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Las españolas son las europeas que más tardan en tener su primer hijo

JANO.es y agencias · 08 mayo 2008

La edad media de la primera maternidad en nuestro país se sitúa en los 30,8 años, según un informe sobre la Evolución de la Familia en Europa 2008

El arsenal terapéutico cuenta con medicamentos muy eficaces para controlar la hipertensión arterial (HTA), caso principalmente de los bloqueantes del sistema renina- angiotensina-aldosterona (SRAA). Una eficacia, sin embargo, desaprovechada por la falta de cumplimiento terapéutico por parte de los propios pacientes, más preocupados por sus potenciales efectos adversos que por la evolución de una enfermedad crónica que cursa de manera asintomática. El resultado es que la HTA es uno de los principales, si no el principal, factor de riesgo responsable de la elevada morbi-mortalidad cardiovascular. ¿Cómo revertir esta situación? La solución podría encontrarse en el desarrollo de una vacuna frente a la HTA, caso de la ahora evaluada en un estudio publicado en The Lancet (2008;371:821-27) con unos resultados, en opinión de los propios autores, “muy prometedores”.

A la ausencia de cumplimentación terapéutica se une el infradiagnóstico de la enfermedad y la mala prescripción –caso de un único bloqueante del SRAA en monoterapia–. Así se explica que sólo cerca del 40% de los hipertensos españoles tenga controlada su presión arterial. De ahí la importancia de una posible vacuna, pues, como apunta el Dr. Alain C. Tissot, de la División de Angiología e Hipertensión del Hospital Universitario Vaudois de Lausana (Suiza) e investigador principal del estudio, “la inmunización contra la angiotensina II podría solventar el problema de la falta de adherencia”.

Segura, bien tolerada…

Una vez constatado en la literatura que la inmunización contra la angiotensina I no deriva en una disminución de las cifras tensionales, los investigadores evaluaron la seguridad y eficacia de la CYT006-AngQB, vacuna frente a la angiotensina II basada en proteínas virales, en un ensayo clínico en fase IIa con 72 pacientes con edades comprendidas entre los 18 y los 65 años y HTA leve a moderada según los criterios de la OMS (una presión arterial sistólica [PAS] de 140-179 mm Hg y una presión arterial diastólica [PAD] de 90-109 mm Hg).

Para ello, y de acuerdo con un criterio aleatorio, los participantes recibieron la inoculación de 3 dosis –semanas 0, 4 y 12 del estudio– de 100 μg o 300 μg de la vacuna o placebo. El objetivo principal del estudio fue confirmar la seguridad y tolerabilidad ya observadas en el ensayo en fase I. Por su parte, el objetivo secundario vino definido por los efectos farmacodinámicos de la vacuna –inmunogenicidad y efectos sobre el SRAA– y por la eficacia clínica.

De manera similar a como ya sucedió en el estudio en fase I, la mayoría de los efectos secundarios fueron reacciones locales de carácter leve y transitorio en la zona de inoculación. Únicamente un 21% de los participantes tratados con CYT006-AngQB experimentó síntomas compatibles con una reacción sistémica a la vacuna, caso de manifestaciones gripales o pirexia. “Además –apuntan los autores–, los efectos secundarios graves presentados durante los 8 meses de seguimiento, que afectaron a un número similar de participantes en los tres grupos, no pueden considerarse relacionados con el tratamiento”.

… y potencialmente eficaz

Mayor interés presentan los resultados farmacodinámicos y de eficacia: los pacientes presentaron un recuento elevado de Ig frente a la angiotensina II tras la primera inyección de la vacuna, fuertemente potenciada con la segunda y, sobre todo, tercera inoculación. Y, más importante, la dosis de 300 μg se asoció con un recuento mayor y estadísticamente significativo de Ig que la de 100 μg. Por el contrario, los pacientes tratados con placebo no experimentaron ningún incremento de sus anticuerpos.

Es más, no se establecieron diferencias significativas entre los distintos tratamientos con respecto a la reducción de las cifras tensionales diurnas y nocturnas. No así en la tensión arterial de las primeras horas de la mañana –entre las 5:00 y las 8:00 horas, el momento más peligroso desde el punto de vista vascular–, donde la dosis de 300 μg en la semana 14 se asoció con una reducción de 25 mm Hg de la PAS y de 13 mm Hg de la PAD con respecto a la medida basal. “La dosis de 300 μg elevó el nivel de anticuerpos lo suficiente para disminuir la presión significativamente”, concluyen los autores, que a la vez reconocen “la necesidad de llevar a cabo más estudios”.

 

¿Una vacuna exenta de riesgos?

En un editorial del mismo número de The Lancet, las Dras. Ola Saumelson y Hans Herliz, del Hospital Universitario Sahlgreska de Gotemburgo (Suecia), no dudan en calificar los resultados alcanzados por el grupo de Tissot como “intrigantes y prometedores”. Y de la misma manera, como poco concluyentes dado el, como reconocen los propios investigadores, pequeño tamaño de la muestra. Además, cuestionan la idoneidad de inhibir los efectos de la angiotensina II circulante durante varios meses –la inhibición por la segunda inoculación alcanzaba las 17 semanas–. Según su opinión, “no hay certeza de que la estimulación repetida del sistema inmune por dosis potenciadoras de un péptido endógeno ligado a una proteína viral no pueda causar una enfermedad autoinmune”. No debe olvidarse que un estudio diseñado para evaluar el efecto de una vacuna frente a un péptido endógeno en la enfermedad de Alzheimer hubo de interrumpirse definitivamente en 2001 por este motivo.

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