SALUD PÚBLICA
JANO.es y agencias · 19 abril 2010
La reducción de los niveles de contaminación en Madrid y Barcelona podría evitar 3.500 muertes anuales, según los expertos.
La polución atmosférica aumenta los casos de cardiopatía isquémica en España hasta el punto que, de reducir la contaminación en Madrid y Barcelona se disminuiría en 1.800 el número anual de ingresos hospitalarios por enfermedad cardiovascular y respiratoria y en 3.500 el número de muertes. Así lo aseguraron los expertos reunidos en el XIV Simposio Internacional de Cardiopatía Isquémica, organizado por la Sección de Cardiopatía Isquémica y Unidades Coronarias de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y celebrado la semana pasada.
En este sentido, los expertos alertan de la nocividad de los gases procedentes de los carburantes, compuestos por partículas ultrafinas de polución que pueden pasar desde los pulmones directamente al torrente circulatorio y causar daño en la pared de las arterias.
Algunas de las consecuencias inmediatas de la exposición a gases contaminantes son la disfunción del endotelio de los vasos sanguíneos, que produce una tendencia a la vasoconstricción, la disminución de la variabilidad de la frecuencia cardíaca, y el aumento de la presión arterial y de la coagulabilidad sanguínea. Con el tiempo, estos factores pueden producir un aumento del grosor y de la cantidad de calcio de la pared arterial y degenerar en una arteriosclerosis.
Al respecto, el presidente de la Sección de Cardiopatía Isquémica y Unidades Coronarias de la SEC, el doctor José A. Barrabés, señala que, "aunque la investigación sobre este tema se halla todavía en una fase bastante preliminar", existen varios estudios que demuestran que, "en zonas geográficas con una menor polución ambiental, existe una menor incidencia de accidentes isquémicos agudos".
En el caso de la cardiopatía isquémica, la genética es un factor cada vez más relevante. En este sentido, la reciente secuenciación completa del genoma humano está permitiendo rápidos avances en la identificación de patrones genéticos, hasta ahora desconocidos, que condicionan un riesgo aumentado de la enfermedad.
Además, se trabaja en identificar la influencia de los genes en la respuesta al tratamiento. De este modo, se podría llegar a establecer un enfoque 'farmacogenético' del tratamiento, es decir, ajustando el tipo y la dosis de la prescripción a los condicionantes genéticos del paciente.