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PSIQUIATRÍA

Múltiples mutaciones contribuyen a la esquizofrenia

JANO.es y agencias · 28 marzo 2008

Científicos de Estados Unidos plantean la hipótesis de la enfermedad puede estar causada por mutaciones raras, incluso específicas para un paciente o una familia

“... que cuantas yerbas describe Dioscórides, aunque fuera el ilustrado por el Doctor Laguna”

(Miguel de Cervantes, El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha)

Máximo rigor y creatividad

El hecho de que Miguel de Cervantes (1547-1616) empleara textos técnicos para dotar a sus obras de mayor rigor, más que mermar la creatividad artística de uno de los literatos más universales que han existido, supone un toque más de genialidad, al saber integrar los conocimientos dispersos para dar a luz una obra literaria sin precedentes.

Entre los numerosísimos aspectos estudiados en relación con los textos cervantinos, y que permitirían hacer una pormenorizada composición de lugar de la formación científica y técnica de Miguel de Cervantes, la medicina es una de las disciplinas más polémicas, en parte debido a la dificultad para determinar los conocimientos médicos del autor del Quijote. Pero de lo que no cabe duda es de que estos conocimientos no eran superficiales, hecho que se pone de manifiesto especialmente en las detalladas y acertadas descripciones, a modo de “casos clínicos”, de numerosas patologías, bien psiquiátricas (véase los trastornos mentales de don Quijote o del licenciado Vidriera) o somáticas (traumatismos y enfermedades reumatológicas, sorderas, catarros, enfermedades infecciosas, etc.). Dado el carácter nosográfico de algunas de sus descripciones clínicas, algunos autores han llegado a postular que Cervantes tal vez podría haber estudiado específicamente algunas materias médicas1, e incluso un autor francés llamado Villechauvaix llegó a postular, a finales del siglo XIX, que hubiese sido realmente médico.

Al margen de estas teorías, cuanto menos aventuradas, la estrecha relación entre Cervantes y la medicina ha sido motivo de algunos estudios por parte de numerosos autores cervantistas. En este sentido, existen dos aspectos que han sido resaltados en varias ocasiones y que podrían explicar la excelente caracterización médica de los protagonistas de las obras de Cervantes: en primer lugar, su vinculación familiar con el mundo de la medicina, hecho extrapolable a su círculo de amistades, y en segundo lugar, la disponibilidad, no habitual en aquella época entre los cultivadores de la literatura, de una serie de obras técnicas particulares que Cervantes pudo haber consultado de forma reiterada para dotar de mayor realismo y consistencia a sus obras.

El entorno médico de Cervantes: familia y amistades

Es bien conocido que Cervantes procedía de una familia relacionada con el ámbito de la medicina, lo que pudo motivar su interés por esta disciplina: su bisabuelo Juan Díaz de Torreblanca era bachiller médico y cirujano con ejercicio en Córdoba, su padre Rodrigo de Cervantes, cirujano-sangrador, y su hermana Andrea, enfermera. En este marco familiar, es muy posible que Cervantes fuese partícipe de ciertos conocimientos del arte de la medicina, que pudo transfundir a sus creaciones literarias. También se encuentran los médicos entre las amistades de Cervantes, como Francisco Díaz, para cuyo tratado de urología escribió un soneto preliminar, y los vallisoletanos Alonso López “el Pinciano”, reconocido poeta y también crítico literario, y Antonio Ponce de Santa Cruz, clérigo, médico, erasmista y catedrático de la Universidad de Valladolid2.

A propósito de la biblioteca cervantina Tras un minucioso estudio de reconstrucción, Daniel Eisenberg3 cifró los libros propios de que dispuso Cervantes en 214 volúmenes, una amplia biblioteca particular para su época, entre los que se encuentran varios ejemplares de tratados médicos muy conocidos en su época: el Libro de las quatro enfermedades cortesanas que son catarro, gota arthética, sciática, mal de piedra y de riñones e hijada, e mal de búas (1544), de Luis Lobera de Ávila; la Práctica y theórica de cirugía en romance y latín (1584), de Dionisio Daza Chacón; la Practica in Arte Chirurgica Copiosa, de Giovanni de Vigo y traducción de Miguel Juan Pascual (1537); el Dioscórides (1555), comentado e ilustrado por Andrés Laguna; el Tratado nuevamente impressso de todas las enfermedades de los riñones, vexiga, y carnosidades de la verga (1586) de Francisco Díaz; y el Examen de ingenios para las ciencias, de Juan Huarte de San Juan, publicado inicialmente en Baeza en 1575, pero incluido en España en el Index Librorum Prohibitorum et Expurgatorum de la Inquisición hasta 1583 y reeditado con correcciones en 1594. Los cuatro primeros procederían, según Eisenberg, de la herencia de su padre Rodrigo (según un inventario de 1552), quien era bastante aficionado a los libros y falleció en 1585, y el quinto de la donación directa del autor, en agradecimiento al soneto introductorio. Pero Cervantes, ávido lector, no se limitaba a acumular libros, a modo de coleccionista, sino que los leía y comentaba. Prueba de ello, en relación con estos tratados médicos, es el elogio que hace de los trabajos de Francisco Díaz y Dionisio Daza en su obra Canto de Calíope. Todas estas obras bien pudieron servir como fuente médica para que Cervantes caracterizara a algunos de sus personajes, existiendo, al menos en relación con los trastornos mentales, pruebas bastante consistentes del uso, con esta intención, del Examen de ingenios para las ciencias y del Dioscórides.

Examen de ingenios para las ciencias

Este texto, una de las obras científicas de mayor proyección en la Europa de la época, aborda la hipótesis del ingenio como disposición individual para el ejercicio de determinadas actividades. Para Salillas4, esta obra científica influyó decisivamente en la redacción del Quijote, permitiendo la caracterización psicológica y psicopatológica de sus personajes. De hecho, según este autor, Cervantes utilizó literalmente en el Quijote varios fragmentos del Examen de ingenios, hecho recientemente confirmado por Martín-Araguz y Bustamante-Martínez5. En este sentido, si bien Cervantes no alude directamente en sus escritos a Huarte, no deja de llamar la atención cierta concordancia de planteamientos entre las obras de ambos autores, y no sólo en el calificativo de “ingenioso” con el que el literato califica a su protagonista o en la hipótesis sobre la relación entre el exceso de lectura y la locura (“la mucha lectura acarrea destemplanza del cerebro y produce locura”, dice Huarte), sino en más de un aspecto sobre la semblanza de la condición física y mental de don Quijote, coincidente con los postulados expuestos en el Examen de ingenios5. Algunos autores han hecho valer la hipótesis de que Cervantes se sirvió de los planteamientos científico-filosóficos de Huarte al igual que otros literatos del Siglo de Oro español, como Lope de Vega, Tirso de Molina, Alarcón o Quevedo, que sí hacen referencia explícita en sus obras a las hipótesis de este autor4. Sin embargo, el motivo por el cual Cervantes posiblemente no menciona la obra de Huarte en sus novelas fuese su conocimiento de los problemas de este autor con el Tribunal del Santo Oficio.

Acerca de la materia medicinal y de los venenos mortíferos (Dioscórides)

Desde el punto de vista terapéutico, las obras de Cervantes parecen reflejar fehacientemente los procedimientos terapéuticos de su época. En ellas, su autor no sólo muestra un amplio conocimiento de las plantas, algunas con propiedades curativas6, sino que también refleja los diferentes preparados farmacéuticos elaborados con ellas (baste mencionar el ungüento blanco, el aceite de Aparicio o los polvos de ruibarbo). Estos conocimientos tal vez procedan de la lectura y de la consulta de obras técnicas, como la famosa edición del Dioscórides traducido y comentado por Andrés Laguna, considerada como un manual de referencia en esta materia durante siglos. Un comentario vertido en el Quijote da pie a pensar que esto fuese así: “Con todo, respondió don Quijote, tomara yo ahora más aína un cuartal de pan o una hogaza y dos cabezas de sardinas arenques, que cuantas yerbas describe Dioscórides, aunque fuera el ilustrado por el doctor Laguna”. Como señala Eisenberg3, Cervantes era muy aficionado a mencionar, comentar e incluso criticar en sus obras literarias muchos de los libros y manuscritos que tenía en su biblioteca particular, y, en este sentido, el Dioscórides es la única obra de carácter científicomédico que cita el novelista en toda su producción literaria. Además, según postulan algunos autores7, Laguna redactó sus comentarios al Dioscórides mediante un discurso universal, de forma que pudiesen ser utilizados y entendidos, además de por los profesionales de la medicina de la época, por personas legas en materia terapéutica. Bajo estos parámetros, su consulta por parte de personas como Cervantes resultaría más asequible, lo que incide aún más en nuestra hipótesis de que el literato lo utilizase como fuente documental de carácter técnico.

Aunque algunos autores se oponen abiertamente a esta hipótesis8, en nuestra opinión, una prueba evidente de que Cervantes leyó al segoviano viene dada por las descripciones del efecto de algunas plantas, coincidentes con las aportadas por Laguna9, como el caso de los efectos alucinógenos de los ungüentos de brujas y su carácter galénico de “frialdad” (El coloquio de los perros) o de las propiedades terapéuticas del romero en el tratamiento de heridas y traumatismos (el Quijote). También describe Cervantes los efectos narcóticos del opio (El celoso extremeño), y, sin citar su composición, los efectos psicodislépticos de algunos preparados (El licenciado Vidriera), así como de ciertos venenos (La española inglesa), elaborados todos a base de hierbas, que coinciden estrechamente con las descripciones relatadas en algunos capítulos de la obra de Laguna referentes a las solanáceas (datura o solano “que saca de tino”, beleño, mandrágora). Sin embargo, la prueba más evidente de este planteamiento es el uso de una frase literal del médico segoviano, referida al ruibarbo, para narrar la necesidad de don Quijote de “purgar su exceso de cólera”.

Elogio de la locura

También se ha postulado la influencia de Erasmo de Rotterdam en el universo literario cervantino. En este sentido, es de destacar que Cervantes, por ejemplo, jamás interna a don Quijote en un asilo de alienados o lo somete a vejatorias técnicas de contención, como hace quien firma con el seudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda con su falso Quijote, que acabó con sus huesos, mediante engaños, en la Casa del Nuncio, nombre con el que se conocía al manicomio de Toledo. Ésta podría ser una prueba de que Cervantes no se planteó su personaje como un trastornado mental al uso, sino como un sujeto con ciertas alteraciones temporales y episódicas de la percepción de la realidad, que mantiene, intercrisis, una cordura extremadamente razonante, dando pruebas de una lógica capacidad para entender el mundo, y abrumando a diferentes personajes de la obra con sus planteamientos filosóficos y su visión sin cadenas de la realidad. En este punto, son numerosos los autores que aprecian en los planteamientos literarios de Cervantes la influencia de Erasmo, a través de su famosa obra Elogio de la locura (Moriae encomium, 1509), publicada a principios del siglo XVI, obra en la que defiende la existencia de una locura positiva, benéfica y divina10. Estas ideas erasmistas, veladamente puestas sobre el tapete por razones evidentes de carácter religioso, máxime en una persona como Cervantes, cuya sangre de cristiano viejo podía ser cuestionada, podrían proceder, además de por su conocimiento directo en sus viajes fuera de España, de su amistad con el médico Antonio Ponce de Santa Cruz, conocedor de las tesis de Erasmo. Rojo Vega postula la existencia de estrechos lazos entre ambos autores en materia psicológica, como la defensa del libre albedrío o el papel del amor en la génesis de la locura2. También ha querido ver la similitud existente entre la locura del licenciado Vidriera y un pasaje anecdótico de la obra Dignotio et cura affectuum melancholicorum (1569) de Alfonso de Santa Cruz, padre de Antonio, gran experto de la época en materia psiquiátrica (se encargo del tratamiento del príncipe Carlos) y médico de corte de Felipe II.

Bibliografía

1. Villamil I, Villacián MJ. Cervantes, El Quijote y la medicina. Rev Med Chile. 2005;133:1258-60.

2. Rojo Vega A. Erasmismo tardío en la medicina española del siglo XVII: Antonio Ponce de Santa Cruz. Invest Históric (Valladolid). 1983;4:85-97.

3. Eisenberg D. La biblioteca de Cervantes. Una reconstrucción; 2002. Disponible en: http://bigfoot.com/~daniel.eisenberg. Fecha de acceso: 27/10/2006.

4. Salillas R. Un gran inspirador de Cervantes. El doctor Juan Huarte y su “Examen de Ingenios”. Madrid: Librería de V. Suárez; 1905.

5. Martín-Araguz A, Bustamante-Martínez C. Examen de ingenios, de Juan Huarte de San Juan, y los albores de la Neurobiología de la inteligencia en el Renacimiento español. Rev Neurol.2004;38:1176-85.

6. López-Muñoz F, Alamo C, García-García P. “The herbs that have the property of healing...”: The phytotherapy in Don Quixote. J Ethnopharmacol. 2006;106:429-41.

7. Baranda C. Los lectores del Dioscórides: estrategias discursivas del doctor Laguna. Criticón. 1993;58:17-24.

8. Puerto J. La Materia Medicinal de Dioscórides, Andrés Laguna y el Quijote. En: Sánchez Ron JM, director. La ciencia y el Quijote. Barcelona: Crítica S.L.; 2005:141-54.

9. Laguna A. Pedacio Dioscórides Anazarbeo, acerca de la materia medicinal, y de los venenos mortíferos. Salamanca: Mathias Gast; 1563.

10. Vilanova A. Erasmo y Cervantes. Barcelona: CSIC; 1949.

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