Domingo, 19 de Mayo del 2024

Últimas noticias

GINECOLOGIA

Tabaco en el embarazo y fertilidad de las hijas

JANO.es · 29 noviembre 2007

Un estudio llevado a cabo con ratones sugiere que fumar durante la gestación y la lactancia podría disminuir la fertilidad de las hijas

“Ahora me digo que he conseguido agarrar a este siglo por el cuello”

Quienes le conocieron hablan de la profundidad de su mirada, del gesto socarrón, del humor inteligente, de la voz cadenciosa de aquel hombre de estatura discreta e intenso magnetismo. Sus libros perfilan la enorme dimensión intelectual de Elias Canetti, Premio Nobel de Literatura en 1981 y uno de los más sólidos pilares sobre los que se forja el pensamiento y la conciencia de un siglo, el XX.

¿Orígenes hispanos?

Elias Canetti nació el 25 de julio de 1905 en la población búlgara de Rustschuk: “una ciudad maravillosa para un niño, situada a orillas del Danubio y a 70 kilómetros de Bucarest, contaba a principios de siglo con poco más de 35.000 habitantes”.

Primogénito de tres hermanos de una familia de judíos sefardíes le gustaba al autor explicar que formaba parte de los descendientes de los judíos expulsados de España en el siglo XV, una comunidad culta y muy influyente, con un arraigado sentimiento aristocrático, que en su huida se dispersó por las costas meridionales y del mar Negro.

Aunque el alemán fue el idioma en el que escribió la mayor parte de su obra, el ladino fue su lengua materna. “Mis padres hablaban entre sí alemán cuando querían que no los entendieran. Con nosotros, los niños, y con todos los familiares y amigos hablaban español. Ésta era la lengua habitual, un español arcaico, desde luego, que más tarde seguí oyendo y nunca he olvidado.”

El propio escritor explica en 1972: Canetti es un apellido italianizado que originariamente era español: Cañete, nombre de una ciudad que se encuentra en España, entre Cuenca y Valencia, y que en la Edad Media llegó a tener una importancia considerable, aunque hoy en día sea muy pequeña. Se supone que mi familia era originaria de allí. Los judíos españoles fueron expulsados de su país. Mi familia debió de abandonar España con el último gran éxodo, en 1492. Muchos de estos judíos fueron bien acogidos en Turquía. El sultán turco encontró en ellos buenos súbditos, peritos en toda suerte de oficios.

“Había médicos, financieros, artesanos que dominaban campos específicos. Recibieron un buen trato y se diseminaron por todo el territorio del imperio otomano. Mi familia paterna se afincó durante varios siglos en Adrianópolis, que en turco se llama Edurne, y mi abuelo se trasladó de allí a Bulgaria, donde yo vine al mundo.

»Sólo más tarde me enteré de que el apellido Canetti era, en realidad, Cañete, pero que fue modificado por un antepasado a principios del siglo XIX. Había muchos mercaderes italianos en Turquía y por algún motivo la forma italianizada les sonaría mejor.”

La familia paterna gravitaba en torno al abuelo, “un tirano que despertaba temor en todos y que podía derramar cálidas lágrimas cuando le apetecía”. Un próspero comerciante que se sentía orgulloso de la posición alcanzada. La familia materna, los Arditti, era una de las estirpes más antiguas y ricas de Bulgaria.

De viajes

La inesperada muerte de su padre con apenas 30 años, cuando Canetti tenía 7, provoca una gran convulsión en la familia y deja en el autor huellas profundas que no se borrarán a lo largo de toda su existencia. “Yo lo quería mucho y aquello fue un suceso horrible que incidió en toda mi vida posterior, sobre todo en mi postura de resistencia ante la muerte, que no he podido aceptar. Me negaba a dar por cierto que mi padre ya no existía. Por entonces empezaron todas las guerras de las que ya no hemos vuelto a salir: la de los Balcanes fue la primera, luego vino la mundial. Aquel golpe del que nunca me sobrepuse, la repentina muerte de mi padre, estuvo unida para mí al estallido de esa primera guerra, de modo que después tampoco conseguí separarlo de ella.”

Ese episodio potencia el ir y venir de la familia que se había iniciado un año antes del fallecimiento del padre, con la marcha a Manchester, en Inglaterra. De allí, y al poco de la ausencia del padre, pasan a Lausana, donde el pequeño aprende el alemán bajo la implacable batuta de su madre. Viena será, durante algunos años el destino de los Canetti, después Zúrich, Frankfurt, París, Berlín, Londres, y de nuevo Zúrich… como exponente de que viajar es una constante en su vida.

¡Médico!

La medicina será su inicial vocación. “En el último de los paseos con mi padre por la pradera a orillas del río Mersey, cuenta en su obra autobiográfica La lengua salvada, me preguntó con mucha insistencia qué quería ser de mayor y dije sin necesidad de pensarlo: ¡Médico! Serás lo que tú desees ser —dijo con una ternura tan grande que ambos nos quedamos parados—, no tienes por qué ser comerciante como los tíos y yo.”

Pero en 1923, con 18 años, ve una mujer que se desmaya en plena calle a consecuencia del hambre. La impresión que el incidente le causa le lleva a pensar que no sirve para ser médico, profesión por la que se sentía profundamente inclinado y que pronto comenzaría a estudiar. Poco más tarde iniciará, sin vocación y por dar gusto a su madre, los estudios de química en la Universidad de Viena, donde se doctoraría en 1928 sin haberse consolado totalmente, como reconocería en múltiples ocasiones, de renunciar a los de medicina.

Las mujeres

Seductor incansable, la vida de Elias Canetti —el cual, según Iris Murdoch, que sería su amante, tenía un irresistible atractivo para ellas— está marcada por la presencia constante de mujeres.

Bellas, inteligentes, peculiares, distintas, desfilan por la biografía de Canetti como esposas cómplices, compañeras inseparables, amantes apasionadas o desengañadas enemigas. Entre ellas se cuentan Anna Mahler, hija de Gustav y Alma Mahler; la pintora Marie-Louise von Motesiczky, y las escritoras Frield Benedikt e Iris Murdoch.

Se casó dos veces, la primera en 1934, con Veza Taubner- Calderón que era 8 años mayor que él. Cuando se produjo la boda hacía tiempo que ya no mantenían relaciones sexuales. La había conocido en 1924 en una lectura de Karl Kraus. “Era una preciosidad. El aspecto exótico de Veza se hacía notar por todas partes; llamaba la atención donde quiera que fuese. Una andaluza que nunca había estado en Sevilla, pero que hablaba de esa ciudad como si hubiera crecido en ella. Uno la hubiera encontrado en Las mil y una noches…”. Culta y políglota, lectora ávida y apasionada, Veza, que sufría profundos episodios depresivos, desarrolló una irregular actividad como escritora que sólo fue reconocida, gracias a los esfuerzos de su marido, tras su muerte en 1963. En el hospital donde falleció Veza dejó escrito: “Bendito seas, Canetti. Te adoro. Te doy las gracias y te estoy eternamente agradecida”.

Hera Buschor fue su segunda mujer. Restauradora de arte, tenía 28 años menos que el escritor. Tras la muerte de Veza, el amor de Hera supuso para Canetti una tabla de salvación, un auténtico renacimiento. Se habían conocido en 1957. Se casaron en 1971. De ella tuvo en 1972 a su única hija, Johanna. Vivieron con vehemencia una prolongada pasión que cesó el 29 de abril de 1988 cuando, víctima de un cáncer, Hera murió a los 55 años. “Hera, a pesar de su timidez, era una persona luminosa, alegre, con la que se podía ser muy feliz. Así la recordamos mi hija y yo, y cuando hablamos de ella regresa esa alegría que ella difundía a su alrededor, y mientras dura el recuerdo somos felices.”

La muerte, la integridad, el amor, el humor, las masas sociales, la fugacidad de la vida y de las cosas y la violencia son objeto constante de reflexión que nos instala en el placer de la mejor literatura.

El escritor y su obra

“Yo me considero ante todo dramaturgo, y cuanto tiene que ver con ello constituye —diría yo— el núcleo más profundo de mi naturaleza”, afirmaría Canetti en 1968. De hecho ya a los 14 años, Junio Bruto, su primera obra conocida, es una tragedia en cinco actos que dedica a su madre. Pero es evidente que Canetti es más. Mucho más. Nos dejó una obra amplia sobre la que planean algunas claves decisivas para afrontar elementos sustanciales del ser humano. Pistas aplicables a nuestra existencia.

La muerte, la integridad, el amor, el humor, las masas sociales, la fugacidad de la vida y de las cosas y la violencia son objeto constante de reflexión. A través de una novela, multitud de ensayos y libros autobiográficos, de apuntes, notas y aforismos, se estructura una obra mucho más citada que leída, que nos instala en el placer de la mejor literatura. Aquella que se define al tiempo por la sabiduría y el terror, el candor y la desolación. Una obra que recoge las contradicciones y conflictos de una época marcada por el drama y los cambios. Por la irrupción de una nueva concepción del individuo y de la sociedad. Sirvan como muestra los siguientes ejemplos.

Auto de fe. Su única novela publicada, se constituye en alegato contra cualquier tipo de fanatismo. Vio la luz cuando el autor tenía 26 años. Emblema barroco de un mundo a punto de estallar. Él mismo la definió como “comedia humana de la locura”.

Fiesta bajo las bombas. Apuntes y fragmentos de una sinceridad descarnada y conmovedora, tan intensos como reveladores, sobre los años que Canetti pasó en Inglaterra, adonde llegó en 1939 huyendo de la Austria nazi, y en donde permaneció intermitentemente hasta 1988.

La lengua absuelta. Primero de los tres tomos de uno de los clásicos de la literatura autobiográfica. La desaparición de su hermano Georg, al que estaba muy unido, fue el detonante de las tres entregas de estas imprescindibles memorias.

Masa y poder. Monumental ensayo al que dedicó más de dos décadas de trabajo. Clave para entender la Europa del siglo XX. La consideró la obra de su vida.

La provincia del hombre. Carnet de notas recogidas entre 1942 y 1972. La duda, el cambio, la desazón del hombre en un mundo cada vez más veloz..., son objeto de análisis para llegar a la conclusión de que el individuo es, al tiempo, uno y muchos.

Cincuenta caracteres. Libro insólito que perfila dimensiones inéditas del hombre como ser individual y social. Valiéndose de la descripción y de un lenguaje próximo a la prosa poética, se enmarcan medio centenar de formas de ser con las que nos topamos a menudo en la vida diaria.

La vida de Elias Canetti, que se apagó mientras dormía en su casa de Zúrich el 14 de agosto de 1994, atraviesa, desde la observación, la intelectualidad y el compromiso todo el siglo XX. En ese sentido, es de justicia afirmar que su figura y su obra se erigen en testimonio clarividente y revelador. En una de las claves de la conciencia y el pensamiento de todo un siglo.

Canetti en Madrid

Bajo el epígrafe Elias Canetti: poder y supervivencia, el Centro Cultural del Círculo de Lectores en Madrid (O’Donnell, 10) recoge una interesante exposición, hasta el 10 de junio, en la que, a través de paneles informativos, instalaciones y soportes audiovisuales, el visitante puede adentrarse en la vida y la obra del autor.

Las diferentes etapas de su existencia, la influencia de las mujeres, sus referentes intelectuales y las líneas principales de sus aportaciones a la comprensión de la sociedad de nuestro tiempo son objeto de esta documentada muestra que coincide con la aparición del cuarto volumen de la espléndida edición de las Obras completas que, editadas por Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, recogen por primera vez en español la totalidad de la obra del Premio Nobel de Literatura de 1981.

Texto: Javier López Iglesias

Fotos: Luis Domingo / Galaxia Gutenberg (Círculo de Lectores)

Noticias relacionadas

08 Nov 2007 - Actualidad

Más de la mitad de las fumadoras no deja el tabaco en el embarazo

Un estudio presentado en el Congreso de la semFYC revela, además, que más del 80% de las que abandonaron el hábito durante la gestación volvió a fumar con posterioridad

Copyright © 2024 Elsevier Este sitio web usa cookies. Para saber más acerca de nuestra política de cookies, visite esta página

Términos y condiciones   Politica de privacidad   Publicidad

¿Es usted profesional sanitario apto para prescribir o dispensar medicamentos?