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GENÉTICA

Genes que ayudan a vivir más y sin cáncer

Óscar Giménez, Barcelona · 15 octubre 2007

Un nuevo estudio norteamericano muestra que existen genes que, además de incrementar la longevidad, actúan frenando el crecimiento tumoral

La confianza constituye el valor esencial que garantiza la viabilidad social del contrato entre la profesión médica y la sociedad. El ejercicio de la medicina se enfrenta a nuevos retos y oportunidades, que surgen en un entorno de cambio social sin precedentes en la historia de la humanidad. En este entorno destacan tres fenómenos sociales: los cambios en la estructura laboral de las profesiones sanitarias, la aparición de un nuevo modelo de paciente y de ciudadano y la transformación y aumento de la complejidad en la gestión del conocimiento.

A ello se une la colectivización de la provisión de los servicios sanitarios como estrategia para garantizar un acceso equitativo a ellos. Estos fenómenos modifican el contenido del contrato social implícito entre la profesión médica y la sociedad, de manera que urge su transformación en un contrato explícito que gestione y responda mejor a las expectativas de ambas partes.

Las precedentes reflexiones constan en el esclarecedor informe Profesión médica en la encrucijada: hacia un nuevo modelo de gobierno corporativo y de contrato social, realizado por los Dres. Albert Jovell y María Navarro, especialistas en medicina preventiva y salud pública, realizado bajo los auspicios de la Biblioteca Josep Laporte y la Fundación Alternativas.

La sociedad, apunta el documento, establece un conjunto de demandas a la profesión médica que, a cambio de comprometerse a atenderlas de forma apropiada, le garantiza poder retener parte de los privilegios adquiridos. Para ello se deben formalizar nuevos mecanismos de autorregulación mediante el credencialismo, y el establecimiento de sistemas objetivos de rendición inteligente y razonable de cuentas a la sociedad.

En el esquema de credencialismo propuesto en el trabajo, las facultades de medicina y cirugía y los colegios de médicos asumirían el compromiso de definir los criterios que otorgarían la licencia profesional. Los colegios profesionales, las administraciones públicas y las sociedades científicas determinarían los criterios de certificación y recertificación basados en el cumplimiento de programas estructurados de formación y evaluación de competencias. Y los sindicatos asumirían la defensa de los derechos de los profesionales en su relación con los empleadores y en su condición de trabajadores por cuenta ajena. En todas estas funciones se debería integrar la visión de los representantes de las asociaciones de pacientes dentro de un modelo democrático de relación entre agentes sociales.

Entre las propuestas que el informe apunta para mejorar la actual situación de la profesión médica, y que deberían ser asumidas por ésta, se cuentan:

 

­ El fomento de un marco laboral que incluya la interdisciplinariedad, la conciliación de la vida familiar y laboral y la promoción de estrategias planificadas de jubilación parcial.

­ La promoción de estrategias que aumenten la confiabilidad de la profesión médica, entre ellas el desarrollo de una estrategia de profesionalismo centrado en los pacientes, la revisión de los códigos deontológicos y la evaluación de la competencia profesional.

­ El reconocimiento de las limitaciones de la práctica de la medicina y la adecuada gestión de las expectativas de los pacientes, con la finalidad de evitar demandas innecesarias o poco realistas.

­ La incorporación de los médicos en la mejora de la atención sanitaria mediante una apertura de los colegios profesionales a la sociedad y a la participación representativa en los órganos de gobierno de las instituciones sanitarias.

­ La defensa de la igualdad de oportunidades en el acceso a las posiciones de responsabilidad en las organizaciones colegiales y el establecimiento de un contrato social explícito basado en la creación de mutualismos con los diferentes agentes de salud, que tenga como actores principales a los médicos, a los pacientes y a las administraciones sanitarias.

 

Además, y entre otras propuestas, se insiste en que la colegiación obligatoria justifica su razón de ser en un contexto social de transparencia en los compromisos adquiridos con la sociedad, de estándares definidos de buena práctica clínica y de rendición inteligente de cuentas, y la necesidad de incentivar la adopción de mecanismos de certificación periódica de las competencias profesionales.

Con coherencia, realismo y capacidad prospectiva, el informe mencionado constata que el reto de los profesionales médicos de hoy está en saber responder de forma efectiva a las necesidades de la sociedad del siglo xxi y a la confianza otorgada por la comunidad.

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