que tenemos todos. Desde el punto de vista ético, debemos sentirnos obligados a organizarnos para incorporar en nuestros centros la metodología de la garantía de calidad. Ello redunda directamente en la mejora de la salud de la población, y también en la mejora de la “salud” de los profesionales sanitarios.

Uno de los pocos incentivos que nos quedan a los médicos es precisamente la satisfacción de poder prestar una asistencia de calidad a nuestros pacientes y, además, saber que es posible irla mejorando mediante intervenciones concretas en nuestros centros.

El deterioro asistencial se asocia —significativamente— con insatisfacción de los profesionales, de los pacientes y de los gestores. Por lo tanto, en la mayoría de los casos, es necesario un pacto entre los objetivos de mejora de las gerencias y los objetivos de los profesionales de los centros. Ambas partes deben entenderse mutuamente, porque a mayor consenso, mayor motivación e interés, mejor éxito en las mejoras acordadas y mayor satisfacción. En los últimos años, con la informatización masiva de las historias clínicas, hay una tendencia natural a la evaluación exclusiva de procedimientos y registros. Este no es más que un primer paso. Si el objetivo es mejorar la salud del paciente, entonces son preferibles las evaluaciones que analizan directamente resultados de salud.

¿Qué nos interesa más, saber si hemos tomado la presión arterial a nuestro paciente en los últimos dos meses o saber si estamos midiendo correctamente dicha presión arterial? La respuesta es: ambas cosas nos interesan. Sin embargo, evaluar la segunda opción es más complejo puesto que necesitamos algo más que los datos registrados en el ordenador.

Por lo tanto, no debemos renunciar a evaluar resultados de salud más complejos ni a intervenciones ambiciosas de mejora que nos permitan avanzar mucho más. En el caso de la hipertensión, los campos de actuación son casi ilimitados: desde la mejora en el control tensional de la población, hasta la mejora en los perfiles de riesgo cardiovascular o la adecuación de la prescripción, pasando por la imperiosa necesidad de que cada consulta disponga, al menos, de un manguito de obesos o de que haya un protocolo de mantenimiento, calibrado y revisión de los equipos de medida de presión arterial de cada centro.

Para acabar queremos insistir en algunos aspectos organizativos comentados al principio como fundamentales para la mejora. Todos sabemos que la calidad asistencial precisa de una condición necesaria, aunque no suficiente: más tiempo para poder dedicarlo a nuestros pacientes. Es decir, debemos invertir y mejorar la organización de nuestro Sistema Nacional de Salud para reducir la presión asistencial, especialmente en atención primaria. Se trata de prevenir la claudicación de los profesionales, lo que representaría asimismo la claudicación y el fracaso de la organización y, en consecuencia, lo que sería peor, el deterioro de la salud de nuestra población. A mayor presión asistencial, peor control tensional y peor salud poblacional.

 "Debemos invertir y mejorar la organización de nuestro Sistema Nacional de Salud para reducir la presión asistencial, especialmente en atención primaria. A mayor presión asistencial, peor control tensional y peor salud poblacional."

“La calidad asistencial precisa de una condición necesaria, aunque no suficiente: más tiempo para poder dedicarlo a nuestros pacientes.”

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