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Los niños que padecen ansiedad o depresión como consecuencia de una adversidad de la infancia, caso de la muerte de un progenitor o del abuso físico, presentan un mayor riesgo de desarrollar asma en la edad adulta. Una circunstancia que, en palabras de la Dra. Kate Scott, de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad de Otago en Wellington (Nueva Zelanda) e investigadora principal del estudio del que deriva la evidencia, “no deja de ser interesante, pues aunque es bien conocido que la población con asma es más propensa a padecer trastornos de ansiedad y depresión, siempre se había creído que se debía a una consecuencia del asma”.

 

Es más; como apuntó la Dra. Scott, “sabemos que las influencias psicológicas, caso del estrés o de la ansiedad, pueden exacerbar el asma, pero encontrar evidencias de que también pueden incrementar el riesgo de su desarrollo inicial resulta ciertamente novedoso”.

 

Los resultados, publicados en la revista Psychosomatic Medicine, derivan de las encuestas del programa ‘Salud Mental Global’ llevadas a cabo entre 2001 y 2004 con más de 18.000 adultos en América, Europa y Asia. Entre las adversidades correlacionadas con la ansiedad o la depresión y, por ende, con el riesgo de desarrollo de asma, destacan los abusos físicos o psicológicos, la muerte de un progenitor, el divorcio de los padres, la violencia familiar o la adversidad económica familiar.

 

Además, los investigadores también hallaron que la relación entre trastornos mentales y riesgo de asma resulta independiente de un factor como el tabaquismo.

 

Por último, y si bien los mecanismos biológicos por los que podría explicarse la relación permanecen desconocidos, debe tenerse en cuenta, en palabras de la Dra. Scott, “que el estrés crónico y las alteraciones mentales se asocian con cambios deletéreos en las rutas de las hormonas del estrés y en la respuesta inmune, lo que conlleva a inflamación”.