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JANO.es y agencias · 22 mayo 2008

La sociedad científica ha presentado la novena edición de la Semana Sin Humo, que se celebrará bajo el lema "Por todas las personas y, sobre todo, por ti"

“¡Quitádmela de encima! ¡No soporto más a esa histérica!” 
Jack Warner, al rescindir el contrato de Bette Davis

Hace 100 años, el 5 de abril de 1908, hubo tormenta en Lowell, Massachusetts. Fue el día en que vino al mundo Ruth Elizabeth Davis, poseedora de un carácter tormentoso, pero también de unas dotes interpretativas que hoy la sitúan como una de las mejores actrices de la historia.

Hay muchos calificativos aplicables a su persona: indómita, deslenguada, altiva, despótica, incombustible... Pero en la pantalla nadie puede olvidar sus grandes ojos y su piel translúcida, tal vez debido a las quemaduras y múltiples intervenciones que sufrió de niña al acercarse demasiado a una vela encendida en una función navideña.

Con su madre pegada a ella como si fuera su sombra, consiguió sus primeros papeles en Broadway y comenzó a labrarse fama en los escenarios con dos obras: Broken Dishes y Solid South.

De ahí, como tantos otros, dio el salto a Hollywood, donde la llegada del cine sonoro hizo que los estudios estuvieran ávidos de nuevas estrellas que supieran hablar. Primero fue contratada por la Universal, donde le propusieron cambiar su nombre de Bette Davis —“perfecto para una secretaria, pero sin ningún glamour para el cine”, le dijeron— por el de Bettina Drawes. “¿Bettina Drawes? —explotó la joven actriz— ¡Rechazo que me llamen ‘entre cajones’ (between drawers) toda mi vida!”.

Sin embargo, fue en la Warner donde firmaría un largo contrato que duró casi dos décadas. En 1934 un estudio de la competencia, la RKO, le propuso protagonizar Cautivo del deseo, pero Jack Warner rechazaba casi siempre ceder a sus estrellas. En este caso hizo una excepción, pues estaba convencido de que esa película de John Cromwell sería un fracaso absoluto y le espetó a la rebelde actriz: “¡Anda, ve y entiérrate a ti misma!”. Bette Davis hizo uno de los mejores trabajos de su vida y obtuvo su primera nominación al Oscar.

La venganza llegó ese mismo año cuando Warner le impidió ser protagonista de la película de la Columbia Sucedió una noche, dirigida por Frank Capra, cuando Davis era una de las pocas estrellas de Hollywood dispuesta a hacerla. Como todos saben, Claudette Colbert fue finalmente la elegida —con cierta desgana y muchas condiciones por su parte— y se hizo con uno de los cinco premios que consiguió la cinta en la gala de los Oscar.

Constante candidata al Oscar

Sin embargo, poco tiempo después Bette Davis se hacía con dos estatuillas de la Academia, por Peligrosa (1935) y por Jezabel (1938). Tenía mucha carrera por delante para conseguir unas cuantas más, y de hecho fue una candidata casi fija en los años posteriores: Amarga victoria (1939), La carta (1940), La loba (1941), La extraña pasajera (1942) y Mr. Skeffington (1944); y más adelante por Eva al desnudo (1950), La estrella (1952) y ¿Qué fue de Baby Jane? (1962).

Los años cuarenta nos ofrecieron algunas de las mejores interpretaciones de la actriz y, sobre todo, consolidaron su imagen de mujer perversa y manipuladora. En ello tuvo que ver, sin duda, el director William Wyler, que la dirigió en Jezabel, La carta y La loba, y que a punto estuvo de ser su marido. Se cuenta que, tras divorciarse de su esposa, Wyler envió una carta a Bette Davis, su amante por aquella época, pidiéndole que se casara con él. Pero debía responder inmediatamente porque, si no, contraería matrimonio con otra mujer. El idilio entre ambos pasaba por un mal momento y Bette no quiso abrir la carta hasta una semana después de recibirla, lo que después consideraría el gran error de su vida. Cuando leyó la proposición, Wyler acababa de casarse con otra. Quizás no sea una coincidencia que la siguiente película que hicieron ambos fuera La carta.

Siempre recordaremos sus maliciosos personajes, como la Regina Giddens de La loba, la Baby Jane Hudson de ¿Qué fue de Baby Jane? y la fascinante Margo Channing de Eva al desnudo, un papel al que estaba destinada Claudette Colbert, pero que tuvo que abandonar poco antes del rodaje al lesionarse esquiando.

Famosas enemistades

Sus enemistades con actores y actrices con los que trabajó son míticas, sobre todo con otra diva de la época, Joan Crawford, con la que protagonizó ¿Qué fue de Baby Jane? a las órdenes de Robert Aldrich. “No me mearía en ella si estuviese ardiendo”, decía Davis de Crawford. Ésta explicaba su trabajo en la película comentando: “Bette y yo trabajamos diferente. Bette chilla y yo tejo. Mientras vociferaba, hice una bufanda que llegaba hasta Malibú”. Aldrich intentó reunirlas de nuevo en Canción de cuna para un cadáver, pero Joan Crawford acabó en el hospital víctima de la tensión y el estrés y fue sustituida por Olivia de Havilland.

También fue espectacular su enemistad con otra estrella de la era dorada. Bette comentaba: “Entre las cosas que más detesto se encuentra en primer lugar Miriam Hopkins”. O de manera más explícita: “¡Es una cerda!”. Ambas protagonizaron Una vieja amiga en 1943, y su enemistad dio pie a Ricas y famosas (1981), de George Cukor.

Tampoco se llevaba nada bien con Humphrey Bogart —su primera película, Mala hermana (1931), la hizo con él—, a quien tachaba de machista y borracho. Y menos todavía con Errol Flynn, con quien estaba previsto que protagonizara Lo que el viento se llevó. Finalmente, ni la una ni el otro fueron Scarlett O’Hara ni Rhett Butler.

Bette incombustible

Pese a su salud cada vez más debilitada, continuó trabajando hasta sus últimos años. “No me retiraré mientras tenga piernas y mi cajita de maquillaje”, decía. Contaba que bien avanzada su carrera, cuando tenía menos trabajo, puso un irónico anuncio en la revista Variety: “Se ofrece actriz con 30 años de experiencia en el cine y todavía animosa. Con dos Oscar”.

Fumadora empedernida toda su vida —al crítico de cine Jaume Figueras le aseguró que no haría un anuncio contra el tabaco ni por diez millones de dólares—, el cáncer fue minando su salud. Incluso hubo rumores de su muerte, algo que negó ella misma diciendo: “Nunca se me ocurriría morirme durante una huelga de la prensa”. La que se consideraba la “Marlon Brando de su generación”, había estrenado su última película, una floja comedia de terror titulada Wicked Stepmother, poco antes de morir en Francia, a causa del cáncer, el 6 de octubre de 1989 a la edad de 81 años. El cine perdía a uno de sus mitos. “La verdad es que Hollywood ha producido muchas estrellas, pero actores de verdad, muy pocos”, llegó a decir en una ocasión. Sin duda, ella era una de esas verdaderas actrices que han hecho historia.

DIEZ OBRAS EMBLEMÁTICAS

Cautivo del deseo (Of Human Bondage, 1934)
Peligrosa (Dangerous, 1935) 
El bosque petrificado (The Petrified Forest, 1936) 
Jezabel (Jezebel, 1938) 
Amarga victoria (Dark Victory, 1939) 
La carta (The Letter, 1940) 
La Loba (The Little Foxes, 1941) 
La extraña pasajera (Now, Voyager, 1942) 
Eva al desnudo (All About Eve, 1950) 
¿Qué fue de Baby Jane? (What Ever Happened to Baby Jane?, 1962) 
Canción de cuna para un cadáver (Hush...Hush, Sweet Charlotte, 1964)

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