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PSIQUIATRÍA

La prevalencia mundial de ansiedad y depresión aumentó un 25 por ciento en el primer año de la pandemia de COVID-19

OMS · 04 marzo 2022

Según un documento de la OMS, una de las principales explicaciones de ese aumento es el estrés sin precedentes causado por el aislamiento social.

En el primer año de la pandemia de COVID-19 la prevalencia mundial de ansiedad y depresión aumentó en un 25 por ciento, según un resumen científico publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Las preocupaciones sobre posibles aumentos de los problemas de salud mental ya habían llevado al 90 por ciento de los países encuestados a incluir la salud mental y el apoyo psicosocial en sus planes de respuesta a la COVID-19, pero aún persisten importantes brechas y preocupaciones.

"La información que tenemos ahora sobre el impacto de la COVID-19 en la salud mental del mundo es solo la punta del iceberg -apunta el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus-. Esta es una llamada de atención a todos los países para que presten más atención a la salud mental y hagan un mejor trabajo para apoyar la salud mental de sus poblaciones".

Una de las principales explicaciones del aumento es el estrés sin precedentes causado por el aislamiento social resultante de la pandemia. Vinculado a esto estaban las limitaciones en la capacidad de las personas para trabajar, buscar el apoyo de sus seres queridos y participar en sus comunidades.

La soledad, el miedo a la infección, el sufrimiento y la muerte de uno mismo y de los seres queridos, el dolor después del duelo y las preocupaciones financieras también se han citado como factores estresantes que conducen a la ansiedad y la depresión. Entre los trabajadores sanitarios, el agotamiento ha sido un desencadenante importante de pensamientos suicidas.

Según el informe, los mayores aumentos de la depresión y la ansiedad se encontraron en los lugares más afectados por la COVID-19, "donde las infecciones eran altas y la interacción social estaba restringida".

El informe, que se basa en una revisión exhaustiva de la evidencia existente sobre el impacto de la COVID-19 en la salud mental y los servicios de salud mental, muestra que la pandemia ha afectado a la salud mental de jóvenes, sobre todo a aquellos con edades comprendidas entre los 20 y los 24 años, "que corren un riesgo desproporcionado de comportamientos suicidas y autolesivos", según la OMS.

El documento también indica que las mujeres se han visto más gravemente afectadas que los hombres, y que las personas con condiciones de salud física preexistentes, como asma, cáncer y enfermedades cardíacas, tenían más probabilidades de desarrollar síntomas de trastornos mentales.

Asimismo, los datos sugieren que las personas con trastornos mentales preexistentes no parecen ser desproporcionadamente vulnerables a la infección por COVID-19. Sin embargo, cuando estas personas se infectan, es más probable que sufran hospitalización, enfermedades graves y la muerte, en comparación con las personas sin trastornos mentales. Las personas con trastornos mentales más graves, como psicosis, y los jóvenes con trastornos mentales corren un riesgo especial.

"Este aumento de la prevalencia de los problemas de salud mental coincidió con graves interrupciones en los servicios de salud mental, y puso de relieve la falta de inversión crónica en salud mental, dejando enormes lagunas en la atención a quienes más lo necesitan", alerta Tedros.

Durante gran parte de la pandemia, los servicios para trastornos mentales, neurológicos y por uso de sustancias fueron los más interrumpidos entre todos los servicios de salud esenciales informados por los Estados miembros de la OMS. Muchos países también informaron de importantes interrupciones en los servicios de salud mental que salvan vidas, incluida la prevención del suicidio.

Según alertan desde el organismo de Naciones Unidas, a finales de 2021, la situación había mejorado un poco, pero hoy en día "demasiadas personas siguen sin poder obtener la atención y el apoyo que necesitan para las afecciones de salud mental preexistentes y las nuevas".

Al no poder acceder a la atención presencial, muchas personas han buscado apoyo en línea, "lo que indica una necesidad urgente de hacer que las herramientas digitales confiables y efectivas estén disponibles y sean fácilmente accesibles", según la OMS. Sin embargo, tal y como recuerdan, desarrollar e implementar intervenciones digitales sigue siendo un desafío importante en países y entornos con recursos limitados.

"La OMS ha trabajado con sus asociados para liderar una respuesta interinstitucional sobre los impactos de la pandemia en la salud mental, difundiendo orientaciones, herramientas y recursos para los encargados de la respuesta y el público, y apoyando a los países para que integren la salud mental y el apoyo psicosocial en su respuesta", recuerda el director general de la OMS.

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