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HEPATOLOGÍA

Más de un millón de personas mueren anualmente a causa de la hepatitis B

JANO.es y agencias · 06 noviembre 2007

El descubridor del virus, Baruch Blumberg, destacó en Boston que el diagnóstico tardío y las dificultades de acceso al tratamiento son los principales problemas en la lucha contra la enfermedad

Los trastornos mentales constituyen la causa más frecuente de carga de enfermedad en Europa, por delante de los cardiovasculares y del cáncer. Su incidencia y prevalencia, su gran repercusión sobre la morbimortalidad, su enorme impacto sobre la calidad de vida de los pacientes y familiares y el elevado consumo de recursos del sistema sanitario que comportan hace que las enfermedades mentales constituyan un problema de salud pública de profundo calado.

En España, considerando una vez más que seguimos siendo deudores de estudios epidemiológicos amplios y concretos que permitan conocer datos con exactitud, se estima que en torno al 9% de la población presenta en la actualidad algún tipo de trastorno relacionado con la salud mental y que algo más del 15% lo experimentará a lo largo de su vida.

Las cifras oficiales señalan que en 1998 estas enfermedades supusieron en nuestro país un coste total próximo a 3.000 millones de euros, entre costes directos —hospitalización, medicamentos…— e indirectos —invalidez, pérdida de vida laboral, muertes prematuras…

Ante la dimensión creciente del problema, la Oficina Regional Europea de la OMS lideró la aprobación de la Declaración de Helsinki sobre salud mental, que fue suscrita por 52 países, entre ellos España, en enero de 2005. En desarrollo de las medidas incluidas en esta declaración, el Ministerio de Sanidad y Consumo, a través de la Agencia de Calidad, inició los trabajos de elaboración de una estrategia específica que ha fraguado en la aprobación en el Consejo Interterritorial celebrado el 11 de diciembre de la Estrategia en Salud Mental para el Sistema Nacional de Salud. Un documento cuyo objetivo esencial se centra en mejorar la atención a los pacientes, reducir el estigma y la marginación al que se ven sometidos e impulsar las actividades de prevención, diagnóstico precoz, tratamiento, rehabilitación y reinserción social. La estrategia se articula en torno a seis grandes líneas:

– Promoción de la salud mental de la población, prevención de la enfermedad mental y erradicación del estigma asociado a las personas con enfermedad mental. Se incide en la puesta en marcha de una serie de intervenciones para promover la salud mental en distintos grupos de edad y población, tanto a través de los medios de comunicación, como en el desarrollo de grupos en su propio entorno para fomentar el apoyo social, la autoestima y el desarrollo de habilidades sociales.

Asimismo, se potencian acciones específicas para apoyar a los profesionales sanitarios y a las familias cuidadoras de enfermos crónicos de cualquier patología, actividades de colaboración con el ámbito de la salud laboral y con el Plan Nacional sobre Drogas, e intervenciones en casos con alto riesgo de exclusión o marginación social y otros grupos de riesgo para prevenir la enfermedad mental, las adicciones y el suicidio.

– Se considera un objetivo muy importante de la estrategia la lucha contra el estigma y la discriminación que todavía experimentan las personas con enfermedad mental y sus familiares, para lo que se actuará en la erradicación de las barreras aún existentes, potenciando los ingresos en hospitales generales y desarrollando campañas de sensibilización para la integración completa de estas personas.

– Atención a los trastornos mentales. En esta línea se abordan las medidas encaminadas a que las personas con enfermedad mental y sus familiares reciban una atención basada en las mejores evidencias científicas, mediante una atención personalizada —plasmada en un plan individualizado de atención— y coordinada e integrada a su vez en una red comunitaria accesible de distintos dispositivos.

Uno de los objetivos prioritarios en este terreno es aumentar el número actual de personas que acceden a psicoterapia y rehabilitación, hoy aún por debajo de lo considerado adecuado, así como prestar apoyo específico a las familias de las personas con enfermedad mental grave.

– Coordinación intrainstitucional e interinstitucional. La estrategia promueve la cooperación y corresponsabilidad de todos los departamentos y agencias involucrados en la mejora de la salud mental —sanidad, servicios sociales, trabajo, educación, vivienda, justicia, etc.—, así como la participación de las personas que presentan estos trastornos mentales, sus familiares y los profesionales en todos los ámbitos de la salud mental, incluyendo la planificación y evaluación de los servicios.

– Formación del personal sanitario. Uno de los problemas que afecta en la actualidad al Sistema Nacional de Salud en el marco de la atención a la salud mental es el menor número de profesionales sanitarios que se dedican a este ámbito en comparación con otros países europeos. Por este motivo, un apartado fundamental de esta estrategia lo constituye el desarrollo de planes de formación para los profesionales de cara a atender adecuadamente las necesidades de la población en esta materia.

– La investigación en salud mental, vehiculada a través del Instituto de Salud Carlos III, y los sistemas de información y evaluación estructurados para que al menos cada dos años se disponga de la información necesaria para analizar su impacto e implantación, completan la Estrategia en Salud Mental aprobada que, de cumplirse adecuadamente, será el instrumento de coordinación y de cohesión para el conjunto de las administraciones sanitarias que garantice atención y asistencia en condiciones de igualdad a todos los ciudadanos, algo que nuestro país precisa con carácter de urgencia.

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