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GENÉTICA

Relación genética entre la artrosis y la estatura

JANO.es y agencias · 14 enero 2008

Un nuevo estudio revela que las variantes de una localización genética asociada a la enfermedad reumatológica también afectan a la altura del individuo

– No es que quiera criticar la labor del señor alcalde, por quien siento una viva admiración —me dice esta mañana Ramón—, pero a me parece que por las calles y plazas de esta ciudad no se ven todos los pavos reales que sería de desear.

– ¿Pavos reales? ¿En las calles de esta ciudad?

– Te aseguro que la ciudad ganaría mucho con la soberbia estampa de esas aves, aunque pudiesen originar algunos pequeños problemas de tráfico. Al fin y al cabo, me parece preferible un atasco provocado por un par de pavos reales cruzando por el centro de una avenida que esos otros atascos que, con mucha menos gracia, provocan las furgonetas de los repartidores.

– Lo siento —puntualizo antes de que siga diciendo tonterías—, pero tienes que saber que detesto los pavos reales. Son hermosos, es cierto, pero también vanidosos. En estos tiempos de procesos masificadores nadie puede tener ya la presunción de pensar que es distinto a los demás. La televisión nos unifica a todos.

Ramón pasa al contraataque. Dice, señalándome con el dedo, que también yo sería tan vanidoso como un pavo real si tuviese unas plumas tan hermosas como las que tienen ellos en la cola, y que puede incluso que lo sea ya un poco, a pesar de mi ridícula calvicie, que convierte a mi cabeza en una especie de huevo de pascua.

– Además —añade—, tus argumentos no me sirven de nada, porque nadie hasta hoy ha podido demostrar que los pavos reales vean la televisión. Me parece que, aunque sólo fuese por ese detalle, tienen perfecto derecho a sentirse distintos e incluso superiores a los demás mortales. Debes de saber, amigo mío, que los pavos reales son aves consagradas a la diosa Hera, esposa de Zeus, y que reúnen en su abigarrada cola todos los colores del arco iris.

– Puede que tengas razón —le digo, molesto por haberse metido con mi calvicie—. Puede que los pavos reales tengan plumas de ángel. Pero tienen también voz de demonio y los andares furtivos de un ladrón. ¿No te has fijado nunca? Esos animales avanzan de puntillas y escondiendo la cabeza.

– Pues todavía más a mi favor —replica Ramón—, porque si realmente los pavos reales fuesen tan vanidosos como tú supones andarían por ahí sacando pecho y con la cabeza erguida.

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