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NEUROLOGÍA

Posible diana terapéutica para la esclerosis lateral amiotrófica

JANO.es · 05 octubre 2007

Investigadores británicos han descubierto una relación entre el gen de una proteína que participa en la formación de vasos sanguíneos, la angiogenina, y el desarrollo de algunas formas de la enfermedad

El autor nos habla del llamado "modelo iraní" de trasplante renal, mediante el que Irán ha conseguido reducir al mínimo la lista de espera, consiguiendo con ello resultados comparables a los de cualquier país desarrollado.

¿Qué le parecería un país donde se admite la compraventa de riñones por parte del Estado, de manera regulada, para distribuirlos entre sus ciudadanos con insuficiencia renal? Ese país existe, se llama Irán y ha conseguido de esta forma reducir al mínimo la lista de espera para trasplante renal.

Hablar de trasplantes en el mundo es, hoy por hoy, referirse a la insuficiencia renal crónica y su posibilidad de tratamiento mediante un injerto renal. Por mucho que la técnica permita trasplantar cualquier órgano, y que la sustitución de un rostro destrozado pueda llenar páginas y páginas de la prensa internacional, por no hablar de las eternas promesas terapéuticas con las células madre, lo cierto es que lo que manda en el mundo del trasplante internacional sigue siendo el riñón.

Ello es así por varias razones. Más de un millón de personas mueren cada año como consecuencia de la insuficiencia renal, la mayoría sin acceso a ningún tratamiento. Aun así, son cerca de millón y medio los pacientes que actualmente se dializan en los 5 continentes, con un incremento anual de un 6-7%. Europa dedica un 2% de su gasto sanitario a esta enfermedad, que apenas supone un 1/1.000 de su población.

El trasplante renal no sólo es la solución que proporciona una mayor supervivencia respecto a la diálisis, y una mejor calidad de vida, sino que también es sensiblemente más económica. El coste de un trasplante se amortiza en relación con la diálisis en un plazo que oscila entre 2 y 4 años según el país. Sólo el trasplante renal constituye una alternativa global razonable.

Pero las cifras cantan. La donación de órganos de personas fallecidas es un bien precioso aunque muy escaso y concentrado en un pequeño núcleo de países, entre los que España y su modelo constituyen una verdadera isla. Baste decir que en Asia, donde se concentra el 60% de la población mundial, apenas se producen el 2-3% de estas donaciones.

En una gran mayoría de países, la donación de vivo se impone a la de fallecido, por ser una solución mucho más simple y que no necesita esfuerzos organizativos. Los nuevos inmunosupresores han derribado la barrera de la histocompatibilidad como factor determinante --basta con la de grupo sanguíneo--, y este hecho, sin duda positivo, ha abierto la vía de la comercialización más o menos encubierta en los países desarrollados y sin tapujos en los que no lo son tanto.

"La donación de órganos de personas fallecidas es un bien preciso aunque muy escaso y concentrado en un pequeño núcleo de países, entre los que España y su modelo constituyen una verdadera isla."

Por ello, resulta cuando menos curioso el llamado "modelo iraní". El Estado designa una serie de hospitales donde se pueden hacer las intervenciones y delegan en una organización no gubernamental la gestión del proceso. Los "donantes" son personas jóvenes --entre 20 y 35 años-- a los que se garantiza un chequeo médico que excluya la presencia de enfermedades acompañantes que desaconsejen la nefrectomía, así como un seguimiento médico de por vida del que carece la mayoría de la población iraní. Se requiere un consentimiento informado tanto del que va a ceder el riñón como de su familia, y la cantidad que recibe se sitúa alrededor de 1.000 euros. Los enfermos entran en lista de espera como en cualquier otro país y no están prohibidas las "recompensas" directas al donante, que se supone constituyen la norma. Los extranjeros están excluidos del sistema tanto para dar el riñón como para recibirlo: el sistema sólo se aplica a los ciudadanos iraníes.

Con este método practicaron el pasado año alrededor de 1.600 trasplantes --España llevó a cabo 2.200-- y controlaron la lista y los tiempos de espera en valores mínimos que serían la envidia de cualquier país desarrollado.

Las consideraciones posibles son múltiples y a muchos les parecerá la institucionalización de algo que es delito en casi todo el mundo. Lo cierto es que países similares simplemente no tratan a sus enfermos con insuficiencia renal por falta de recursos económicos y les dejan morir... Los iraníes hablan de un tratamiento óptimo del "insuficiente renal" con resultados comparables a los de cualquier país desarrollado, al tiempo que invocan como ventajas la desaparición del mercado negro, del turismo de trasplantes y de cualquier tipo de intermediario que, en cambio, se han disparado en otros países de la zona.

Hace tiempo que me abstengo de dar lecciones de ética occidental cuando hablo de trasplantes con gente de otras culturas y otras situaciones socioeconómicas. Me parece que los tiempos del paternalismo están cada día más lejanos. Otra cosa es que a alguien se le ocurra trasladar experiencias orientales a nuestras latitudes. Ahí sí que hay que ser totalmente inflexibles.

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