NEUMOLOGÍA
Síntomas nasales frecuentes en pacientes con asma grave
JANO.es · 09 mayo 2008
Médicos brasileños ponen de manifiesto la asociación entre la rinitis moderada a grave y el asma sin controlar
La protección de la salud es un derecho de ciudadanía recogido en el artículo 43 de la Constitución de 1978 y desarrollado por la Ley General de Sanidad de 1986, que creó el Sistema Nacional de Salud (SNS). Un sistema de financiación pública, basado en los valores de universalidad, equidad, seguridad y en el acceso a unos servicios sanitarios de calidad.
Como ponen de manifiesto numerosos estudios, el SNS es uno de los mejores sistemas sanitarios públicos del mundo. Según el más reciente, elaborado por la London School of Hygiene and Tropical Medicine, que utiliza como indicador la mortalidad evitable, nuestro SNS ocupa el 4º lugar entre los 19 países más desarrollados del mundo.
Un servicio público que es, además, bien valorado por los ciudadanos. Según el Instituto de Estudios Fiscales (2005), que recogía datos de la encuesta sobre “Opiniones y actitudes fiscales de los españoles en 2004”, un 72% de los ciudadanos declaraba estar satisfecho con los servicios de la sanidad pública y el 49% de las respuestas estimaba que la sanidad es el servicio público que más justifica el pago de impuestos.
Además, las políticas que desarrollan la salud no suponen únicamente un gasto para la sociedad. Son un gasto productivo. Una inversión rentable que produce beneficios con resultados cuantificables. Así, es fuente de empleo directo, de calidad y no deslocalizable. Aproximadamente 1.100.000 puestos de trabajo dependen del sector sanitario, casi un 6% del empleo total en España y un 11% del empleo femenino. El sector sanitario también genera riqueza, con un factor de retorno de la inversión estimado del 40%. Por ejemplo, este año, con un gasto sanitario cercano a 57.000 millones de euros, se generará riqueza para nuestro país por un valor aproximado de 22.000 millones.
Además, el SNS aporta mucho más que asistencia sanitaria: garantiza la condición de salud de los trabajadores (es, por tanto, un factor de seguridad para las empresas); permite a los ciudadanos asumir riesgos en otras actividades, ya que tienen asegurada una asistencia sanitaria de calidad en caso de necesitarlo; y es un factor de diversificación del tejido empresarial. Por ejemplo, sectores como la biotecnología, los servicios y el sector turístico también se benefician de su calidad.