Viernes, 17 de Mayo del 2024

Últimas noticias

PEDIATRÍA

Medicación para el asma en niños no diagnosticados

JANO.es · 15 febrero 2008

Un estudio holandés con casi 75.000 menores de 18 años muestra que la mitad de los que han recibido fármacos para tratar esta enfermedad no han sido diagnosticados formalmente

En la actualidad no hay ninguna duda de que la inmigración de ciudadanos de países con una alta endemia de tuberculosis (TB) está complicando el control de esta enfermedad en las naciones desarrolladas. Sin embargo, una vez aceptado este hecho, son muchos los aspectos complejos y controvertidos ligados a esta relación. En este sentido, un artículo publicado en Medicina Clínica (Med Clin [Barc]. 2006;126:259-69) por los Dres. Sanz y Caminero —del Hospital Universitario Dr. Negrín de Las Palmas de Gran Canaria— y Pérez Arellano —del Hospital Insular de la misma ciudad— ha intentado esclarecer estas controversias.

Por ejemplo, no está clara la razón por la que se produce este aumento de las tasas de TB en los inmigrantes. Puede ser porque provienen de países con alta prevalencia de infección o, tal vez, porque las situaciones de debilitamiento a que se ven sometidos en los países de destino favorecen su aparición. Así, un análisis pormenorizado permite estimar que, aunque este flujo poblacional presenta una prevalencia de infección superior a la de la población autóctona, en el momento de su llegada aporta muy pocos casos.

De hecho, los inmigrantes acaban presentando la enfermedad, preferentemente, en los primeros 5 años desde su llegada, en probable relación con las malas condiciones de vida que experimenta parte de esta población en nuestro país —hacinamiento, explotación o desnutrición—.

Tampoco están totalmente claros los circuitos de transmisión de la TB en relación con la inmigración, en concreto, si la enfermedad de este colectivo afecta a la población española o si esta población inmigrante es “diana” de la TB autóctona. En este sentido, se señala en el artículo que “los datos disponibles señalan claramente que el hecho de ser inmigrante no puede considerarse un factor de riesgo independiente para desarrollar la enfermedad tuberculosa”.

Las mismas medidas

También hay una importante discrepancia sobre cómo intervenir para controlar la TB en este colectivo, pero un análisis detenido de las pruebas disponibles lleva a la conclusión de que sólo hay que actuar con las mismas medidas que en la población nacional. Así, de todas las intervenciones efectuadas para el control de la enfermedad en una comunidad, sólo dos de ellas han demostrado un claro impacto en la disminución de la endemia: la mejora de las condiciones socioeconómicas y la aplicación de tratamientos eficaces, que dan lugar a unas elevadas tasas de curación.

En el caso de España, la ausencia histórica de un programa nacional de control de la enfermedad ha sido determinante para que la tasa sea mayor que la prevista respecto a otros países de nuestro entorno. Por ello, los efectos de la pandemia del VIH provocaron un incremento notable de casos de enfermedad tuberculosa, aunque con la introducción del TARGA estas cifras comenzaron a corregirse hace más de un lustro. Por fortuna, las series de casos de pacientes tuberculosos procedentes de diferentes regiones españolas demuestran un descenso del número de casos en los últimos 10-15 años, con excepciones muy concretas como El Ejido (Almería).

Reactivación endógena/infección exógena

Parece lógico pensar que los inmigrantes originarios de países con elevada prevalencia de enfermedad tuberculosa han tenido, en su niñez y adolescencia, un mayor riesgo de infección. La incidencia estimada de TB en España es de 27 casos por 100.000 habitantes, claramente inferior a, por ejemplo, los 427 casos por 100.000 habitantes estimados en Nigeria o los 344 casos de Sierra Leona.

Sin embargo, estos datos de incidencia no tienen por qué ser necesariamente equiparables a los presentes en la población inmigrante que llega al país de destino. Debido a las restrictivas leyes de inmigración y las extremas condiciones que tienen que soportar las personas que emigran, son los individuos más sanos y en mejor estado los que consiguen llegar al país de acogida. Per es probable que, en situaciones de hacinamiento y debilitamiento personal, se incremente el riesgo de que presenten una reactivación endógena de la infección contraída en el pasado. Por lo tanto, parece razonable suponer que en la aparición de enfermedad tuberculosa en inmigrantes influyen dos mecanismos: la reactivación y la infección exógena.

Ondas epidémicas

Asociado a este descenso del número global de casos en España, y como ya ha ocurrido en otros países desarrollados, se ha observado un aumento del porcentaje de TB en población inmigrante. En muchas regiones ya se empieza a apreciar que, mientras las cifras de enfermedad tuberculosa en población autóctona disminuyen, el número de diagnósticos en inmigrantes aumenta, de acuerdo con el incremento del número de estos ciudadanos, que han pasado de representar el 2,2% de la población española en el año 2000 al 8,4% en 2005.

“Estas ideas —concluyen los autores— orientan sobre la magnitud del problema y los puntos donde se deben concentrar los recursos, aunque en realidad la mejor medida para evitar que los inmigrantes alteren el control de la TB en el país de destino es la de integrarlos y ofrecerles unas condiciones de vida similares a las de la población autóctona”.

Seis puntos clave

1. La prevalencia de la infección es mayor en los inmigrantes, sobre todo subsaharianos, en comparación con la población española.

2. El desarrollo de enfermedad en los inmigrantes tiene lugar preferentemente en los primeros 5 años de su estancia en el país de destino y las tasas de resistencia a los tuberculostáticos son superiores a las de nuestro medio. Se recomienda el uso de cuatro fármacos para su tratamiento hasta conocer los resultados del antibiograma.

3. La mayor tasa de TB que presentan los inmigrantes está en relación con las precarias condiciones de vida en el país de destino, unidas a una mayor prevalencia de esta infección, lo que aumenta el número de individuos con posibilidad de reactivación y posiblemente reinfección exógena.

4. La transmisión de la TB a la población autóctona es escasa; es más frecuente la transmisión entre los propios inmigrantes o a la población con unas condiciones socioeconómicas similares.

5. La mejor y más avalada política de control de la TB es el diagnóstico temprano y el tratamiento de los casos de enfermedad, y es en este punto donde hay que concentrar la mayoría de los esfuerzos, también para los inmigrantes.

6. La quimioprofilaxis de los pacientes con elevado riesgo de desarrollar TB está justificada, pero las medidas de control que se deben aplicar a los inmigrantes tienen que ser las mismas recomendadas para la población autóctona, ya que, por sí solo, ser inmigrante no constituye un factor de riesgo para presentar enfermedad tuberculosa.

Noticias relacionadas

04 Feb 2008 - Actualidad

Asma grave y asma leve podrían ser dos entidades distintas

Es lo que plantean investigadores del Severe Asthma Research Program (SARP), que examinó a 287 pacientes que presentaban asma grave y a 382 con asma leve o moderada

18 Jan 2008 - Actualidad

Familia de proteínas asociadas al asma y a las enfermedades autoinmunes

Ha sido identificada por científicos del CSIS, quienes hablan también de una serie de posibles dianas para la prevención de los trastornos asociados a estas proteínas

15 Nov 2007 - Actualidad

Una proteína asociada a la gravedad del asma

La YLK-40, identificada por investigadores de la Universidad de Yale, puede representar un nuevo biomarcador de utilidad para categorizar la gravedad de los pacientes

Copyright © 2024 Elsevier Este sitio web usa cookies. Para saber más acerca de nuestra política de cookies, visite esta página

Términos y condiciones   Politica de privacidad   Publicidad

¿Es usted profesional sanitario apto para prescribir o dispensar medicamentos?