DROGADICCIÓN
Complicaciones de la exposición fetal a la cocaína
JANO.es · 27 noviembre 2007
Los hijos de madres que consumían la droga mientras estaban embarazadas presentan una disminución del flujo sanguíneo al cerebro, según un artículo publicado en Pediatrics.
A esta villa del sudoeste asturiano, fronteriza con León, el río Narcea le dio tierra fértil y nombre. Además, es uno de los pocos concejos del principado que se dedica a la crianza del vino. Los bosques de hayas, castaños y robles, son testigos cercanos de esa pequeña alteración en el reino de la sidra. Extraña ver el cultivo de la vid en los bancales.
Igual de sorprendente fue cuando un ingenioso escritor otorgó al Narcea un título universitario: primer ingeniero de caminos de la comarca. A la vista está: el curso del río sirvió de trazado a la carretera. Más claro, el agua.
Por aquí, al monasterio de Corias, levantado entre 1028 y 1044, se le conoce como el Escorialín. El claustro principal de la iglesia renacentista, en cuyos jardines se conserva una araucaria, se realizó con piedra arenisca y mármoles de las canteras locales. La orden benedictina se ocupó del lugar hasta 1860. Los dominicos tomaron el relevo convirtiéndolo en noviciado de misioneros. Más tarde, se destinó a un instituto laboral de especialidad agropecuaria. La huella de los señores feudales se descubre en algunas casonas y palacios de Cangas del Narcea, situado a dos kilómetros del monasterio. En la fachada del Ayuntamiento aún brillan los escudos de los condes de Tureno, título nobiliario de los Queipo de Llano.
Junto a la Colegiata de Santa María, fundada por el arzobispo Valdés Llano en el siglo XVI, se encontraba el convento de dominicas donde vivían unas monjas con poderes extraordinarios. Un día las visitó el vicario Álvarez Argüelles para salir de dudas: “¿Estaba o no hechizado el rey don Carlos II?”. Por fortuna, hay otros misterios que tienen fácil explicación. En Llamas de Mouro se fabrica una cerámica negra que no es cosa del diablo, sino del barro y el sistema de cocción empleado por los alfareros. Y en Busello nació Alejandro Rodríguez “Casona”, un dramaturgo que en La dama del Alba supo narrar como nadie las leyendas y las historias locales.
Las manchas verdes de Cangas del Narcea son otra historia más o menos milagrosa. Ni la explotación de antracita, hierro, cobre y otros metales, ni las canteras de mármol y ni siquiera la industria de la madera han podido cambiar el color del concejo. De camino al puerto de Cerredo, aparecen el puente del Infierno y la peña del Fraile, que llaman al mal tiempo. Desde lo alto, el legendario bosque de Muniellos, declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO, se abre a la vista de forma casi sobrenatural.