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Vacunación contra el VHP a partir de los 9 años

Rafael Pérez Ybarra, Montecarlo · 08 octubre 2007

Es lo que recomiendan expertos de la Organización Europea de Investigación sobre Infección y Neoplasia Genitales (Eurogin), cuyo Congreso se ha celebrado en Montecarlo

El autor nos habla de la informatización en atención primaria, un proceso que se ha impuesto para mejorar la gestión de los centros de salud y obtener y manejar una información más fiable y exacta sobre los procesos asistenciales.

Paulatinamente, se va generalizando la informatización en atención primaria, por lo que en pocos años todos los médicos de familia de España dispondrán para su trabajo habitual de un ordenador en la consulta.

Este proceso de informatización ha pasado por distintas fases y muchas dificultades, y aun hoy hay 2 grandes grupos de problemas que no están bien resueltos: el apoyo directo y rápido cuando se solicita ayuda por el mal funcionamiento de los programas o para resolver incidencias, y el mantenimiento rápido y eficiente de los aparatos para reparar las averías.

La informatización se ha impuesto para mejorar la gestión de los centros de salud, para obtener y manejar más información, más fiable y exacta sobre los procesos asistenciales, así como sobre la utilización de recursos y el coste de éstos. También para facilitar al médico una herramienta para el trabajo burocrático que haga innecesario más personal administrativo, aunque con el coste de responsabilizarlo de más tareas. Un ejemplo claro es el de la prescripción y las recetas.

Los programas informáticos actuales permiten la gestión clínica de la consulta, mejorando la calidad del proceso asistencial y hacen la consulta más fácil y eficiente, lo que beneficia a todo el sistema sanitario y a los pacientes. Dejando aparte algunos inconvenientes que origina la presencia de un ordenador en la consulta, podemos decir que la informatización ha supuesto una mejora cualitativa importante en el trabajo del médico de familia. Probablemente, si ahora nos quitaran los ordenadores, no podríamos atender a nuestra demanda actual.

Los médicos nos hemos incorporado a este proceso casi exclusivamente como usuarios, de manera impuesta y con una muy escasa formación, lo que explica, aunque no se quiera entender, la utilización inadecuada de los recursos técnicos y de todo tipo que se nos ofrecen. Los médicos asistenciales no hemos participado, ni está previsto que participemos, de forma directa en el diseño de las utilidades y opciones de estos sistemas, y con muchas limitaciones para su explotación. Y ya se está llegando a que los niveles de gestión elaboren informes donde se señalan los fallos que los médicos de familia cometemos al utilizar los programas y los ordenadores, y se nos facilitan instrucciones para hacerlo mejor.

"La informatización ha supuesto una mejora cualitativa importante en el trabajo del médico de familia. Probablemente, si ahora nos quitaran los ordenadores, no podríamos atender nuestra demanda actual."

Los responsables de estos servicios deben asumir que los médicos de familia somos sus clientes internos, y que por lo tanto ellos deberían estar a nuestro servicio para mejorar la calidad asistencial, y no nosotros al suyo para subsanar los errores que origina un sistema o un programa mal diseñado. Lo realizado hasta ahora ya no es suficiente y hay que dar un nuevo paso.

Si se quiere que cada día sean más aceptados y mejor utilizados, lo más útil es hacerlos con un entorno amable y de uso sencillo y funcional, veloces, que ayuden al médico en todos los aspectos de su trabajo, que dirijan nuestra actividad hacia hacerlo mejor, facilitando las opciones correctas, dificultando las incorrectas, y por lo tanto asegurando la calidad. Para ello haría falta un mayor esfuerzo en el diseño de los programas, para mejorarlos y adaptarlos a esta nueva filosofía.

Si tomamos el programa OMI-AP como ejemplo, se debería simplificar su funcionamiento general, ya que habitualmente hay que abrir un excesivo número de menús y pantallas. Los protocolos asistenciales que incluye se deberían adaptar a las necesidades funcionales de la consulta y a sus condiciones actuales, haciéndolos más operativos. Sirvan como ejemplo las solicitudes de analítica.

Si en el campo correspondiente se recoge una alergia medicamentosa, el programa, de forma automática, no debería permitir la prescripción en ningún caso de un fármaco que contenga ese principio activo, evitando la necesidad de buscar la información correspondiente, y disminuyendo así el posible riesgo de iatrogenia. Tampoco debe permitir la repetición en la lista de prescripciones de ese paciente de un fármaco ya incluido en ella, evitando recoger información duplicada e inútil. Se podrían poner otros muchos ejemplos.

Para realizar estas y otras mejoras, los informáticos deberían recabar la opinión de los médicos que los van a utilizar, ya que si es una herramienta para ellos debe estar diseñada según sus necesidades y las de sus pacientes, con lo que se conseguiría así salvar el problema de comunicación actualmente existente entre ambos grupos de profesionales e incrementar la calidad de la asistencia que prestamos.

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