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DERMATOLOGÍA

Aisladas células madre que inician el cáncer de piel

JANO.es y agencias · 17 enero 2008

Científicos de Harvard explican en "Nature" que tales células podrían ser una interesante diana terapéutica para tratar casos de melanoma maligno

Según concluye un estudio transversal, diseñado para mostrar cómo percibe y afronta el médico de atención primaria los errores clínicos y/o acontecimientos adversos (Ec-Ea), éstos se reconocen como frecuentes, pero aun así un tercio de los profesionales afirma no haberse equivocado nunca de manera importante. Para los autores del trabajo, esta negación podría responder a “una falta de visión realista o, lo que es más probable, al miedo a reconocer los errores debido a un predominio de la cultura de la culpa”.

El estudio —realizado por investigadores del EAP Gavarra y la Fundación Abedis Donabedian, y publicado en Atención Primaria (Aten Primaria. 2006;38:25-32)— se basó en una encuesta contestada por 238 médicos de los EAP de la Costa de Ponent de Barcelona. Los médicos que respondieron tenían una media de 14,3 años de vida profesional. El 28% era “negador” —nunca había cometido un Ec-Ea importante—; el 67% “perceptivo” —refirió más de uno y menos de 28 Ec-Ea importantes en un año—, y el 7,4%, “hiperperceptivos” —más de 28 en un año—.

Errores más frecuentes

Los participantes reconocieron un total de 2.540 situaciones que habían llevado a acontecimientos adversos, es decir, una media de 10,6 episodios por médico y año, de los que el 37,14% se debía a efectos indeseables producidos por fármacos. El error declarado con más frecuencia fue prescribir un fármaco incompatible con una enfermedad de base (22,8%). Le seguían los retrasos en exploraciones complementarias en escenarios oncológicos y la prevención insuficiente en diabéticos. Respecto a las reclamaciones del último año, el 61,1% había recibido alguna reclamación, en su mayoría de tipo oral. Diez personas declararon tener o haber tenido una causa judicial abierta —el 4,3% de la muestra—. El grupo de negadores y perceptivos declaró iguales porcentajes de reclamaciones.

Ante estos resultados, y ya que estas situaciones de riesgo se repiten de manera consistente en todos los subgrupos analizados, los autores del trabajo alertan sobre algunos de los retos organizativos que es necesario afrontar para evitarlas, como agilizar las exploraciones complementarias en pacientes con sospecha de enfermedad neoplásica y establecer sistemas de ayuda para la prescripción en pacientes polimedicados y con enfermedades crónicas.

Seguridad global

La reacción más frecuente del médico una vez conoció su error fue contactar con el paciente o su familia (79,9%), con el equipo (41%), con amigos (33%) y con la familia propia (19,9%). Sólo el 7,3% admitió una reacción defensiva —solicitar más exploraciones complementarias—. Por último, la reacción ansioso-obsesiva fue más frecuente que la depresiva —28% frente al 8,6%—.

La media de seguridad global resultó ser de un 6,37 sobre un máximo teórico de 10. En el análisis por especialidades, oftalmología, con 5,27, y otorrinolaringología, con un 5,99, fueron las peor puntuadas. Las áreas con mayor percepción de seguridad fueron comunicación y salud mental. No se encontraron diferencias de sexo, pero sí de edad: los médicos mayores de 45 años se sentían menos seguros en otorrinolaringología, oftalmología, dermatología y cuidados paliativos.

Causas que influyen

En relación con las causas que habían influido en la comisión de errores, el mayor porcentaje se situaba en las externas —locus de control externo—, donde la variable presión asistencial era la más frecuentemente mencionada, seguida por la mala organización de la asistencia y el poco apoyo a la formación continuada. Entre las causas internas, la más referida fue la falta de experiencia clínica en algunas áreas.

A los investigadores les sorprendió especialmente que aquellos profesionales que admitían causas internas fuera menos negadores —sólo el 15,9% no se había equivocado nunca—, la mayoría eran perceptivos —el 78,5% admitía algún error en el último año— y con una reacción emocional también más depresiva —3,44 veces más— y obsesiva —6 veces más que el resto de los médicos—. Este subgrupo, más sensible y perceptivo al error clínico, también está más abierto a admitir su falta de experiencia clínica, asertividad o no ser suficientemente sistemáticos.

Por último, los investigadores advierten de “la necesidad de realizar actividades preventivas, en especial dirigidas al grupo de negadores y de locus interno” y concluyen que el “reto consiste en superar la cultura de la culpa en un marco de relación profesional-sociedad más interesado en prevenir o reparar que en castigar los errores clínicos. Debemos convencer a la sociedad de que resulta posible este marco de relación, sin olvidar por ello nuestras responsabilidades profesionales”.

Renovado interés, también en atención primaria

La seguridad de los pacientes es una dimensión de la calidad que ha despertado un renovado interés en los últimos años. La publicación del informe To err is Human (Institute of Medicine, 1999) ha sido una de las causas de este fenómeno. A partir de este informe, múltiples países han iniciado líneas de investigación en esta área, pero estos esfuerzos se han centrado básicamente en los procesos atendidos en el campo hospitalario.

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