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Quimioterapia convencional y cáncer de mama con mutaciones BRCA

JANO.es · 24 abril 2008

Científicos holandeses afirman que los agentes quimioterápicos estándar funcionan mejor mejor en pacientes con los genes BRCA1 o BRCA2 mutados

Cuenta Hesíodo que Pandora fue la primera mujer. Atenea y Hefesto la crearon con la ayuda de todos los dioses y cada uno aportó una cualidad: la belleza, la gracia, el poder de persuasión..., pero Hermes le otorgó la facultad de pronunciar discursos demagógicos y Afrodita añadió la perfidia, el engaño y la falta de inteligencia. Zeus consideró que enviar este ser a la Tierra era un buen castigo para los hombres y Pandora llegó con una caja cerrada y la orden de no abrirla bajo ningún concepto. Como ya esperaba Zeus, Pandora no tardó en incumplir la orden y su castigo fue la liberación de todos los males que encerraba la caja. La Esperanza quedó dentro sólo para evitar que los hombres se suicidaran para dejar de sufrir.

Algunos historiadores, por el contrario, sostienen la teoría de que la caja de Pandora contenía todos los bienes imaginables y es tarea del hombre recuperarlos. Hoy la polémica sigue abierta, aunque a la caja, actualmente, se la conoce como “televisor”.

“Método para conseguir copias a distancia por medio de la electricidad”

Cuando el 27 de noviembre de 1843 el británico Alexander Bain registró una patente titulada “Método para conseguir copias a distancia por medio de la electricidad”, nadie podía imaginar que, cien años más tarde, el invento habría evolucionado hasta convertirse en el tótem más poderoso de la historia de la humanidad. En realidad, fue el alemán Paul Nipkow el primer responsable de la televisión, al lograr descomponer, en 1884, una imagen en líneas. En 1923, el ingeniero escocés John Baird registró una patente para utilizar el invento de Nipkow en su propio sistema de televisión mecánica. En 1925 logró transmitir una imagen formada por 8 líneas de definición, en 1928 creó un sistema de televisión en color y en 1930 comercializó su primer receptor integrado en una red experimental apoyada por la BBC. Resultó premonitorio que las primeras imágenes con las que experimentó Baird fueron las de un hombre sacando la lengua. La televisión mecánica de Baird fracasó y la tecnología electrónica del ruso-americano Vladímir Kosma Zworykin y del japonés Kenjiro Takayanagi se impuso definitivamente.

Primeros receptores

Los primeros receptores de televisión aparecieron en los Estados Unidos y en Europa durante los años treinta, y aunque el círculo de privilegiados telespectadores era muy reducido crecía de forma imparable y con vertiginosa rapidez. Los aparatos evolucionaban y las emisiones aumentaban su radio de acción y la frecuencia. El invento del siglo estaba servido.

El 5 de diciembre de 1952, en la revista Fotogramas, apareció publicado un artículo que ilustra la visión ibérica del invento:

“En Madrid han dado comienzo las emisiones de televisión... Durante mucho tiempo se ha vivido –se vive en muchos casos– con la creencia de que bastaba un simple dispositivo aplicado al aparato de radio para que, de pronto, acompañando las palabras, llegaran asimismo las imágenes.” Sigue el artículo con una entrevista en la que se habla de las infinitas posibilidades de la televisión: poner al alcance del telespectador el maravilloso mundo submarino, el universo del microscopio electrónico..., porque “la televisión no es solo la transmisión de películas, revistas o partidos de fútbol...”. El autor –Jesús Ruiz– acaba el artículo deseando la presencia de un aparato de televisión en cada hogar español. Cincuenta años más tarde, la profecía ha sido superada y en la mayoría de hogares hay más de un aparato, tantos como hijos. Y eso que a principios de los años sesenta las estrecheces económicas pusieron a muchos papás en el brete de preguntar a su vástago: “¿Qué prefieres niño: un hermanito ó un televisor?” Así, la televisión aportó su primera contribución al descenso del índice de natalidad.

Desde 1937 en los Estados Unidos ya se emitían con regularidad unas doce horas de programación a la semana. Para atendera la creciente demanda, en 1939 se montó la primera cadena de fabricación en serie de televisores –los alrededor de cien, ya existentes, eran totalmente artesanales–. También crecía de forma imparable el número de horas semanales de programación que,en ocasiones, consistía en la emisión de una foto fija y una carta de ajuste, pero la comercialización masiva de televisores se produjo en 1946 con un modelo de sobremesa de RCA.

Primeras emisiones

A diferencia de los países europeos, en los que la televisión iba a cargo del Estado, en los Estados Unidos era una empresa totalmente privada y, así, la competencia por desarrollar una larga y entretenida programación iba pareja a la de encontrar la publicidad que financiara el elevado coste de producción. En 1939, el mismo año en que aparecieron los primeros televisores en serie, vio la luz el primer programa esponsorizado de la historia: un magacín con música y entrevistas pagado por una zapatería. La televisión, a partir del mismo instante de su nacimiento, se puso al servicio del comercio. Este factor, decisivo a la hora de interpretar cualquier mensaje emitido, ya sea informativo, programa, directo o grabado, iba a condicionar para siempre el medio de comunicación más extraordinario y potente desde el invento de la imprenta.

En la Feria de Muestras de Barcelona de 1948 se presentó el maravilloso invento a los españoles, con la emisión, entre otras co-sas, de la actuación musical de Goyita Rifé. Desde un estudio situado a unos doscientos metros de distancia, llegaba la imagen de la cantante y se formaba en las 567 líneas de varios televisores ante los que se apiñaba la gente.

La prueba tuvo tanto éxito que, el mismo año y desde la madrileña plaza de Vista Alegre, se retransmitió una corrida de toros.

La suerte estaba echada. Los primeros programas con Laura Valenzuela como pionera en mostrar que, tras una bella voz habíaun gran cuerpo, se emitían irregularmente y eran captados por los escasos aparatos que, con carácter experimental, se hallaban distribuidos por Madrid.

Años decisivos

En 1952 se comercializaron los primeros televisores en España, que costaban la friolera de 30.000 pesetas. Como llegaban noticias de la popularidad que tenía la televisión en el resto de Europa y en los Estados Unidos y como el modelo americano era el que se imponía, pronto creció el número de familias madrileñas que se congregaban alrededor de una caja sorprendente–en 1956, cuando se crea oficialmente Televisión Española, ya hay unos 600 aparatos funcionando–.

En 1953 nace la Televisión Europea, Eurovisión, un ambicioso proyecto técnico que permite la visión en directo de un acontecimiento en diversos países. Se inaugura con la retransmisión de la coronación de la reina Isabel II de Inglaterra. La solemnidad y relevancia del acto pone el marchamo al invento, que se revela como un poderoso medio capaz de penetrar en todas las clases sociales, con las indudables ventajas políticas que ello conlleva.

El 28 de octubre de 1956, el ministro de Información y Turismo, Gabriel Arias Salgado, inaugura los servicios de Televisión Española con las siguientes palabras: "Mañana, 29 de octubre, fecha del vigésimo tercer aniversario de la fundación de la Falange Española, darán comienzo de una manera regular y periódica los programas diarios de televisión". El contenido de la primera programación ya dio una orientación clara de lo que iban a ser los próximos años: un estudio en torno a santa Clara, a quien un ocurrente hagiógrafo nombró patrona de la televisión, un lote de actuaciones de coros y danzas, extracto de las coreografías del 1 de Mayo, un documental sobre El Greco, otro sobre “Veinte años de vida española” –obviamente contando desde 1936, Burgos–, la actuación deltrío Los Diamantes y la del concertista José Cubiles.

El primer aparato de televisión que se fabricó en España tenía la carcasa de hierro, era de color gris y su marca era, cómo no,“Te-levisor nacional”. De hecho, un modelo exacto al de General Electric. Apareció en 1957,el año en que se retransmitió el primer partido de fútbol internacional: Real Madrid-Fiorentina, salió el primer 600 de la factoría SEAT, se convocó con éxito una huelga minera en Asturias, se estrenó El último cuplé y Televisión Española hizo vacaciones durante el mes de agosto, cancelando las emisiones. A finales de año, ya se contabilizaban más de 11.000 receptores en Madrid. La voluntad televisiva del español era evidente.

En los años sesenta, la ingenuidad colectiva, cebada con la creciente sed de consumo de una clase media que empezaba a levantar la cabeza tras una interminable sensación de posguerra, encontró en la televisión el vehículo ideal para conocer el mundo: las pautas a seguir, las modas, las actrices y la información, bombardeaban electrónicamente desde la pantalla el cerebro del telespectador.

La vida ha pasado a través de la pantalla

La compra del televisor servía para establecer el rango social y para entablar nuevas relaciones, especialmente con los vecinos de escalera que acudían, rechinando los dientes con envidia pero con gula televisiva, a la sesión familiar –siempre con una lamparita de 15 vatios encendida tras la pantalla, por consejo médico–.

La capacidad de asombro estaba casi virgen y se discutía acaloradamente el valor musical del tema que Luxemburgo –uan poin, en puén, coreaban los niños– había presentado en el Festival de Eurovisión, se vibraba de emoción con la sabiduría paternal de Ben Cartwright, la apostura y el arrojo de Simón Templar hacían soñar a la Lolines casadera y una voz hispanoamericana nos informaba de que “en los bajos fondos de Chicago ”EliottNess y sus muchachos eran tan intocables como la casta india. Además de la cultura que los norteamericanos nos enviaban enlatada, en TVE se forjaban figuras creativas que aportaron, con ilusión e inteligencia, lo mejor de la historia del ente: Arthur Kaps –entre muchas otras proezas, en 1962 trajo a Marlene Dietrich para su programa “Amigos del martes”–, Federico Gallo –“Ésta es su vida”–, Adolfo Marsillach –“Silencio, se rueda”–, Narciso Ibáñez Serrador –verdadero artífice de la modernización de conceptos televisivos y realizador de los programas más internacionales y premiados de TVE: “El asfalto”,“Historias de la frivolidad”... –,Sergi Schaaff –innovador en la realización de espacios dramáticos e impulsor de la televisión catalana–, Pilar Miró – atrevida, polémica y ganadora de premios por sus dramáticos–,Joaquín Soler Serrano –el entrevistador de TVE por antonomasia–...y una larga, larga lista de profesionales de gran talla que, superando las trabas burocráticas propias de un organismo estatal, supieron –y siguen sabiendo, en algunos casos– levantar el nivel de la caja de Pandora más allá del deber.

Durante la dictadura la televisión se convierte, para la mayoría de los españoles, en la única fuente de diversión asequible, y en la Transición cataliza la formación de una nueva sociedad de pensamiento plural. Sus programas adquieren el valor de un álbum familiar audiovisual repleto de anécdotas personales e íntimas que corren paralelas a las propuestas desde la pantalla.

Nuevas cadenas y fragmentación de la audiencia

TVE ya ha cumplido cincuenta años y desde 1990 se ha visto obligada a competir con otras cadenas que han aportado diferentes modos de hacer televisión y han fragmentado la audiencia. Las plataformas digitales de pago, las televisiones locales, la TDT, internet, los teléfonos móviles..., el clásico aparato receptor ya ha dejado de ser un mueble pesado con un contenido único. Hay mucha oferta donde elegir y, en teoría, se ha ganado en libertad. Pero a veces la confusión también es una falta de libertad.

La vida ha pasado a través de la pantalla y ha contribuido a modificar los hábitos de los españoles, a generar modas y a crear mitos. Ha aportado diversión, información, conocimientos y ha sido el compañero más íntimo de millones de personas a lo largo de su vida. La relación ha sido tan intensa que el aparato receptor se ha convertido en un icono integrado en la decoración del hogar.

Para los más jóvenes el zapping es un modo natural de ver la tele, para los más veteranos esta búsqueda incesante de meollo televisivo a veces no es más que un frustrante intento de recuperar la magia de instantes pasados, con la cara iluminada por la azulada luz de la pequeña pantalla y los ojos fijos en el familiar rótulo “Rogamos excusen esta interrupción en nuestro programa. Gracias”

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