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La situación económica reinante en el mundo ha generado un nuevo reto: impedir que se desencadene una aguda crisis sanitaria, un claro objetivo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que acaba de hacer público un nuevo informe sobre el impacto de la situación económica actual en la salud mundial. El trabajo fue presentado en una reciente reunión consultiva celebrada en Ginebra, en base a tres objetivos: fomentar la toma de conciencia sobre los mecanismos que a consecuencia de la crisis económica pueden incidir en el gasto sanitario; defender la necesidad de mantener las inversiones en salud; y determinar medidas que, desde el punto de vista sanitario, ayuden a mitigar el impacto negativo del estado financiero actual.

 

Los representantes de los Estados Miembros participantes en la reunión de Ginebra estuvieron de acuerdo en que el mundo está en cierta medida mejor preparado para afrontar la crisis que en los años 80. Pero de la misma manera, temen la característica fundamental de la crisis actual, “la velocidad a la que evoluciona y la consiguiente incertidumbre a que se enfrentan los planificadores de las políticas”.

 

Por esta razón, y pese a que determinaron la necesidad de medidas a corto plazo que aminoren las consecuencias negativas de la crisis, también se mostraron de acuerdo en la adopción de una perspectiva a más largo plazo cuyo efecto sea hacer que el sector sanitario tenga más capacidad de adaptación al futuro. Es por ello que las estrategias encaminadas a mitigar el impacto de la crisis financiera deben verse también como “oportunidades para la reforma”, sobre todo, en cuanto a la manera en que se financian y se organizan los servicios.

 

La respuesta a la crisis, según reza el informe, ha de ser “multisectorial”, y debe buscar mejoras en la salud demostrando la importancia de ésta en todas las políticas.

La OMS se ha marcado cinco esferas de actuación para velar que el sector sanitario salga de la crisis en las mejores condiciones.

 

-Liderazgo: los dirigentes sanitarios deben estar dispuestos a hablar de forma clara e inequívoca, basándose en datos sólidos para abogar por la salud en tiempos de crisis.

 

-Seguimiento y análisis: El análisis específico de cada Estado será indispensable para orientar las políticas y para evaluar el impacto potencial en distintas poblaciones e instituciones. La OMS se compromete a prestar una particular atención al seguimiento de las corrientes financieras destinadas a la salud, así como del costo y disponibilidad de medicamentos y otras formas de atención sanitaria.

 

-Gasto público a favor de los pobres y de la salud: El reto consiste en asegurar que parte del gasto se destine realmente a los más desfavorecidos, y que, en la medida de lo posible, tenga un efecto positivo en la salud.

 

-Políticas para el sector sanitario: Centrarse en la Atención Primaria porque ofrece un enfoque global de las políticas en tiempos de crisis financiera, al estar sustentada en valores como la equidad, la solidaridad y la integración. Todo ello con el objetivo de poder extender la cobertura universal.

 

-Nuevas formas de trabajar en la salud internacional: El avance dependerá, en buena parte de las medidas que se adopten en los niveles mundial, regional y nacional. Al respecto, la OMS también se compromete a aumentar su propia eficacia y trabajar para mejorar la eficiencia, explorar nuevos y mejores métodos de trabajo y revisar las prioridades.

 

Las medidas a implementar serán analizadas en la reunión que los países pertenecientes a la Región OMS-Europa celebrarán en Oslo (Noruega) el próximo mes de abril.