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GENÉTICA

Nuevo gen implicado en el cáncer de pulmón

JANO.es · 05 noviembre 2007

Se trata del llamado NKX2.1, un gen que hasta la fecha no se había relacionado con ningún tipo de tumor

En un número anterior de JANO se informó sobre la exposición que, bajo el título “La Música y el III Reich: de Bayreuth a Terezin” ocupó las salas de La Pedrera entre febrero y mayo. Volvemos ahora sobre el argumento para añadir algunas observaciones que juzgamos pertinentes.

En un artículo aparecido en la Revista Musical Catalana de noviembre de 1994 titulado “La Música y el III Reich”, Jaime Vándor, profesor de Lengua y Literatura Hebrea de la Universidad de Barcelona, manifestaba su asombro por lo poco que se sabía entonces sobre la música en la Alemania nazi y en los países ocupados. En las publicaciones musicales alemanas dedicadas al siglo XX, los doce años comprendidos entre 1933, fecha de la ascensión de Hitler al poder, y 1945, fin de la Segunda Guerra Mundial y caída del régimen, eran silenciados o liquidados con pocas frases ambiguas. ¿A qué se debe tanta reticencia que no se dio en otros campos culturales y artísticos? A partir de 1933 la actuación de la Cámara de Cultura del Reich causó la pérdida de puestos de trabajo y la dispersión de los músicos judíos y de los “arios” opuestos al régimen. Por otro lado, las exigencias de J. Goebbels desde el Ministerio para la Educación del Pueblo y la Propaganda obligaron a muchos intelectuales y músicos de renombre a exiliarse voluntariamente. Finalmente, tanto en Alemania como en los países ocupados, muchos músicos judíos encontraron la muerte en los guetos y en los campos de exterminio. Estas circunstancias dificultaron forzosamente la investigación en la posguerra, pero otro motivo pudo retrasarla. En los años sucesivos al conflicto, muchos músicos, compositores, solistas, cantantes o directores de orquesta que habían colaborado con el nazismo estaban aún en activo y varios de ellos gozaban incluso de renombre internacional. Habría sido muy poco “práctico” sacar a relucir su reciente pasado.

Hoy en día la investigación sobre la música en el III Reich ha hecho grandes progresos como demuestran la exposición de La Pedrera y las actividades que la acompañaban.

Los conciertos nos han devuelto los nombres y la música de los compositores exterminados y las conferencias han examinado todos los aspectos de la vida bajo el régimen nazi. Particularmente impactante fue el testimonio de dos mujeres, ambas judías, que salvaron la vida gracias a la música. La violonchelista alemana Anita Lasker Wallfisch, deportada en Auschwitz en 1942, fue destinada a la orquesta del campo donde permaneció hasta 1945. Eva Herrmannová es checa, a los catorce años fue deportada al campo “modelo” de Terezin, donde formó parte del coro de niños.

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