HIPERTENSIÓN
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JANO.es y agencias · 02 abril 2008
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Las agresiones físicas y psicológicas que padecen los profesionales sanitarios son un grave problema que hasta fechas muy recientes ha permanecido silenciado por la falta de denuncias y una escasa toma de conciencia social. Ahora, los resultados de un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Zaragoza y publicado en Medicina Clínica (2007;128:307-10) señalan que un 11% de los profesionales ha sido víctima de agresiones físicas y que un 5% las ha sufrido en más de una ocasión, mientras que un 64% ha sido objeto de violencia psicológica (amenazas, coacciones o insultos).
Además, un 34,4% ha sufrido amenazas y coacciones al menos una vez y un 23,8%, en reiteradas ocasiones, mientras que un 36,6% ha sufrido insultos por lo menos en una ocasión y un 24,3%, en varias. Estas cifras fueron superiores en los grandes hospitales respecto a los centros pequeños, y en lo que respecta a la violencia física, ascendieron hasta alcanzar valores muy elevados en servicios como urgencias y psiquiatría, donde afectaba al 38% y 26,9% de los profesionales, respectivamente.
Sólo 8 denuncias
La magnitud de estos datos contrasta con el hecho de que sólo 8 de los profesionales del estudio denunciaran la agresión sufrida (en todos los casos se trató de agresiones físicas graves), lo que representa un 3,7% del total de las agresiones físicas, mientras que en ningún caso se interpuso denuncia por episodios de amenazas o insultos.
El estudio transversal y multicéntrico fue realizado en Aragón y Castilla-La Mancha con 1.845 profesionales de la sanidad pública. Los participantes fueron seleccionados teniendo en cuenta que incluyera un amplio espectro, en cuanto a tamaño y características, de centros sanitarios: gran hospital (Hospital Miguel Servet de Zaragoza), hospital medio (Hospital General de Albacete), hospital pequeño (Hospital Obispo Polanco de Teruel) y centros de atención primaria de áreas rurales y urbanas de Albacete y Zaragoza.
Atendiendo a la violencia no física, se encontraron diferencias estadísticamente significativas en cuanto a los insultos y amenazas entre los distintos servicios y centros, registrándose mayor incidencia en los grandes hospitales. De nuevo fue urgencias, con un 70,5% de personas amenazadas, y las áreas médicas y de psiquiatría (con un 52,6% y un 51,6%) donde se registró un mayor índice de agresiones.
Los resultados del estudio confirmaron la hipótesis de partida: los diferentes tipos de violencia siguen un patrón distinto. Mientras que las agresiones físicas tienen mayor incidencia en los grandes centros y se muestran más presentes en la relación medicoasistencial (hacia médicos, enfermeros y celadores), los insultos siguen una distribución más aleatoria, tanto respecto al tamaño de los centros como a los profesionales (implicando también al personal administrativo o técnico), y se muestra como expresión de la espontaneidad de la reacción violenta. Las amenazas corresponden a un comportamiento intencional dirigido hacia quienes ostentan mando o autoridad y son más frecuentes en los servicios en los que se toman decisiones vitales.
Violencia no física
Para los autores, “la violencia no física no debe ser minusvalorada y pudiera tener un papel importante en la elevada morbilidad psiquiátrica que se observa entre los profesionales sanitarios, al contribuir a incrementar el ya elevado nivel de riesgo psicosocial”. Además, los resultados de este trabajo confirman la necesidad tanto de que la Administración otorgue una atención preferente a este problema como de que se elaboren protocolos de actuación médico-jurídica ante las agresiones que incluyan el apoyo psicológico a la víctima y el indispensable asesoramiento médico-legal.
Además, el artículo concluye recomendando “implantar un sistema de documentación y registro en los centros sanitarios sobre un modelo único que facilite el análisis comparativo en toda España”. Desde el punto de vista de la intervención, los autores consideran necesario “un abordaje diferente para las agresiones físicas y no físicas que hace aconsejable la aplicación de un protocolo de actuaciones también diferente y específico”.
Perfil del agresor – Hasta en un 85% de los casos las agresiones fueron perpetradas por los propios pacientes; este porcentaje era más bajo en urgencias, donde un 27,3% de los agresores resultaron ser los acompañantes. – En un 73,3% de los casos, los agresores reunían condiciones de imputabilidad, mientras que en un 21% estaban afectados por un trastorno psíquico o deterioro cognitivo y en un 5,7%, bajo los efectos de alcohol o de drogas. |