APARATO DIGESTIVO
Nuevos marcadores genéticos de la enfermedad de Crohn
JANO.es · 27 marzo 2008
Un gran estudio sobre el origen genético de las enfermedades inflamatorias intestinales sugiere nuevos marcadores asociados a la enfermedad de Crohn
Dicen que la idea de volver a dotar de una letra al himno nacional partió de los deportistas. Competían entre selecciones y veían que sus adversarios daban señales inequívocas de estar entonando un texto. Cuentan que a veces les gastaban bromas: “¿Es que no conocéis el texto, que no se os ve movimiento de los labios?”. Y reconocían que actualmente es una marcha para ser interpretada por una banda de música, pues carece de una letra oficial. Si es verdad que una letra vibrante permite competir con mayores ánimos y energías, los seleccionados españoles salen con desventaja.
Pero hay otra versión. Que no fueron los deportistas los autores de la idea, sino el mismísimo presidente del gobierno el que la propuso entre sus colabores más íntimos, pues le hace ilusión dejar para la historia un texto que canten niños y mayores en los grandes acontecimientos, muchos, incluso, con la mano en el pecho. Será una versión o será la otra, el caso es que se habrá cerrado ya el plazo para la presentación de las letras que compiten, que un comité de sabios analiza desde el 5 de noviembre. ¿Fin de año con una letra para el siglo XXI? Podría ser.
El firmante quiere expresar una opinión: no hacía ninguna falta. La última la puso el poeta José María Pemán y era tan cursi que los políticos de la transición reclamaron los versos, los encerraron en una caja fuerte y tiraron las llaves al mar. Los recordamos los que los tuvimos que cantar un par de veces al día, al entrar y salir del colegio.
¡Triunfa España! Los yunques y las ruedas
cantan al compás
del himno de la fe.
Juntos con ellos cantemos de pie
la vida nueva y fuerte del trabajo y paz.
Cuarenta años de cantar el texto de Pemán y cerca de cuarenta años de bocas enmudecidas al interpretar la banda de música la que se llamó Marcha Real. La penitencia ha estado merecida. La gran incógnita es si el género de los himnos oficiales no es una antigualla, difícil, si no imposible, de adaptarse a los tiempos actuales. Se soportan los textos porque no se les pone atención. Igual que hacíamos nosotros en el colegio. Véanse, si no, los textos de los himnos hispanos. Las relaciones entre España y los países de la colonia lo han resistido todo. Pero dudo que por parte española se resistiera una audición atenta de los himnos. Tengo ante mis ojos el himno de Paraguay. Es como una mala película de buenos y truhanes.
A los pueblos de América,
tres centurias un cetro oprimió
Mas un día soberbia surgiendo
¡Basta! dijo... y el cetro rompió.
Cuando suenan los himnos, a los diplomáticos se les recomienda que se tapen los oídos.