PSIQUATRÍA
El miedo al despido hace que las personas con depresión tiendan a ocultar la enfermedad
JANO.es · 04 junio 2012
Los expertos recuedan que el diagnóstico temprano de esta dolencia posibilita una ayuda eficaz y acelera el retorno a la normalidad.
Alrededor del 20% de las mujeres y el 10% de los varones sufrirán un síndrome depresivo a lo largo de su vida que afectará a sus relaciones laborales. A la hora de acceder a un trabajo –o desempeñando uno-, quienes sufren esta enfermedad procuran ocultarla por miedo a posibles represalias.
Así lo aseguran el presidente de la Sociedad Vasco-Navarra de Psiquiatría, el Dr. Luis Pacheco, y la vocal por Bizkaia de la citada institución, la Dra. Edurne Basterreche. Según explican, algunas personas con depresión “ienen que dejar de trabajar durante cierto tiempo a causa de la gravedad de sus síntomas. Otros pueden continuar trabajando, aunque su rendimiento es menor al habitual.
Las repercusiones de un síndrome depresivo a nivel laboral son diversas: cansancio, incumplimiento del horario, apatía, falta de atención y concentración, irritabililidad, disputas con los compañeros y, en definitiva, disminución del rendimiento.
A este respecto, el Dr. Pacheco destaca que “la identificación rápida” de los síntomas en una persona que sufre una depresión “posibilitará una ayuda eficaz, acelerará el retorno al nivel de funcionamiento previo, y reducirá mucho sufrimiento innecesario”, porque “uno de los factores de buen pronóstico a la hora de responder a un tratamiento antidepresivo es el inicio temprano de éste".
La Dra.Basterreche subraya, asimismo, que cuando trabajas en una empresa “puede ser de gran ayuda que consultes estos problemas en el departamento de salud laboral, confiando en su confidencialidad, porque además de orientarte hacia un diagnóstico y un tratamiento, te pueden ayudar con las dificultades laborales que antes hemos mencionado hasta que los síntomas se resuelvan”.
El Dr. Pacheco, por su parte, señala que “la depresión no constituye un error, una debilidad o una falta, sino que es una enfermedad como la gripe o la diabetes. Su solución no está en superarse, poner buena cara o dominarse, ni tampoco en resignarse y aceptar el sufrimiento, sino en el seguimiento de un tratamiento adecuado, específicamente indicado, administrado y supervisado por un terapeuta experto”.