DERMATOLOGÍA

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JANO.es y agencias · 05 mayo 2008

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Con el título "Vacunación y supervivencia infantil", el editorial del número de JANO 1.683, correspondiente a la pasada semana, resaltaba el valor de la aplicación sistemática de las vacunas en las edades pediátricas, práctica que, como recordábamos, es considerada por la Organización Mundial de la Salud, tras la potabilización del agua, como la medida preventiva que más vidas infantiles salva y la que en la relación coste-beneficio se muestra como la acción médica y sanitaria más rentable de cara a mejorar las tasas de supervivencia infantil.

El presente editorial complementa aquél y recoge las voces de los expertos que reclaman más control en la vacunación de los adultos, ya que los datos existentes apuntan que en España —en donde las vacunas suponen sólo el 1% del gasto farmacéutico total— el 30% de las personas mayores de 18 años reconoce que no se ha vuelto a vacunar desde la infancia, un porcentaje que aumenta hasta el 38% en el sur y disminuye al 22% en el norte. Siete de cada 10 españoles consideran que no han tenido necesidad, y el 11% “ya se vacunó cuando era niño”.

Las vacunas del tétanos y de la gripe son las más conocidas, seguidas a gran distancia de las de la hepatitis B, hepatitis A, difteria y neumococo. Así, el 49% y el 41% de la población adulta dicen estar vacunados contra el tétanos y la gripe, respectivamente.

La recomendación del personal sanitario —entre quienes sólo el 39% declara estar vacunado—, o de grupos próximos en el entorno social —trabajo, amistades, etc.—, se convierten en el principal motivo por el que los encuestados deciden vacunarse de la gripe. Paralelamente, la reacción ante una herida, corte o similar es la causa que explica la vacunación del tétanos.

Respecto a la vacuna de la gripe, cabe destacar que mientras que en el sur conocen más la vacuna que en el norte —90% frente al 84%—, se vacunan menos —36% frente al 45%—. El estudio apunta también que, si fuera posible y con independencia de las actitudes ante la vacunación, el sexo o la edad, el 65% de los adultos se vacunaría frente al cáncer y el 42% contra el sida.

Éstas son algunas de las conclusiones del Estudio de conocimiento y actitudes en la vacunación del adulto, en el que han intervenido 949 personas de todo el Estado comprendidas entre 18 y 84 años. Este trabajo ha sido realizado bajo los auspicios del naciente Grupo de Estudio de Vacunación en el Adulto (GEsVA), una organización sin ánimo de lucro que, con carácter multidisciplinario, está integrada por profesionales procedentes de las diferentes especialidades que se ocupan de la vacunación. Su objetivo esencial se centra en divulgar la importancia de la vacunación en el adulto y concienciar de las buenas prácticas vacunales.

"Los datos obtenidos a través de nuestro estudio ponen de manifiesto la baja cobertura vacunal en el adulto a pesar de que nadie discute ya que hay algunas enfermedades víricas —gripe, herpes zóster, etc.—, bacterianas —infecciones neumocócicas,tétanos, etc.— y otras patologías como el cáncer de cuello de útero, para las que también los mayores deben recurrir a la vacunación. Sin embargo, el adulto no es consciente de que esta estrategia preventiva supone un elemento de protección necesario para él", explica el Dr. Ramón Cisterna, jefe de Servicio de Microbiología Clínica y Control de la Infección del Hospital de Basurto (Bilbao) y coordinador del GEsVA.

En este sentido, mientras que 8 de cada 10 personas encuestadas admite que la vacunación previene enfermedades, sólo el 20% pregunta de forma activa a su médico. Sin embargo, en la práctica cerca del 60% se vacuna por recomendación de éste. De hecho, el médico de atención primaria —44% de los casos— constituye la principal fuente de información, seguida de la información recibida en el centro de salud y de las campañas de televisión.

Con el objetivo de poder tener constancia de las vacunas administradas, así como de la dosis y la fecha, los expertos proponen contar con un carnet vacunal, sobre todo si el adulto se traslada de comunidad autónoma de residencia. Para la mitad de los encuestados, una cartilla de registro de la vacunación resultaría una herramienta útil. Los expertos insisten en las ventajas de tener este control "si se cumpliera con el calendario, el 95% de las personas que viajan a otros países no necesitarían más vacunas que las muy específicas del lugar de destino", puntualizan. Los viajes al extranjero son el motivo por el que la cuarta parte de la población se ha vacunado durante la edad adulta.

Los especialistas recuerdan que cada visita al médico, al centro de salud o al hospital representa una oportunidad para informarse y vacunarse. Otras recomendaciones que constituyen un buen hábito de vacunación para los mayores de 18 años se relacionan con la adaptación de las pautas vacunales al calendario vigente en la comunidad autónoma de residencia; la ya comentada posibilidad de disponer de una cartilla que permita llevar constancia de las vacunas administradas y recordar las revacunaciones, y evitar las ocasiones perdidas, es decir, aprovechar un acto vacunal para administrar el mayor número de dosis posible. Los grupos poblacionales en mayor medida susceptibles de ser vacunados —analizando en cada situación la correspondiente vacuna— son los pacientes de alto riesgo, sus familiares y sus cuidadores; los viajeros, las mujeres embarazadas y, por supuesto, el personal sanitario.

Vacunarse hoy para prevenir mañana. Vacunarse durante la edad adulta evita presentar ciertas enfermedades durante la vejez porque, concluyen los expertos, la práctica clínica ha demostrado que, con la edad, las personas vacunadas tienen una calidad de vida significativamente mejor que las no vacunadas.