CARDIOLOGÍA
JANO.es · 24 junio 2008
El 20% presenta angina un año después del episodio cardíaco, según un estudio publicado en "Archives of Internal Medicine"
Las personas que están deprimidas o siguen fumando después de sufrir un ataque al corazón suelen padecer angina de pecho un año después del episodio. Además, son más propensas a padecer un nuevo infarto o a morir. En total, como muestra el estudio del equipo de investigación del Dr. Thomas Maddox, del Veterans Affairs Medical Center de Denver (Estados Unidos), cerca del 20% de las personas infartadas padece una angina de pecho un año después del ataque cardíaco.
La literatura recoge pocos estudios que hayan observado los factores que influyen en la angina post-infarto, por lo que los resultados de esta investigación, publicados en "Archives of Internal Medicine", podrían resultar ciertamente útiles a la hora de identificar y tratar mejor a estos pacientes.
Para llevar a cabo este estudio financiado por CV Therapeutics Inc y los Institutos Nacionales de Salud (NIH) estadounidenses, los investigadores evaluaron los cuestionarios de 1.957 personas un año después de haber sido hospitalizadas por un ataque cardíaco entre los años 2003 y 2004. El equipo reveló que 389 personas, esto es, el 20% de la muestra, informaban de dolor de pecho un año después del ingreso. La mayoría padecía dolor menos de una vez por semana.
Uno de los problemas más relacionados con la angina entre los participantes fue la depresión, un aspecto ciertamente importante dado que las personas deprimidas corrían un riesgo mayor de padecer varios problemas cardíacos que podían llevarlos al hospital o causarles la muerte. En palabras del Dr. Maddox, “el cuidado ideal para estos pacientes post-infartados sería realizar controles de rutina sobre síntomas depresivos, para identificar a aquellos con más riesgo de sufrir angina”.
El tabaquismo estuvo fuertemente vinculado con el dolor de pecho persistente después de un ataque cardíaco, por lo que los investigadores concluyeron que debe incrementarse la ayuda a fumadores para que logren dejar el hábito tabáquico tras padecer un infarto. Por último, el uso de antidepresivos con objeto de reducir el riesgo de padecer angina se encuentra aún en fase de investigación.